No fue sino hasta hace unos días, durante una entrevista con el periodista Marino Zapete, que pude ver las imágenes del incidente que ocurrió el 16 de agosto pasado, al momento en que el diputado Fidelio Despradel (diputado nacional por el partido Alianza País), declinó juramentar a la hermana de Danilo Medina, la diputada Lucía Medina, como presidenta de la Cámara de Diputados.
Al propio Zapete le fue difícil obtener una copia del video. El mismo 16 de agosto fui testigo de la espesa censura que alejó de las grandes tribunas de la información aquel acontecimiento más simbólico que otra cosa, pero altamente significativo. A la misma hora que Fidelio intervenía, estaba siendo yo entrevistado por Juan Bolívar Díaz y Rafael Toribio en Uno más Uno sobre la toma de posesión del presidente Medina, cuando nos llegaban rumores acerca de la acción de Fidelio y la posible ausencia de los legisladores opositores. No teníamos imágenes ni sonidos de lo que estaba ocurriendo en el interior del Congreso de Diputados. Mis anfitriones no comprendían el por qué no se cubría periodísticamente la situación, mientras los reporteros presentes en el lugar de los hechos solo se limitaban a cubrir los triviales arribos de funcionarios públicos a la explanada de la sede del Poder Legislativo nacional. No nos cabía duda alguna de lo que estaba ocurriendo.
Fidelio inició su alegato argumentando la inequidad que existió en un torneo electoral viciado por el uso de recursos estatales para favorecer al partido de gobierno. Cuando intentaba desarrollar un poco más los argumentos que lo llevaban a retirarse de la tribuna, el diputado nacional fue interrumpido groseramente por una batería de rabiosos diputados oficialistas. No valió ni la edad ni el orden parlamentario ni su investidura como diputado nacional ni mucho menos su trayectoria personal como militante político, para prevenir la furia de agravios que le era dirigida por iracundos legisladores peledeístas.
Prominente dirigente de la Agrupación Política Catorce de Junio, tanto desde la clandestinidad como en su legalidad corta pero intensa, Fidelio fue en el alzamiento revolucionario y constitucionalista de noviembre de 1963 en contra del Golpe a Bosch (septiembre de 1963), el comandante del Frente Enrique Jiménez Moya, el cual llevaba entre sus miembros al héroe nacional Manolo Tavárez, comandante de todos los frentes de aquel memorable hecho. Igual pasó durante la guerra patria de abril de 1965, cuando fungió como destacado comandante constitucionalista que resistió la invasión estadounidense. Fidelio ha sido militante de toda una vida. Suficientes grados patrióticos ganados en el fragor de una trayectoria en la que no ha pasado factura ni ha claudicado ni a sus principios morales ni a su lealtad a sus ideales políticos, virtudes que probablemente han contribuido más para la historia de República Dominicana y su lucha por la democracia que la de todo lo hecho por ese Congreso Nacional en los últimos decenios, sin desmeritar las excepciones honradas que allí quedan todavía.
Cuando veía aquellas escenas del Congreso me preguntaban qué tanto saben o sabían esos diputados intolerantes sobre lo que ha sido la vida de Fidelio. Sería una ingenuidad pensar que no lo sabían, aunque cabe la posibilidad. Sabemos que los niveles de conocimiento en el país sobre nuestra propia historia moderna son asombrosamente bajos, como parte del guión con el que las clases conservadoras le han tumbado a este pueblo su democracia. Ejemplo de esa posibilidad son unas declaraciones atribuidas a una cuenta tuiter de una legisladora oficialista (y que aparentemente fueron luego borradas) en la que el 14 de junio pasado, según la política, se “conmemoraba” el día en que ”revolucionarios del Movimiento 14 de Junio encabezados por Manolo Tavárez desembarcaron en Constanza, Maimón y Estero Hondo”.
Pero, eso de atribuir ignorancia pareciera poco lógico con las características del hecho. El peledeismo nunca fue indocto en materia de historia, ni cuando Bosch y sus paradigmáticos libros de divulgación del saber histórico, ni cuando la era post-Bosch. Prueba de la segunda época del peledeismo fue el funesto Frente Patriótico de 1996, que nos mostró la nueva doctrina que lideraban Danilo Medina y Leonel Fernández y sus seguidores sobre la suerte que correrían la memoria de las luchas democráticas en el país. Para llegar a ser diputado de un partido como el PLD, hay que conocer un mínimo de elementos, y los diputados oficialistas no se le pudo haber escapado esos gruesos detalles en el caso de Fidelio. Es claro que sabían quién era Fidelio Despradel, pero eso no les importa, porque hace rato que Juancito Sports ha sido elevado a un rango superior en el imaginario nacional del colectivo dominicano que el propio Manolo Tavárez.
Partiendo de esta realidad, podemos deducir que lo hubo que en el incidente no fue la acción de un tigueraje que irrespetó por ignorancia a Fidelio y su legado verdinegro, sino que lo irrespetó y lo irrespeta precisamente por conocimiento real de quién es Fidelio y lo que representa su historia política para la decadente partidocracia dominicana. De hecho, no podíamos esperar otro comportamiento ante Fidelio, porque al Congreso se llega siendo un anti-Fidelio, es decir a través de un comportamiento donde el oportunismo es la ideología guía. Fidelio pudo llegar porque su elección fue indirecta (logró su escaño por la suma de votos que obtuvo su partido a nivel nacional). Probablemente que si Fidelio se hubiese presentado por voto directo una candidatura, no hubiese salido electo por las reglas del juego político nacional que privilegia, reitero, el tigueraje, haciendo del Congreso una especie de vanguardia o epicentro del desastre político que gobierna nuestro tiempo.”
Todos sabemos en este país que para triunfar como político en la escena local es preferible carecer de escrúpulos o poseer mucho dinero, y en la mayoría de los casos es necesario tener ambas condiciones. La política tradicional está en crisis porque hoy su paradigma ha sido llevado a sus más desfachatada versión. La precaria situación de estabilidad de este sistema solo se sostiene en base un sofisticado y bien montado control de medios de comunicación, y gracias al estado social de calamidad al que han puesto al sufriente pueblo dominicano, de manera que sus pocos momentos de ocio que le quedan dentro de sus ritmos de sobrevivencia, los dedique a botar el golpe, quedándole al final pocos recursos de dónde y cuándo y cómo informarse sobre las cosas esenciales que suceden en el país.
Hoy Fidelio está prácticamente solo en el Congreso. No es la primera vez que Fidelio se enfrenta en un combate tan desigual a adversarios y enemigos tan fuertes. La guerra de guerrillas en la que sobrevivió en 1963 y la resistencia patriótica de 1965, se hizo en condiciones asimétricas entre los rebeldes y aquellas tropas regulares densamente superiores en armamento, y en aquel momento con métodos sanguinarios: del gorilismo militarista que amarró de un árbol al guerrillero Francisco Bueno Zapata (el primer mártir revolucionario caído en Manaclas), y lo torturó a muerte a base bayonetazos por una patrulla militar, como escarmiento público para que los campesinos del lugar “aprendieran cuál era la suerte destinada a los comunistas”; o ese mismo gorilismo que acuchilló e hirió de muerte al Guajiro (Domingo Sánchez Bisonó), el “práctico” de la guerrilla. Y ni hablar del fusilamiento de sus compañeros la noche del 21 de diciembre de 1963, por órdenes del Triunvirato y del gobierno estadounidense.
Los tiempos cambian. Pero, oh, paradoja, el poder oligarca que dio el golpe de Estado a Bosch, sigue siendo hoy el que gobierna, con actores que se reciclan desde hace más de 40 años para hacer la labor intermediaria ejecutiva. Ese mismo poder fue el que enfrentó a Fidelio el 16 de agosto. Y si el guerrillero catorcista de aquellas pudo sobrevivir, no me quedan dudas que el diputado catorcista de hoy sobrevivirá llevando con él, como se escribiera en la Edad de Oro, “el decoro de todo un pueblo” que probablemente no ha ni siquiera oído hablar de él.
Es previsible que los revolucionarios saben desaparecer, como lo precisó también el apóstol cubano antes de caer en Dos Ríos. Solo deseo mucha salud para que Fidelio pueda continuar en la trinchera que siempre ha estado. A los diputados gorilistas, solo les advierto que los militantes como Fidelio viven mucho y siempre mueren en combate y con sus botas puestas, haciendo lo que todo revolucionario está llamado a hacer: luchar hasta el final por un mundo más justo y solidario, siempre en defensa de los humildes y por una cierta y digna idea de la convivencia decente y pacífica para todas y todos.
Ojalá que la sucesión de hombres y mujeres políticos que le siguen a Fidelio en el campo progresista, y que están llamados a jugar algún rol en el cambio urgente que necesita República Dominicana, pueda aprender la mística de quienes integraron esa generación llamada Manolo, y que hasta el día de hoy se mantienen de pie, con la vergüenza como estandarte y el espíritu multiplicado. http://elgrillo.do/2016/09/el-diputado-catorcista-y-el-gorilismo-oficialista/
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