SERVICIO DE NOTICIAS en favor de la democracia participativa, el desarrollo humano, la paz, el medio ambiente y la cultura.- Santo Domingo, República Dominicana / Luis ORLANDO DIAZ Vólquez - OPINIÓN, NOTICIAS Y COMENTARIOS. Haciendo de la lucha contra la pobreza un apostolado templario./ email: guasabara.editor@gmail.com - http://www.facebook.com/GuasabaraLUISorlandoDIAZ - @GUASABARAeditor
Brad Parscale en la Torre Trump de Nueva York.ALBIN LOHR-JONES / POOLEFE
“Pronto entendí que Donald Trump iba a ganar a través de Facebook. Twitter era el medio para hablar con la gente. Facebook era la forma de ganar. Facebook era el método, la autopista en la que íbamos a conducir el coche”, acaba de reconocer el gurú digital de Trump en televisión.
Casi un año después de las elecciones, el papel de las redes sociales y la publicidad segmentada en Internet está cada vez más en entredicho. A la trama rusa, se suma la confesión de Ben Parscale, responsable de la campaña digital de Trump. Un perfecto desconocido que llevaba la web de las bodegas Trump con una pequeña agencia de márketing digital.
En una entrevista con el programa 60 Minutes de CBS, emitida el domingo por la noche, ha reconocido que contaron con ayuda de Facebook, Google y Twitter para alcanzar su meta. Llama la atención el caso de Facebook: “Tenían gente empotrada en nuestras oficinas. Eran empleados de Facebook que venían a trabajar a diario a nuestras oficinas”. Añadió un matiz: “Los empleados de Twitter y Google venían varios días por semana”.
Preguntado por si consideraba esto como una ventaja competitiva consideró que sus oponentes demócratas rechazaron la ayuda: “Nosotros tomamos oportunidades que creo que el otro lado no quiso”.
Parscale se ha prestado a declarar y compartir su experiencia con la comisión que investiga el hackeo de la campaña. Se espera que Facebook declare el próximo 1 de Noviembre. El mismo día que, casi al mismo tiempo, desgranará sus resultados financieros con analistas de Wall Street. “Me lo ha pedido el Comité de Inteligencia, quieren que vaya a una vista voluntaria y he aceptado. Estoy deseando compartir todo esto con ellos”, dijo ya en julio.
Dado el cariz político y la relevancia de estas elecciones, han saltado las alarmas. También por la intensidad de la relación, pero no es extraño que las grandes tecnológicas se acerquen a sus grandes clientes ofreciendo formación para usar sus herramientas. En esta misma línea, es habitual que colaboren en talleres y jornadas de formación en medios de comunicación, buscando llegar a ła audiencia de manera más efectiva.
Parscale llevó a cabo el mismo tipo de campaña que haría con una marca comercial, basándose en datos y perfiles para segmentar la audiencia. Durante pasajes de la entrevista deja claro que Donald Trump no tenía esperanza alguna en el soporte digital; era un ferviente defensor del poder de la televisión, hasta que consiguió convencerle.
Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca la vida y cotización de este semidesconocido ha cambiado por completo. Su empresa, una pequeña oficina en San Antonio (Texas) se ha extendido a Nueva York, Washington, Chicago y San Francisco. Además, el pasado 1 de agosto vendió la división de diseño por nueve millones de dólares a Cloud Commerce. Su plan es trasladar a Florida su división de análisis de márketing y datos políticos. Sostiene que el aeropuerto ofrece mejores conexiones. https://elpais.com/internacional/2017/10/09/actualidad/1507524039_928191.html
Estadounidense Thaler, Nobel de Economía por estudios de economía conductual
El estadounidense Richard H. Thaler, de la Universidad de Chicago, fue galardonado hoy con el premio Nobel de Economía por sus estudios de la economía conductual, anunció la Real Academia Sueca de las Ciencias.
Richard H. Thaler.
El galardón reconoce el trabajo de Thaler por integrar la economía y la psicología, explorando "cómo las limitaciones en el raciocinio, las preferencias sociales y la falta de autocontrol afectan a las decisiones individuales y a las tendencias en el mercado".
El fallo asegura asimismo que el estadounidense ha sido un "pionero" en este ámbito, al contribuir de forma decisiva "a construir un puente entre los análisis psicológicos y económicos de los procesos de decisión individuales".
La perspectiva conductual incorpora a la economía "un análisis más realista de cómo piensan y actúan las personas cuando están tomando decisiones económicas", lo que ayuda a "diseñar medidas e instituciones que incrementan los beneficios para el conjunto de la sociedad".
Esta aproximación a la economía difiere de la teoría tradicional, que asumía que las personas tenían buen acceso a la información y podían procesarla de forma correcta, algo que en ocasiones distaba mucho de la realidad.
La contribución de Thaler fue redefinir el análisis de las decisiones, incluyendo elementos psicológicos que "influyen de forma sistemática la toma de decisiones económicas".
Thaler, de 72 años, nació en East Orange (EEUU), se graduó en 1967 en la Universidad Case Western Reserve y se doctoró en la de Rochester en 1974.
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Economía creativa - Tambero, software para el campo
Antes de comenzar a trabajar en la Universidad de Chicago en 1995 enseñó en la de Rochester and Cornell, además de ser profesor visitante en la Universidad de British Columbia y diversas centros superiores de estudios en el país.
Como cada uno de los restantes premios Nobel, el de Economía está dotado con 9 millones de coronas suecas (943.784 euros, 1,1 millones de dólares.
Es el único de los seis premios Nobel que no fue instituido por el creador de los premios, el magnate sueco Alfred Nobel, sino por el Banco Nacional de Suecia en 1968.
El premio del Banco Nacional de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel, como se llama oficialmente, distinguió el año pasado las contribuciones del estadounidense Oliver Hart y el finés Bengt Holmström a la teoría de los contratos, con múltiples aplicaciones que van desde la legislación sobre quiebras hasta las constituciones nacionales.
Con este galardón se cierra este año la ronda de los premios Nobel, tras concederse la semana pasada los de Medicina, Física, Química, Literatura y el de la Paz.
CP (efe, rtr)
CRONOLOGÍA DEL ESCÁNDALO DEL DIÉSEL
La carrera hacia el desastre
Aproximadamente dos semanas después de que VW confesase que había usado un software para manipular los coches diésel, la Agencia Ambiental de Estados Unidos lo publicó oficialmente el 18 de septiembre de 2015. A partir de ahí, la crisis comenzó a acelerar rápidamente y pronto se cobró sus primeras víctimas.
¿Cómo gestionar la proliferación nuclear, el terrorismo internacional, la ciberdelincuencia, el cambio climático, la desigualdad o los movimientos migratorios involuntarios?
En Davos (Suiza), el World Economic Forum encarga desde hace 12 años a la firma Marsh & McLennan la elaboración de un informe anual sobre riesgos globales. Un documento que recoge el panorama de los grandes retos que tiene el mundo, tanto desde el punto de vista de probabilidad como de impacto. Es como un aviso a los dirigentes políticos, económicos y sociales de todo el mundo sobre las tareas que tienen ante sí para evitar el colapso económico mundial.
En 2017, de los cinco riesgos globales más probables, dos estaban directamente relacionados con el cambio climático (acontecimientos extremos del clima y desastres naturales); otros dos, con la situación geopolítica mundial (movimientos migratorios involuntarios a gran escala y ataques terroristas masivos), y el quinto ha llegado por primera vez al informe, probablemente para quedarse: incidentes masivos de fraude informático o, dicho de otra manera, ciberdelincuencia.
“La gobernanza global cada vez es menos eficaz en la gestión de estos riesgos”, según Félix Arteaga
En cuanto al impacto sobre la economía mundial, el informe enumera las cinco mayores amenazas: las armas de destrucción masiva, los fenómenos climáticos extremos, la crisis del agua, los desastres naturales y el fracaso de las políticas contra el cambio climático.
¿Cómo gestionar estos riesgos? ¿Cómo de grave es la amenaza global que predicen los expertos? ¿Es posible un Pearl Harbour cibernético? ¿Son capaces los líderes mundiales actuales de pactar políticas comunes para hacer frente a estas amenazas? ¿Hasta cuándo se van a arrastrar los pies en la gestión del cambio climático? ¿Somos conscientes de la gravedad creciente del terrorismo islamista?
EL PAÍS ha planteado estas y otras preguntas a expertos en seguridad, economía, cambio climático o tecnología, y la conclusión no es muy optimista. Es verdad que hay modelos de gestión de los riesgos globales y que Gobiernos, empresas y organismos internacionales son conscientes de la magnitud de los problemas. Pero ni la coordinación global es suficiente, ni mucho menos los recursos que se aplican a luchar contra estas amenazas.
Decisiones difíciles
Félix Arteaga, experto en seguridad del Real Instituto Elcano, no quiere ser pesimista, aunque analiza con realismo la situación: “La gobernanza global cada vez es menos eficaz en la gestión de esos riesgos”, dice. “Técnicamente, estamos más preparados, pero las decisiones globales son más difíciles de tomar". Explica que la gestión de las amenazas globales exige una metodología basada en cinco puntos: “Asumir el problema, mediante indicadores de percepción de los líderes y de la población; evaluarlo, con un análisis profundo; articular medidas, mediante un plan de actuación claro y definido; dotarlo de recursos suficientes, e imponer el cumplimiento de la norma”. Los tres primeros pasos son más fáciles de asumir que los dos últimos.
ampliar fotoEl Reloj del Apocalipsis es un reloj simbólico mantenido desde 1947 por la Universidad de Chicago. Cuanto más se acerca a las doce de la noche, mayores son las amenazas globales.SCOTT OLSONGETTY
En definitiva, Arteaga habla de estrategia, política, regulaciones y recursos, y es consciente de que algunos de los riesgos son relativamente nuevos (esencialmente los derivados del cambio climático, de los movimientos migratorios involuntarios y de los ciberataques), “y muchas veces se requiere un tiempo de adaptación ante esos fenómenos nuevos”.
Hay alerta mundial ante la posibilidad del ‘big one’, un ciberataque contra infraestructuras esenciales
Pablo Bernad, responsable de gestión de riesgos en España de la consultora KPMG, urge la adaptación necesaria a las nuevas amenazas. “El trabajo del empresario es gestionar los negocios adaptándose a los tiempos”, explica. “Y en unos momentos de cambio constante hay que aplicar el principio de resiliencia, pero también revisar con cierta frecuencia los planes de contingencia, porque quedan obsoletos en poco tiempo”.
La metodología que aplica Bernad a la gestión de todos los riesgos en el mundo empresarial tiene muchas similitudes con el modelo de Arteaga. “Lo primero que hay que hacer es conocer muy bien el negocio en todas sus facetas”, dice. “A continuación, hay que definir una matriz de riesgos clasificados y valorar dos ejes: la posibilidad de que ocurran y la gravedad del impacto. Luego es necesario establecer controles para mitigarlos, hacer partícipes a todos los empleados de los planes de gestión de riesgos y, sobre todo, tomar la decisión de invertir para mitigar las amenazas latentes”.
Todos coinciden en que la seguridad total no existe y en que la clave de una gestión de riesgos eficaz está en la evaluación y el análisis previo para determinar los recursos necesarios para minimizar las amenazas. En el caso del terrorismo, los expertos consultados destacan la necesidad de adaptarse a las nuevas formas de actuación de los terroristas.
Expertos del CNI en el análisis antiterrorista destacan que “además de la labor de prevención, cada vez es más importante el trabajo prospectivo y la utilización de los avances tecnológicos”. Internet es la forma de comunicarse de los terroristas potenciales y, según explican estos analistas, “hay realmente influencers en terrorismo, que marcan la tendencia internacional y distribuyen técnicas mortales de actuación. El anonimato y el alcance global son sus ventajas. Por eso, hay que hacer un seguimiento exhaustivo, porque, como es lógico, no se les encuentra en Google. En el Internet profundo hay que rastrear por capas y trabajar en colaboración con otros servicios de inteligencia internacionales”.
Las medidas contra el terrorismo suelen ser poco flexibles: una vez adoptadas, avanzan por sí solas
Félix Arteaga va un poco más allá en el análisis sobre la gestión de riesgos terroristas. “La percepción social es muy importante en estos asuntos”, explica, “y cuando se gestionan estas percepciones, con mucha frecuencia nos encontramos con un debate importante, sobre todo en Europa, entre seguridad y libertad”. No hay que olvidar que las medidas contra el terrorismo suelen ser poco flexibles y, una vez adoptadas y dotadas de medios, avanzan por sí solas.
No hay que olvidar tampoco el aumento de la desigualdad en los países desarrollados como potenciador de algunos de esos riesgos globales. El crecimiento del desempleo aumenta la pobreza, y esa sensación de debilidad social acaba reforzando los peores instintos racistas y xenófobos.
Alfonso Bilbao, presidente de la comisión técnica de la Fundación Empresa Seguridad y Sociedad (ESYS), explica que “los ciberataques pueden alcanzar a millones de usuarios por dos causas: porque les afecte directamente a sus dispositivos (ordenadores, teléfonos inteligentes o tabletas) o porque afecte a sus datos alojados en otros servidores, y, lo que es más importante, porque afecte a sus derechos y libertades”.
“Estos ataques no son imaginarios”, resalta Alfonso Bilbao, “ya existen e implican el acceso informático a servidores de grandes empresas. Normalmente, estos ciberataques se dirigen desde organizaciones ligadas directamente a Gobiernos y están directamente relacionadas con razones políticas, bélicas o prebélicas”.
La pregunta surge inmediatamente: ¿están las empresas y las instituciones suficientemente coordinadas para luchar contra los ciberataques? Y la respuesta es clara y preocupante: no lo suficiente. Todos los expertos consultados coinciden en afirmar que hay déficit triple de coordinación, comunicación y legislación. La ciberdelincuencia es, pues, una auténtica amenaza global que no solo permanecerá, sino que seguirá creciendo y planteando serios problemas a la seguridad global.
Trump forma parte de ese amplio grupo de políticos negacionistas que ponen por delante los intereses económicos sobre la realidad científica. EE UU es el segundo emisor global de gases de efecto invernadero, detrás de China, y su presidente ha llegado a decir: “Acepto que el cambio climático está causando algunos problemas, pero nos hace gastar miles de millones de dólares en desarrollar tecnologías que no necesitamos”. Ya en 2001, otro presidente de EE UU, George W. Bush, abandono el Protocolo de Kioto, retrasando un movimiento que avanza demasiado lento respecto a las amenazas a las que se enfrenta.
El científico Mario Molina, Nobel de Química por sus investigaciones sobre la capa de ozono, fue muy claro hace menos de un mes en declaraciones a EL PAÍS: “El cambio climático no ocasiona los eventos extremos que vivimos, pero sí aumenta su intensidad. Los huracanes Harvey e Irma quizá habrían sucedido también sin cambio climático, pero su virulencia habría sido incomparablemente más baja”.
Otro de los grandes expertos, el norteamericano Ed Rubin (galardonado en 2007 junto a Al Gore con el Nobel de la Paz por sus trabajos sobre cambio climático), fue claro en una reciente conferencia en Barcelona: “La temperatura del planeta ha subido casi un grado en el último siglo, los tóxicos que permanecen en la atmósfera lo harán durante varios siglos y su presencia está considerada la más elevada del último millón de años”. Rubin insiste una y otra vez en que son los Gobiernos del mundo coordinados los que tienen un papel fundamental para solucionar este problema. En su opinión, hay cuatro estrategias imprescindibles para gestionar el riesgo que traen las emisiones de gases de efecto invernadero: “Rebajar la demanda energética en los sectores más importantes de la economía, mejorar la eficiencia de la utilización de la energía, reemplazar los combustibles fósiles con un alto contenido de carbono (como el carbón y el petróleo) y, finalmente, capturar y aislar el dióxido de carbono emitido en la utilización de combustibles fósiles para impedir su liberación en la atmósfera”.
El problema, como en la gestión de otras amenazas, es la dotación de recursos. “¿Qué compañía eléctrica querría invertir mucho dinero en tecnología de este tipo si no hay un incentivo o una obligación?”, se pregunta Rubin. Y la respuesta es muy clara: mientras no haya conciencia de la gravedad de la amenaza (como en los ciberataques, el terrorismo, la escalada nuclear o los movimientos migratorios), no habrá una solución global al problema.