sábado, 22 de agosto de 2015

Se agota el tiempo para el cambio de modelo | PEDRO SILVERIO ÁLVAREZ

Se agota el tiempo para el cambio de modelo
SILVERIO ALVAREZ | 19 SEP 2014, 12:00 AM | PEDRO SILVERIO ALVAREZ
“Durante los últimos 15 meses la República Dominicana ha hecho tres emisiones internacionales de bonos, por un valor total de 2,750 millones de dólares… Mientras tanto, los niveles de deuda han seguido creciendo en el país: la deuda del sector público no financiero se ha doblado en los últimos años, al pasar desde el 18.3 por ciento del PIB en 2007 al 36.6 por ciento en el primer cuarto de 2014. Cuando además se incluye la deuda del Banco Central, el nivel podría estar cercano al 47 por ciento del PIB. Cabe destacar que Jiménez y Ovalle (2011) estimaron en 56.7 por ciento el nivel máximo de deuda que sería sostenible en la República Dominicana en el año 2013”. Sánchez et al, Banco Mundial
El endeudamiento ha sido -históricamente hablando- un tema en extremo sensitivo para la República Dominicana. Como es sabido, desde la segunda mitad del siglo XIX las políticas de endeudamiento han tenido consecuencias catastróficas, incluyendo la pérdida de la soberanía y ocupaciones militares por parte de Estados Unidos. Ciertamente, los tiempos han cambiado. Pero llama la atención que los acuerdos firmados por Ramón Cáceres en 1905 y 1907 -denominados Modus Vivendi y la Convención Domínico-Americana, respectivamente-, significaron la pérdida de la soberanía económica, pues el gobierno norteamericano retenía el 50% de los ingresos fiscales, asignaba un 5% al pago de los recaudadores, y el resto (45%) era entregado al gobierno dominicano. ¿Cuál es la diferencia con el presente? Muy pequeña. Probablemente se dedique un porcentaje equivalente para cubrir el servicio de la deuda y los pagos de nómina por recaudaciones. Es decir, que estamos en la frontera de lo que en los principios del siglo veinte era inaceptable para nuestro principal acreedor. Obviamente, los métodos de intimación de pago han cambiado. En lugar de la fuerza bruta, ahora el entramado financiero internacional tiene métodos más sutiles, pero igual de efectivos. Un país no pueda darse el lujo de convertirse en un paria internacional en materia de cumplimiento de sus obligaciones financieras. Aun Argentina y Venezuela lo piensan más de dos veces.
Como se puede apreciar, tenemos unas raíces históricas que aún no acabamos de superar. El endeudamiento desmedido es una métrica de la disciplina de nuestros gobernantes, quienes han abordado los problemas nacionales al margen de una verdadera responsabilidad intergeneracional. La adicción al endeudamiento es el camino fácil, pues nos puede dar una instantánea y falsa sensación de bienestar. Como todos los vicios. Pero, tarde o temprano, la realidad nos golpea contundentemente. En los últimos 15 meses, como señalan Sánchez et al, se han emitido bonos soberanos por un total de US$2,750 millones, mientras que se busca financiamiento por cerca de US$2,000 millones para un proyecto energético.
A pesar de esa realidad, algunas fuentes financieras internacionales no parecen estar tan preocupadas por los niveles de endeudamiento de la República Dominicana, en contraste con la gran preocupación que sí existe a lo interno del país. Al final de cuentas, el cumplimiento del servicio de la deuda está por encima de cualquier obligación doméstica. Esa es la ventaja para los acreedores. Pero pone el bienestar de los dominicanos en un gran riesgo. En reconocimiento de esa realidad, el entonces candidato Lic. Danilo Medina, prometió una política de reducción del endeudamiento, lo cual no ha sido posible.
Detrás de esos preocupantes niveles de endeudamiento se presupone que existe un modelo económico, calificado por el presidente Medina como un ‘modelo agotado’. Este modelo de «crecimiento con esteroides» no ha podido dar respuestas efectivas a la pobreza, a la formación de una clase media creciente, y a la generación de oportunidades laborales de calidad. Un modelo cuya estabilidad depende del endeudamiento corre el riesgo de agotar su capacidad de pago -como parece estar cerca- y obligar a ajustes traumáticos como hemos visto en el pasado, no tan lejano. Recientemente, Brasil -gobernado por un partido de los trabajadores- ante problemas presupuestarios asociados también a los niveles de endeudamiento aplicó un plan de privatización. Es un referente interesante para el gobierno dominicano.
Lo cierto es que el serio problema del endeudamiento público nos lleva, inevitablemente, a replantearnos la necesidad de hacer ajustes estructurales en el denominado modelo económico dominicano. La gran dificultad es que la gestión del presidente Medina ha entrado en la fase descendente de su periodo de gobierno. Agotados los dos primeros años, resulta improbable que el gobernante esté dispuesto a realizar cambios profundos en la economía, aun cuando la mayoría de los dominicanos percibe que la situación económica está mal, según encuesta reciente. Normalmente, esas reformas se hacen al inicio de una gestión de gobierno, no al final. Parece ser evidente que la agenda nacional comienza a ser dominada por los temas políticos de cara a los procesos internos de los partidos que definirán las candidaturas del 2016. Y el presidente Medina es un actor de primer orden en el proceso interno de su partido… «El cielo puede esperar».
http://www.diariolibre.com/opinion/se-agota-el-tiempo-para-el-cambio-de-modelo-GGDL798781

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