VATICANO (AP) — El papa Francisco pidió el jueves una audaz revolución cultural para corregir lo que describió como un sistema económico "estructuralmente perverso" en el que los ricos explotan a los pobres y que convierte la Tierra en un "inmenso montón de porquería".
En un amplio manifiesto que espera tenga efecto en las negociaciones climáticas de la ONU, la política nacional y la vida cotidiana, Francisco explicó aspectos de la ciencia sobre el calentamiento global, un fenómeno que atribuyó a un modelo industrial injusto y basado en los combustibles fósiles que daña sobre todo a los pobres. En su documento citó las escrituras, a pontífices pasados y textos de obispos, y pidió a la gente de distinta confesión o aconfesional que experimente un despertar para salvar la creación divina para las futuras generaciones.
El texto critica a las grandes empresas y a los escépticos del cambio climático.
"No basta con equilibrar, a medio plazo, la protección de la naturaleza con las ganancias financieras o la conservación del medio ambiente con el progreso", escribió. "Las medidas a medias simplemente retrasan el desastre inevitable. Simplificando, es una cuestión de redefinir nuestro concepto de progreso".
Los científicos expertos en medio ambiente creen que el documento, la primera encíclica sobre el medio ambiente, podría tener un efecto drástico en el debate sobre el clima, al sumar la autoridad moral del muy popular Francisco a un asunto que durante años se ha debatido sólo en términos científicos, económicos y políticos.
La encíclica podría "cambiar la forma en la que la gente piensa en esto", indicó Veerabhadran Ramanathan, científico en la Institución Scripps de Oceanografía.
"Ya no es política", señaló, indicando que a la gente suele resultarle difícil comprender conceptos científicos, pero responde a argumentos enmarcados en la moral y la ética.
Por su parte, la industria energética no tardó en criticar la encíclica y su mensaje contrario a los combustibles fósiles.
"La simple realidad es que la energía es el ingrediente esencial del mundo moderno", afirmó Thomas Pyle, del Instituto de Investigación de Energía, un grupo conservador que defiende el libre mercado. "La aplicación de energía asequible hace mejor todo lo que hacemos: producción de alimentos, manufactura, sanidad, transporte, calefacción y aire acondicionado".
Francisco dijo esperar que su documento inspire un cambio drástico en el corazón y la mente de la gente corriente en su vida cotidiana y en los que toman decisiones en la cumbre climática de Naciones Unidas de este año. Ahora debe escucharse "tanto el llanto de la Tierra como el llanto del pobre", afirmó.
"Esta visión de la 'ley del más fuerte' ha engendrado una inmensa desigualdad, injusticia y actos de violencia contra la mayoría de la humanidad, dado que los recursos terminan en las manos del primero en llegar o el más poderoso: el ganador se lo lleva todo", indicó Francisco en el texto. "Completamente opuestos a este modelo, están los ideales de armonía, justicia, fraternidad y paz propuestos por Jesús".
La encíclica "Laudato Si" ("Alabado sea") son 191 páginas de Francisco en estado puro. Es un texto accesible y directo lleno de dardos que harán sentirse incómodos a muchos conservadores y escépticos climáticos, incluido el Congreso de Estados Unidos, que acogerá en septiembre el primer discurso de un papa en el Capitolio.
Es probable que incomode a varios aspirantes a la presidencia de Estados Unidos, dado que algunos republicanos, entre los que hay católicos, dudan de los argumentos científicos sobre el cambio climático y han dicho que el pontífice debería mantenerse al margen del debate.
"No creo que debamos politizar nuestra fe", dijo el aspirante a la candidatura republicana a la presidencia Jeb Bush, converso al catolicismo, la víspera de que se publicara la encíclica. "Creo que la religión debería tratar de hacernos mejores como personas, y menos sobre cosas que terminan en la esfera política".
Sin embargo, uno de los argumentos centrales de Francisco es que en realidad no hay distinción entre los seres humanos, su fe y el medio ambiente.
"Todo está relacionado, y nosotros los seres humanos estamos unidos como hermanos y hermanas en un maravilloso peregrinaje, entrelazados con el amor de Dios por cada una de sus criaturas y que también nos une en cariñoso afecto con el hermano Sol, la hermana Luna, el hermano río y la madre Tierra", escribe.
Francisco, químico de formación, asume como un hecho que el mundo se está calentando y la actividad humana es la principal responsable.
"La Tierra, nuestro hogar, empieza a verse más y más como un inmenso montón de porquería", escribió.
La encíclica se refiere a la deforestación de la Amazonía, el deshielo de los glaciares árticos y la muerte de arrecifes de coral, y critica a los "obstruccionistas" escépticos climáticos que "parecen más preocupados de enmascarar los problemas u ocultar sus síntomas". Y culpa a los políticos de atender más a los intereses de la industria del petróleo que a las escrituras o al sentido común.
También elogia el estilo sencillo por el que se le conoce, rechazando el aire acondicionado y las urbanizaciones cerradas en favor de coches compartidos, reciclaje y la cercanía con los pobres y marginados. El papa pide políticas valientes, radicales y a largo plazo para que el suministro eléctrico del mundo haga una transición de los combustibles fósiles a energías renovables, y señala que la compraventa de créditos de emisiones de dióxido de carbono no resolverá el problema, y es sólo "un ardid que permite mantener el consumo excesivo de algunos países y sectores".
"Nadie propone volver a la Edad de Piedra, pero sí debemos frenar y mirar a la realidad de forma diferente, apropiarnos del progreso positivo y sostenible que se ha hecho, pero también recuperar los valores y los grandes objetivos arrollados por nuestros desatados delirios de grandeza", escribió Francisco.
Algunas personas han criticado al papa, de origen argentino, por defender lo que consideran un socialismo de estilo latinoamericano. Esta semana replicó de nuevo a esas voces críticas y afirmó que preocuparse por los pobres no es un signo de comunismo.
Dentro de la Iglesia, muchos católicos conservadores han cuestionado el gran hincapié del pontífice en el medio ambiente y el cambio climático sobre otros asuntos como el aborto y el matrimonio.
Francisco sí trata el aborto y cuestiones de población en la encíclica, y critica a los ecologistas que muestran preocupación por conservar la naturaleza, pero no las vidas humanas.
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Zoll y Borenstein informaron desde Nueva York. Los periodistas de Associated Press Karl Ritter en Estocolmo, Suecia, y Daniela Petroff en el Vaticano contribuyeron a este despacho.
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