La gravedad de la sentencia que rechaza el recurso de amparo interpuesto por Guido Gómez Mazara no es solo que legitima un proceso interno plagado a ojos visto de irregularidades y por el irrespeto a los derechos fundamentales consagrados por Constitución del 2010, sino lo peor es que presagia los graves peligros que asechan a la democracia dominicana, específicamente, las elecciones de 2016 con la permanencia de un tribunal electoral evidentemente parcializado.
Estamos en presencia de una funesta situación.
Con este tribunal electoral no hay las más mínimas garantías de imparcialidad. Los conflictos que naturalmente se presentaran en las candidaturas, tanto nacionales como municipales correrán el riesgo de ser juzgados políticamente, no conforme al derecho y a la ley.
Guido Gómez Mazara hizo su trabajo y debemos estarle agradecidos. Aunque muchos no estuvimos de acuerdo con “echar el pleito dentro del viejo PRD” los resultados favorecen a una toma de conciencia de la naturaleza del poder contencioso electoral.
Con su acción , Guido demostró no solo que la ‘ Convención ‘ del PRD fue una farsa, sino que abrió las puertas para que el movimiento popular progresista , utilizando los mecanismos legales barra con ese monstruoso engendro de la ilegalidad que se llama TSE.
Ya lo habíamos advertido. De los 5 miembros de este tribunal 4 provienen del PLD y del sector de Miguel Vargas Maldonado.
Era prácticamente impensable que estas personas se despojasen de sus vestiduras partidarias para juzgar imparcialmente conforme al derecho. Pero había que demostrarlo con la practica. Y esto fue lo que hizo el Recurso de Amparo.
La charlatanería de uno de los considerandos de la sentencia debería ser consignada como leyenda:
Decir que el impetrante no impugnó primero en los centros de votación donde se produjo la violación, cuando los canales de TV, la radio, etc., mostraron que hubo una imposibilidad material de hacerlo porque sencillamente en esos centros o no hubo votación o estaban militarizados por bandoleros (como fue el caso del centro de votación situado en la Casa Nacional) o nunca aceptaron las impugnaciones .
La lección que se desprende de esta situación es que jamás debemos permitir que los tribunales electorales sean dirigidos por militantes políticos.
Es más, debería legislarse en el sentido de que para ser juez de un tribunal electoral debe exigirse por lo menos 8 años de abstinencia partidarista. No es, naturalmente, garantía absoluta de imparcialidad, pero es un escollo para impedir lo que presenciamos hoy, la vergonzosa cara oculta del TSE.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario