Por TIRSO MEJÍA-RICART/ TMEJIARICART@HO TMAIL.COM
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Un Gobierno del fraude y la mentira
Un Gobierno del fraude y la mentira
El
Gobierno del PLD, ahora a cargo de Danilo Medina y su equipo, ha
secuestrado la voluntad política del pueblo dominicano desde el año
2004, luego de haber ascendido al poder durante el período 1996-2000,
gracias a la gracia de Joaquín Balaguer, de lo que este luego se
arrepintió.
Desde entonces, la cúpula del PLD ha basado su influencia para manipular a las instituciones, a los dirigentes y a los grupos sociales, corrompiendo todo de que ha podido, si sirven para prolongar su dominio y esquilmar el erario y el crédito públicos.
Así, casi nada ha escapado a ese afán incontenible de poder, dinero y corrupción de cuanto sea de valor en este país.
El Congreso Nacional, las Altas Cortes, la Judicatura, los ayuntamientos, la Policía Nacional, los cuerpos armados, la prensa escrita, radial y televisiva, los negocios mineros, los contratos de Obras Públicas, los partidos políticos, las universidades, el sistema de seguridad social, los combustibles, las importaciones agropecuarias, el contrabando de armas y drogas, el turismo. Casi nada escapa de esa mafia organizada desde el Comité Político del PLD, que amenaza convertir al país en un gran estercolero social, pues adonde quiera que se pone el dedo, sale un chorro de pus, moral e institucional.
Por supuesto, que ante esa situación gran parte del aparato del Estado, desde los ministros hasta muchos empleados y autoridades armadas, tratan “modestamente” de seguir su ejemplo delincuencial, para enriquecerse de la noche a la mañana; y detrás de ellos el lumpen proletariado ha florecido en todo el país, dentro de un caldo de cultivo constituido por desempleados, subempleados y estudiantes frustrados.
Ahora se inició una nueva campaña reeleccionista, acompañada de grandes manifestaciones, afiches gigantescos, festival de jeepetas y camionetas, periodistas y programas comprados, que solo dicen mentiras y promesas gastadas.
Para solo dar un ejemplo, el mismo día, después de haberse iniciado oficialmente la campaña electoral, Danilo Medina organizó una concentración de “apoyo”, con empleados, AMET, camionetas de Obras Públicas, de Educación, etc. y un despliegue impresionante de jeepetas, camionetas y autos flamantes. Como le reclamaron tanto su actuación, Danilo dio instrucciones públicas de que no se usaran vehículos del Estado, y la JCE se movió para “suspender” el “barrilito”; pues Abel Martínez ya había suspendido el “cofrecito” con motivo de un encuentro internacional de Juntas Electorales, pero ya el Senado reaccionó defendiendo este.
Aunque fue solo suspensión y no eliminación de esos instrumentos de clientelismo, no se habló siquiera de los miles de millones de pesos que reciben los congresistas para regalos y otras “atenciones”, ya la imagen del “compañero Danilo” aparece en tamaños heroicos por todas parte, mientras los simples policías ganan el equivalente a poco más de cien dólares mensuales; en tanto que en las barriadas de la capital y el resto del país se respira la miseria y la inseguridad.
Definitivamente, esto tiene que cambiar. No solo por el PRM y el resto de la oposición formal, sino por toda la ciudadanía y los mismos peledeístas, que estuvieron luchando contra la injusticia y la desigualdad; pero no ven futuro con un gobierno solo al servicio de su cúpula y de la oligarquía tradicional dominicana.
http://hoy.com.do/esto-tiene-que-cambiar-3/
Desde entonces, la cúpula del PLD ha basado su influencia para manipular a las instituciones, a los dirigentes y a los grupos sociales, corrompiendo todo de que ha podido, si sirven para prolongar su dominio y esquilmar el erario y el crédito públicos.
Así, casi nada ha escapado a ese afán incontenible de poder, dinero y corrupción de cuanto sea de valor en este país.
El Congreso Nacional, las Altas Cortes, la Judicatura, los ayuntamientos, la Policía Nacional, los cuerpos armados, la prensa escrita, radial y televisiva, los negocios mineros, los contratos de Obras Públicas, los partidos políticos, las universidades, el sistema de seguridad social, los combustibles, las importaciones agropecuarias, el contrabando de armas y drogas, el turismo. Casi nada escapa de esa mafia organizada desde el Comité Político del PLD, que amenaza convertir al país en un gran estercolero social, pues adonde quiera que se pone el dedo, sale un chorro de pus, moral e institucional.
Por supuesto, que ante esa situación gran parte del aparato del Estado, desde los ministros hasta muchos empleados y autoridades armadas, tratan “modestamente” de seguir su ejemplo delincuencial, para enriquecerse de la noche a la mañana; y detrás de ellos el lumpen proletariado ha florecido en todo el país, dentro de un caldo de cultivo constituido por desempleados, subempleados y estudiantes frustrados.
Ahora se inició una nueva campaña reeleccionista, acompañada de grandes manifestaciones, afiches gigantescos, festival de jeepetas y camionetas, periodistas y programas comprados, que solo dicen mentiras y promesas gastadas.
Para solo dar un ejemplo, el mismo día, después de haberse iniciado oficialmente la campaña electoral, Danilo Medina organizó una concentración de “apoyo”, con empleados, AMET, camionetas de Obras Públicas, de Educación, etc. y un despliegue impresionante de jeepetas, camionetas y autos flamantes. Como le reclamaron tanto su actuación, Danilo dio instrucciones públicas de que no se usaran vehículos del Estado, y la JCE se movió para “suspender” el “barrilito”; pues Abel Martínez ya había suspendido el “cofrecito” con motivo de un encuentro internacional de Juntas Electorales, pero ya el Senado reaccionó defendiendo este.
Aunque fue solo suspensión y no eliminación de esos instrumentos de clientelismo, no se habló siquiera de los miles de millones de pesos que reciben los congresistas para regalos y otras “atenciones”, ya la imagen del “compañero Danilo” aparece en tamaños heroicos por todas parte, mientras los simples policías ganan el equivalente a poco más de cien dólares mensuales; en tanto que en las barriadas de la capital y el resto del país se respira la miseria y la inseguridad.
Definitivamente, esto tiene que cambiar. No solo por el PRM y el resto de la oposición formal, sino por toda la ciudadanía y los mismos peledeístas, que estuvieron luchando contra la injusticia y la desigualdad; pero no ven futuro con un gobierno solo al servicio de su cúpula y de la oligarquía tradicional dominicana.
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