domingo, 29 de marzo de 2015

Los desafíos de las mujeres vistos por tres de las más poderosas de EE.UU.

Lucy Wallis BBC 29 de marzo de 2015
  • 5 horas
Hillary Clinton
¿Se embarcará Hillary Clinton en una nueva campaña para las elecciones de 2016?
Hillary Clinton es la favorita para convertirse en la candidata por el partido demócrata para la presidencia de Estados Unidos en 2016.
A través de su carrera, Clinton ha aprovechado su posición como primera dama de EE.UU., senadora y después como secretaria de Estado, para abogar por los derechos de las mujeres en todo el mundo.
En conversación con la BBC, tres de las mujeres líderes más poderosas de la historia reciente dan su visión sobre lo que se ha logrado hasta ahora.
"Adoro una frase de la exsecretaria de Estado, Madeleine Albright, quien dijo alguna vez que había un lugar reservado en el infierno para las mujeres que no ayudaban a otras mujeres, porque aún falta tanto por hacer", le dijo Clinton a la BBC.

El techo de cristal más alto

Ella es consciente de la responsabilidad que carga como representante de las mujeres a nivel global.
"En el siglo XXI, la mayor tarea pendiente como sociedad es garantizar todos los derechos y oportunidades a las mujeres y niñas, y en eso debemos enfocarnos", sentenció.
Y, a título personal, también tiene una asignatura por completar: la presidencia de Estados Unidos. En 2008, la historia no la favoreció cuando se enfrentó por la nominación presidencial del partido demócrata con Barack Obama.
Techo
"Agrietamos el más alto y más duro techo de cristal de la política estadounidense", dijo Clinton en 2008.
"La idea de postular por la presidencia siendo mujer fue un verdadero acto de fe. Aunque algunas mujeres lo habían intentado en el pasado, nadie había llegado tan lejos", explicó.
"Fui la primera mujer en ganar en una primaria, y después gané varias de ellas, que sumadas me dieron unos 18 millones de votos", añadió.
Cuando Obama finalmente se quedó con la nominación demócrata, Clinton habló de la importancia histórica de que una mujer ocupara la Casa Blanca en el futuro.
"Aunque no fuimos capaces de romper el techo de cristal más grande y más duro de la política estadounidense, gracias a ustedes le hemos hecho 18 millones de grietas", dijo durante el discurso al aceptar la derrota.

Pekín 1995

Grietas en el nivel más alto sólo pueden emerger cuando hay presión y resistencia en el nivel del suelo.
Como primera dama, Clinton reto al mundo cuando le pidió a todas las naciones igualdad de derechos de género durante la cuarta asamblea sobre las mujeres de Naciones Unidas, llevada a cabo en Pekín en 1995.
Además de declarar que "los derechos de las mujeres son derechos humanos", como dijo en su frase más recordada, Clinton habló sobre cómo eran violados esos derechos cada vez que un bebé era ahogado por haber nacido niña.
Habló de la brutalidad de la mutilación genital, el tráfico sexual y cómo el cuerpo femenino se había convertido en carne de cañón de las guerras, mediante el uso de la violación como estrategia de combate.

No tan sentimental

Madeleine Albright fue la primera mujer que ejerció como secretaria de Estado en EE.UU. al ser nombrada en 1997 y compartió una agenda similar.
Ya había empezado a abordar el tema de los derechos de la mujer durante su mandato como embajadora ante las Naciones Unidas desde 1993 hasta 1997, pero ya como una de apenas siete mujeres con puestos permanentes, enfrentó resistencia cuando atrajo la atención al sufrimiento de las mujeres en el conflicto bosnio.
"Cuando iba a las reuniones y hablaba de la importancia de apoyar a Bosnia, un par de los hombres que estaban en la mesa me decía 'no te pongas emocional'", recordó.
No fue hasta el año 2000, cuando la resolución 1325 fue aprobada, que se le dio importancia a la situación de la mujer en la guerra.
Esa fue la primera vez que Naciones Unidas hizo una mención específica sobre las mujeres y fue seguida por dos más que establecieron la violación y el asalto sexual como crímenes de guerra.

Contra el régimen

Como la segunda mujer al frente del segundo puesto más poderoso en Estados Unidos, Condoleezza Rice (sirvió desde 2005 hasta 2009) también abogó por los derechos de las mujeres.
Durante la guerra en Afganistán, puso en el mapa el tema del trato que le daba el gobierno Talibán a las mujeres y no se amedrentó ante ninguna crítica.
"Estamos derramando la sangre de estadounidenses para liberar a la gente de Afganistán de uno de los regímenes más brutales del planeta. Así que para mí es impensable que no usáramos el momento para presionar por los derechos de la mujer. Quizás fuimos torpes y poco experimentados al hacerlo. Y sí, se trataba de una sociedad tradicional que tenía que adecuarse al rol que tienen las mujeres en el siglo XXI", dijo.
Madeleine Albright
Madeleine Albright fue la primera mujer en ocupar la secretaría de Estado de EE.UU.
Como secretaria de Estado, Rice dijo que nunca se encontró en una situación en que fuera tratada diferente por ser mujer.
"Honestamente, si como secretaria de Estado alguien te trata mal porque eres mujer, es tu culpa", dijo Rice.
Y añadió: "En un cargo así tienes muchas flechas en tu aljaba y si alguien se atreve siquiera a cuestionar una parte de tu autoridad, entonces tienes que hacer dos de las cosas que haría cualquier persona cuando se le cuestiona su autoridad: solucionas el problema y sigues adelante o la despides. Yo hice ambas cosas".

Los retos pendientes

Entonces, ¿qué creen estas tres mujeres sobre lo que se ha logrado en los últimos años?
Condoleeza Rice
Condoleeza Rice fue secretaria de Estado durante el gobierno de George W. Bush.
"Pienso que desde Pekín en 1995 al menos se ha logrado reconocer que algo hay que hacer", dijo Albright.
"Ahora no parece un tema tan grave, pero al mirar hacia atrás te das cuenta que los asuntos de las mujeres por siglos han sido temas de menor importancia o asuntos sentimentales en lugar de ser centrales a la definición de políticas exteriores", añadió.
El número de mujeres en posiciones de poder en el mundo desarrollado y los países en vía de desarrollo es alentador para Rice.
"Las mujeres están luchando en partes del mundo donde antes no lo hacía y lo están haciendo por sus derechos".
Para Clinton, cualquier progreso que se ha hecho en relación con los derechos de la mujer ha sido lento.
"Todavía tenemos mucho por hacer, y no nos vamos a desviar del camino, no importa que pase en el mundo, nosotras debemos continuar con esta agenda", dijo.
Sólo el tiempo dirá si esta agenda podrá llevar a Clinton a la Casa Blanca, rompiendo de esa manera el techo de cristal más alto de todos.
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http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/03/150327_finde_sociedad_politica_las_mujeres_amv

La experiencia alemana que cambió la vida de Putin

Chris Bowlby BBC News, Dresde 29 marzo 2015 
Vladimir Putin en Dresde
Lo vivido durantes sus años como espía en Dresde parece haber moldeado el pensamiento de Vladimir Putin.  
Para comprender a Vladimir Putin hay que conocer una historia acaecida en Alemania Oriental en una dramática noche de hace ya un cuarto de siglo.
Corría el 5 de diciembre de 1989 y a pocos días de la caída del muro de Berlín el comunismo alemán agonizaba y la población enardecida parecía estar dotada de una fuerza irresistible
En la ciudad de Dresde una muchedumbre asaltó el cuartel de la Stasi, la temida policía secreta y luego un pequeño grupo de manifestantes se dirigió a los cuarteles del servicio secreto soviético: la KGB.
"El guardia que estaba en la puerta inmediatamente se retiró hasta la casa", recuerda uno de los miembros del grupo, Siegfried Dannath.



Un joven Vladimir Putin
Vladimir Putin de joven.

Pero, poco después, "apareció un oficial, bastante pequeño, agitado", cuenta.
"Nos dijo: 'No intenten entrar a la fuerza. Mis camaradas están armados y tienen autorización para usar sus armas en caso de emergencia'", recuerda Dannath.
Y eso bastó para que el grupo se retirara.
El oficial de la KGB, sin embargo, sabía que el peligro no había pasado.
Y más tarde contaría que llamó al cuartel general de una unidad de tanques del Ejército Rojo destacada en la zona para pedir protección.

"Moscú está callado"

La respuesta que recibió le produjo un choque devastador que le cambió la vida.
"No podemos hacer nada sin órdenes de Moscú", dijo una voz al otro lado de la línea.
"Y Moscú está callado".
Desde entonces la frase "Moscú está callado" ha perseguido a ese hombre, desafiante pero impotente en 1989 y ahora convertido en "Moscú": el presidente de Rusia, Vladimir Putin.



Putin en Dresde
Putin de regreso en Dresde, visitando uno de los lugares que acostumbraba frecuentar en su juventud.

"Creo que se trata de un hecho clave para entender a Putin", dice su biógrafo alemán, Boris Reitschuster.
"Sin el tiempo que pasó en Alemania del Este tendríamos otro Putin y otra Rusia", afirma.

Lecciones importantes

Efectivamente, la experiencia le enseñó a Putin lecciones que no ha olvidado, le dio ideas para su modelo de sociedad y fortaleció sus ambiciones de riqueza personal y una poderosa red de contactos.
Y, sobre todo, le generó una gran ansiedad por la fragilidad de las élites políticas y la facilidad con las que el pueblo puede derrocarlas.



Un documento censurado de la Stasi que menciona a Putin
Un documento censurado de la Stasi que menciona a Putin

Putin había llegado a Dresde a mediados de la década de 1980 para su primer puesto en el extranjero como agente de la KGB.
La República Democrática Alemana (RDA), un estado comunista ubicado en la zona de influencia soviética luego de la derrota de la Alemania nazi, era muy importante para Moscú y estaba llena de espías y militares.
Y desde su juventud Putin siempre había querido ser parte de la KGB, inspirado por historias heroicas en las que, como recordaría luego, "el esfuerzo de un hombre podía conseguir lo que no lograban ejércitos, y un espía podía decidir el destino de miles de personas".
Mucho del trabajo de espionaje que tenía que hacer en Dresde no era particularmente excitante, pero al menos él y su joven familia podían disfrutar de la buena vida de Alemania Oriental, muy diferente a la de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
"Las calles estaban limpias. Las ventanas se lavaban una vez a la semana", recuerda su esposa de entonces, Ludmila, en una entrevista publicada en el año 2000 como parte del libro "Primera Persona", una compilación de entrevistas con el entonces poco conocido mandatario ruso.



Cuarteles de la KGB en Dresde
El cuartel de la KGB en Dresde que Putin ayudó a proteger.
El edificio de apartamentos donde vivía la familia Putin en Dresde
El edificio de apartamentos donde vivía la familia Putin.

Los Putin vivían en un edificio de apartamentos especial, en el que tenían por vecinos a otros agentes de la KGB o de la Stasi.
"Pero a juzgar por cómo vivían, los agentes de la RDA tenían salarios más altos que nuestros muchachos. Nosotros tratábamos de ahorrar, para poder comprar un auto", recuerda Ludmila.
Y no sólo los estándares más altos de vida diferenciaban a Alemania del Este de la URSS: la RDA también permitía la existencia de varios partidos políticos, a pesar de que funcionaba como un régimen comunista.
"Para Putin era como un pequeño paraíso y lo disfrutaba mucho", dice Boris Reitschuster. "Reconstruyó una especie de RDA en la Rusia de hoy".

Momento de cambio

En el otoño de 1989, sin embargo, el paraíso empezó a convertirse en una especie de infierno para la KGB.
Y en las calles de Dresden Putin empezó a ver a la gente comportarse de formas incomprensibles e inaceptables para él.



Solicitud de Putin al Mayor General Horts Boehm
El contacto de la Stasi al que Putin le dirigió esta carta se suicidó a inicios de 1990.

A inicios de Octubre, por ejemplo, a cientos de ciudadanos alemanes orientales que habían solicitado asilo político en la embajada de la República Federal de Alemania en Praga se les permitió viajar a la RFA por tren.
Los trenes estaban sellados, pero al pasar por Dresde una muchedumbre trató de romper los cordones de seguridad para abordarlos y poder escapar.
Según el alcalde comunista de la época, Wolfgang Berghofer, en la ciudad reinaba el caos y muchos asumieron que la violencia era inevitable.
"Había un batallón de tanques soviéticos estacionado en la ciudad", recuerda. "Y sus generales me habían dicho claramente: 'Si Moscú da la orden, los tanques saldrán'".
Y Vladimir Putin seguramente estaba convencido de que los oficiales soviéticos –a los que conocía y había tratado– no iban a dudar en entrar en acción.
Pero no: Moscú, bajo Mijaíl Gorbachov, "estaba callado". Los tanques del Ejército Rojo nunca salieron a la calle. Nadie protegió a los agentes de la KGB.
Putin y sus colegas trabajaron frenéticamente para quemar cualquier evidencia de su trabajo de inteligencia.
"Yo personalmente quemé muchísimo material", recordaría luego Putin en "Primera Persona". "Quemamos tantas cosas que el horno explotó", cuenta.

Una nueva vida

La implosión de Alemania Oriental en los siguientes meses tuvo un enorme impacto sobre él y sobre su familia.
"Teníamos la horrible sensación de que el país que casi se había vuelto nuestra casa estaba dejando de existir", recuerda su esposa, Ludmila.



Vladimir Putin
De 1990 a 1996 Putin trabajó para el alcalde de San Petersburgo. Luego se mudó a Moscú y empezó su meteórica ascención.

"Mi vecino, que era también mi amigo, lloró por una semana. Estaba colapsando todo lo que tenían: sus carreras, sus vidas", cuenta.
Y uno de los contactos claves de Putin en la Stasi, el Mayor General Horst Boehm, fue humillado por los manifestantes y terminó suicidándose poco después.
Putin pudo reflexionar sobre lo que puede ocurrir cuando el poder popular se vuelve dominante durante su largo regreso a casa.
"Sus amigos alemanes le regalaron una lavadora vieja y con ella condujeron de regreso a Leningrado", cuenta la biógrafa y crítica de Putin Masha Gessen.
"Se fue sintiendo que había estado sirviendo a su país y no tenía nada para mostrar", agrega.
Y también regresó a un país que también estaba al borde del colapso y había cambiado radicalmente bajo Mijaíl Gorbachov.
En palabras de Gessen: "Se encontró con un país que había cambiado en formas que no comprendía y que no quería aceptar".

Contactos y miedos

¿Qué podía hacer Putin en su vieja ciudad, ahora rebautizada como San Petersburgo?
Manejar un taxi fue una posibilidad que se consideró fugazmente. Pero pronto Putin se dio cuenta que de Alemania se había traído algo más que una lavadora vieja.



Putin en Dresde
Putin es el segundo de izquierda a derecha en la cuarta fila.

En Dresde había sido parte de una red de individuos que ahora estaban muy bien ubicados para prosperar política y económicamente en la nueva Rusia.
Y según la profesora de la Universidad de Miami, Karen Dawisha, autora del libro "La cleptocracia de Putin: ¿Quiénes son los dueños de Rusia?", mucha de la gente que conoció en Dresde ahora son parte de su círculo íntimo.
La lista incluye a Sergei Chemezov, quien por años manejó la agencia de exportación de armas de Rusia, y Nikolai Tokarev, quien encabeza la compañía estatal Transneft.
Y la lista no solo incluye rusos: Matthias Warnig – un antiguo oficial de la Stasi, que se cree estuvo en Dresde en la misma época que Putin – es actualmente el gerente general de Nordstream, el gasoducto que lleva gas ruso a Alemania a través del mar Báltico.




Por lo demás, muchos analistas creen que eventos como el levantamiento popular de la plaza Maidan en Ucrania han revivido los malos recuerdos de Putin y especialmente los de aquella noche de diciembre de 1989 en Dresde.
"Yo creo que cuando ve a las muchedumbres en Kiev en 2014, en Moscú en 2011 o en Kiev en 2013, se acuerda de su tiempo en Dresde. Y todos sus viejos miedos resucitan", dice Reitschuster.
Y dentro suyo tal vez también está el recuerdo de como el cambio puede ser moldeado no solo por la fuerza o la debilidad, sino también por la emoción.
En 1989 Vladimir Putin fue testigo de cómo el sentimiento patriótico, combinado con los anhelos de democracia, resultaron mucho más poderosos que la ideología comunista.
Y por eso al preguntarse qué es lo que Putin podría hacer después bien vale la pena recordar lo que ya ha vivido.
Y una cosa es segura: mientras Vladimir Putin tenga las llaves del Kremlin, es poco probable que Moscú vuelva a quedarse callado.

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