A pesar de que amigos y allegados, y más recientemente su abogada, han aclarado que Temístocles Montás no quiso acusar a nadie cuando, al negar las imputaciones del Ministerio Público que lo incluyeron en la lista fatal de los sobornados por Odebrecht, señaló a Víctor Díaz Rúa, Gonzalo Castillo, Radhamés Segura, Vicente Bengoa, Mariano Germán, Simón Lizardo y Danilo Toribio como los funcionarios que sí firmaron contratos con la constructora brasileña todo el mundo ha interpretado lo contrario, empezando por los aludidos. El primero en reaccionar fue Vicente Bengoa, quien al desmentir las afirmaciones de Montás las calificó de “maliciosamente perversas”, y no se descarta que más temprano que tarde los demás se vean en la obligación de aclarar sus cuentas por aquello de que el que calla otorga o porque se lo requiera el juez de instrucción del proceso. Pero lo que más ha molestado a algunos de sus compañeros es que admitiera que recibió aportes para sus campañas del empresario Angel Rondón, que en su afán de mantener fuera del debate al presidente Danilo Medina se han apresurado a negar que el mandatario también recibiera dinero de la constructora brasileña, lo que Montás nunca dijo ni quiso decir. Es evidente que el todavía Ministro se ha sentido maltratado por quienes creía sus amigos y compañeros, empezando por el presidente Medina, y su comunicado es una prueba elocuente de ese estado de ánimo. Pero las cosas podrían empeorar si el resentimiento por sentirse traicionado degenera, con los rigores de la cárcel y el proceso judicial, en algo peor. Y lo mismo podría ocurrir con los que se han quejado de que apenas cinco miembros del Comité Político han ido a expresarles su apoyo, que pudieran culpar de su desgracia a los compañeros que los abandonaron a su suerte y el partido que les dio la espalda, y actuar en consecuencia. Definitivamente, el PLD nunca volverá a ser el mismo después de Odebrecht.
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