viernes, 16 de febrero de 2018

Leonel y su discurso contra el continuismo | Andrés L. Mateo

Leonel y su discurso contra el continuismo

Andrés L. Mateo - 15 de febrero de 2018 

Andrés L. MateoLeonel Fernández tuviera razón si su discurso sobre el continuismo estuviera destinado no a que él vuelva al poder, sino a cambiar la práctica política que convierte la Constitución del país en  la ramera predilecta de quienes tienen vocación de eternidad.  De Pedro Santana a Horacio Vásquez, hasta llegar a Danilo Medina, no solo hay la vulneración descarada de la Constitución de la república; sino un poco más del 64% de la vida republicana arropada por la ambición de poder y el autoritarismo, ciento once años de continuismo desintitucionalizador y corrupto, más numerosas alteraciones constitucionales que llevaron a prolongar en el poder a déspotas y ladrones disfrazados de redentores. Y lo peor para Leonel es que ése dato demoledor lo incluye a él mismo como actor de la historia. Que cite a Horacio Vásquez y lo  que su ambición abrió al totalitarismo trujillista, debería llevarlo a citar también lo que  ocurrió con el movimiento del 23 de febrero del 1930.
El movimiento del 23 de febrero de 1930 es una excelente demostración de lo que en la historia es la ilusión y la realidad. En la misma medida en que el gobierno de Horacio Vásquez se desgastaba, Trujillo se fortalecía; y aunque el liderazgo aparente del movimiento recaía en la figura del arielista Rafael Estrella Ureña, al final lo que sucedió fue otra cosa. Trujillo emergió de la sombra, conculcó rápidamente las libertades públicas, y ahogó los ímpetus de tribunos como Leoncio Ramos, quien había sido un portaestandarte del antireeleccionismo contra Horacio Vásquez, y luego apoyó a Trujillo sin ningún miramiento. Por el camino de la ilusión que fingía luchar contra las violaciones constitucionales de Horacio Vásquez, se nos introdujo el absolutismo.  En la historia dominicana los gobernantes no se han ceñido al espíritu de la constitución, y presidentes como Horacio Vásquez, o Danilo Medina ahora, cuyas historias políticas se han levantado sobre la base de sus luchas contra la reelección, han obligado a amoldarse a sus ambiciones el espíritu de la ley, reformando la constitución de la república en su propio beneficio. Leonel Fernández no tuvo que hacerlo porque la ambición de Hipólito Mejía, en el 2004,  le hizo el trabajo y le abrió el camino. Pero la constitución del 2010 fue su obra, y un año después el propio Leonel Fernández intentó violarla. Igual que Pedro Santana, quien hizo cuatro constituciones y violó tres. O Buenaventura Báez, que se enseñoreó sobre cinco periodos. O Lilís, con cinco también. O Trujillo, que iba al sanitario con un pedazo de la constitución en la mano. Y Balaguer, seis veces presidente, y la constitución le importaba un carajo. O el tiburón podrido que se comió ése turpén de  Danilo Medina.
El discurso contra el continuismo de Leonel Fernández, por lo tanto, es una forma de meternos de contrabando la continuidad del modelo. Porque en los hechos concretos su diferencia con Danilo Medina es solo de forma. Y porque aunque Danilo se ha diluido en agua de borraja, Leonel no significa un cambio verdadero.  La dictadura que él pronostica si se viola  la constitución para permitir de nuevo la reelección de Danilo  ya existe. No requiere de presos políticos, de perseguidos ni opositores en el exilio; la dictadura  es ése manejo despótico del aparato institucional, la concepción patrimonial del estado que lleva a la hipercorrupción, el peso brutal de la impunidad como política de estado, las ventajas que se derivan de haberse convertido en amo y señor del presupuesto. Nadie mejor que Leonel lo sabe, porque él mismo lo ha sufrido en carne propia.  Nosotros vivimos en el marco formal del juego democrático, pero bajo el predominio de un partido estado, cuyo control lo ejerce un grupo económico que invirtió en el proyecto político de Danilo Medina, y ahora cobra opíparamente sus beneficios. Esa es la dictadura real, y Leonel no está al margen de su creación, aunque ahora se crea víctima. 
https://acento.com.do/2018/opinion/8537403-leonel-discurso-continuismo/
Andrés L. Mateo / Del tiempo presente
Escritor, novelista, poeta, educador, critico literario, ensayista, investigador y filósofo. Ganador del Premio Nacional de Literatura 2004. Estudió Filología en la Universidad de La Habana. Actualmente es Decano de Estudios Generales, de la Universidad APEC. autor de las novelas Pisar los dedos de Dios,1979. La otra Penélope, 1982. La balada de Alfonsina Bairán, 1992. El Violín de la Adúltera, 2007.

Democracia interna - Por Orlando Jorge | @orlandojm

Democracia interna

Por: Orlando Jorge Mera    
Publicado el: 14 febrero, 2018 orlandojorgemera@yahoo.com e-mail: redaccion[@]elnacional.com.do
La posposición de las primarias del PRM para el 18 de marzo obliga a redoblar todos los esfuerzos para garantizar que las mismas culminen exitosamente, y sobre todo, que efectivamente sean una fiesta de la democracia. Hubo razones técnicas atendibles para posponer el evento, que por supuesto, deben ser cumplidas a cabalidad. Me referiré a lo que los dirigentes y militantes del partido esperamos de este proceso.
Vale la pena recordar que quien habla fue sancionado y expulsado del entonces PRD por precisamente reclamar la democracia interna, que hoy está erigida como derecho constitucional, y que es sin dudas, junto con la transparencia, los valores fundamentales que caracterizan el ejercicio político que anhelamos la mayoría de los dominicanos. Esa fue la causa eficiente de la formación del PRM.
¿Cómo explicar que se hubiesen hecho señalamientos a dedo de candidaturas en este proceso convencional, que van en contra completamente de los postulados del partido? Oportuno es recordar, según el artículo 8 de los Estatutos, el PRM garantiza a los afiliados (militantes) estos derechos: “a) Elegir y ser elegible, tanto a los cargos de dirección interna de la organización como a los de elección popular, conforme a los requisitos contemplados en la Constitución de la República, la legislación vigente, los presentes Estatutos y los reglamentos correspondientes; y f) Participar en procesos electorales internos democráticos y transparentes”.
Lo ideal era que el liderazgo partidario hubiese permanecido como árbitros del proceso, pero ahora lamentablemente son parte activa del mismo. Son jueces y parte, y eso desafortunadamente no ayuda el gran esfuerzo que hizo un conjunto de dirigentes para la conformación del padrón de 520,000 militantes. No obstante, se está a tiempo de rectificar, y la rectificación sería en el sentido de ratificar que el voto de la militancia es secreto, sagrado y respetado en las filas del PRM.
Ciertamente que, entre los aspectos positivos, está la gran cantidad de aspirantes, jóvenes y mujeres, que están dinamizando las bases del partido, de lo cual me siento orgulloso. Pero, también, hay que reconocer la experiencia de los dirigentes que fundaron este partido y que tienen todavía mucho que aportar para convertir el PRM en opción de poder en 2020.
El día 18 de marzo, tengo la esperanza de que el partido saldrá fortalecido, no los grupos o corrientes que lo integran, sino la visión de que todos somos necesarios, y que el país vea y sienta que estamos preparados para gobernar. Ese es el reto. http://elnacional.com.do/democracia-interna/