sábado, 22 de agosto de 2015

La agonía de Pedernales

Por 
arismendy_ak47[@]hotmail.com
p11
El mercado binacional que opera los lunes y viernes de cada semana en el vulnerable punto fronterizo de Pedernales y Haití concentra a vendedores haitianos y dominicanos que hacen negocios de mercancías. Napoleón Marte
La pesca, que durante años fue una fuente de sustentación de cientos de familias de esta empobrecida provincia fronteriza, se agota lenta y paulatinamente, mientras que el Plan de Desarrollo Turístico de Pedernales, propuesto por el Gobierno para dinamizar la economía, generar empleos y mejorar la calidad de vida de los lugareños, ha creado expectativas, pero la población no sabe a ciencia cierta cuándo inicia y carece de información sobre los proyectos.
Las actividades mineras en la provincia, tema de controversia, inquietudes y malestar en la población, provoca diversas y variadas opiniones entre familias cuyos ingresos y negocios dependen básicamente de esta actividad, algunos porque son empleados y muchos porque suplen de mercancías y alimentos a las empresas mineras, que también hacen aportes a la comunidad, como parte de la política de responsabilidad social corporativa.
La incursión ilegal de pescadores haitianos en aguas territoriales próximas a las costas de Pedernales, fuente permanente de conflictos entre pescadores dominicanos y del vecino país, ha mermado la actividad pesquera, que todavía en este lugar es artesanal.
Jacobo Silfa Acosta, presidente de la Asociación de Pescadores “Agustín Muñoz” de aquí, comentó que “muchos hombres que durante años se dedicaron a esta actividad han abandonado esta faena y sus familias pasan hambre. Prefieren quedarse sentados en sus casas y no arriesgarse a ser atacados por pescadores haitianos que vienen, de manera irrespetuosa, a nuestras aguas territoriales a pescar. Eso no es de ahora. Eso es viejo en Pedernales”.
Silfa, profesor de la comunidad, asegura muchos de los 104 pescadores afiliados a la asociación sienten frustración por el problema. Cuando salen de pesca temen por sus vidas. Cuando salen a pescar, solos o acompañados, se mantienen más esquivos y asustados que una guinea tuerta.
“En los años 70 íbamos a la playa y sin mojarnos los pies, con una gangorra, un anzuelito y un makey de carnada, pescábamos lo suficiente para comer en una casa”, subraya.
Pero la población ha ido creciendo y la situación ha cambiado.
La zona costera del lado haitiano está diezmada, no hay pesca, no hay nada, y esa situación los trae a nuestras aguas territoriales.
Refiere que un pescador se recupera de las heridas que recibió en aguas territoriales cuando pescadores haitianos le dispararon con una escopeta.
Diez miembros de la Armada de República Dominicana con asiento en Pedernales resultan insuficientes para vigilar la amplia franja costera de esa zona fronteriza.
Otro problema grave es la sequía en la región, que ha afectado la producción de leche y al ganado, dos fuentes de vida para la gente de esta provincia, la segunda más pobre del país.
La agricultura ha sufrido estragos por falta de agua para irrigar los predios. La escasez de agua en hogares de la comunidad es inexplicable, ya que el acueducto fue inaugurado hace dos años con una inversión de 143 millones de pesos.
Una escena pintoresca en esta región es observar el ganado movilizarse a lo largo de la carretera, en el trayecto Juancho-Oviedo-Pedernales. En el pueblo, las vacas más veteranas caminan por las calles y frecuentan el entorno de las viviendas en busca de alimentos y agua.
En serio o en broma, muchos comunitarios entretienen a los visitantes relatando historias inverosímiles de vacas veteranas que llegan por la parte de atrás de las viviendas y aprovechan el descuido de las personas para destapar ollas y calderos donde preparan alimentos, y otros animales más osados, aprovechan el ocio para observar televisión. Otros, con sentido del humor, aseguran que “las vacas de Pedernales no dan leche, sino pena”.
Pedernales, distante a 307 kilómetros de Santo Domingo, tiene una población de alrededor de 17,000 habitantes, la mayoría desempleados. La elección de un legislador o del alcalde del municipio en períodos electorales puede depender de un núcleo familiar numeroso. Las votaciones cerradas son memorables. Un congresista, que obtuvo menos de 3,000 votos para alcanzar una banca en el Senado de la República, ganó por diferencia de 14 votos.
La pobreza es palpable en el sinuoso trayecto a esta provincia del Suroeste profundo. Entre Barahona y Pedernales muchas familias sobreviven de la venta de pescado frito, víveres, frutas, ensartas de tilapias y combustible en botellas de vidrio. El progreso tiene muchos años estancado en el camino hacia esta región saturada de miseria y necesidades.
Rutina del pueblo. Pedernales uno de los pueblos de la región con un gran número de colmados, colmadones, cafeterías y pequeños negocios, incluso tarantines que operan en las aceras. También hay estaciones de combustible, gas licuado de petróleo, modestos hoteles, farmacias, restaurantes y supermercados, Cada familia se las arregla para sobrevivir como pueden, de manera digna, pues la caridad oficial no abunda en este lugar los empleos de instituciones gubernamentales son insuficientes.
En distintos horarios, el notable la escena de grupos de personas que se desplazan por la carretera para acceder a un área donde la zona franca industrial de esta provincia deposita desperdicios. En el lugar, distante a varios kilómetros del pueblo, la gente recoge mercancía de segunda mano y la revende. Es una forma de sobrevivir.
La presencia de haitianos en el pueblo es notable, mujeres en su mayoría. No parece molestar a ninguna persona. Ellas recorren las calles, bajo el ardiente y sofocante calor. Ofertan mercancías al mejor postor.
El mercado binacional, que opera lunes y viernes de cada semana en el vulnerable punto fronterizo entre República Dominicana y Haití, moviliza el pueblo. Mucha gente llega de otras comunidades a comprar.
El regateo entre vendedores y compradores es intenso, pero se entienden perfectamente y terminan poniéndose de acuerdo.
Los fines de semana, niños haitianos cruzan la frontera y practican deportes, principalmente baloncesto, con grupos de niños dominicanos, en un intercambioamistoso, sin prejuicios, discriminación ni barreras. http://hoy.com.do/la-agonia-de-pedernales/

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