Credibilidad y confianza del PLD y PRM están erosionadas
Los politólogos Belarminio Ramírez y Rosario Espinal consideraron que el sometimiento judicial a altos dirigentes de los partidos de la Liberación Dominicana (PLD) y el Revolucionario Moderno (PRM) por los sobornos de Odebrecht erosiona grandemente a esas organizaciones por la pérdida de confianza y credibilidad del electorado.
Sin embargo, sostienen que aunque es muy temprano para conocer quienes podrían beneficiarse de este proceso, del mismo podría surgir un nuevo liderazgo político o favorecer al presidente Danilo Medina.
Una prueba. Ramírez señaló que el caso representa una prueba para el sistema de justicia, el cual tendrá oportunidad de recuperar confianza y credibilidad en la población.
También es una prueba para los partidos políticos a los fines de que puedan reencauzar la política por la decencia y la transparencia, quitándole influencia al dinero mal habido en los procesos electorales y a la dinámica constructiva de los liderazgos.
“La partidrocia tiene que decidir entre conectar con las expectativas sociales o asumir la defensa de los implicados. De esa actividad dependerá el impacto positivo o negativo del hecho para el sistema político que afronta los retos y desafíos de mejorar legitimidad”, expresó Ramírez.
Sin embargo, sostienen que aunque es muy temprano para conocer quienes podrían beneficiarse de este proceso, del mismo podría surgir un nuevo liderazgo político o favorecer al presidente Danilo Medina.
Una prueba. Ramírez señaló que el caso representa una prueba para el sistema de justicia, el cual tendrá oportunidad de recuperar confianza y credibilidad en la población.
También es una prueba para los partidos políticos a los fines de que puedan reencauzar la política por la decencia y la transparencia, quitándole influencia al dinero mal habido en los procesos electorales y a la dinámica constructiva de los liderazgos.
“La partidrocia tiene que decidir entre conectar con las expectativas sociales o asumir la defensa de los implicados. De esa actividad dependerá el impacto positivo o negativo del hecho para el sistema político que afronta los retos y desafíos de mejorar legitimidad”, expresó Ramírez.
Consideró que el hecho será un espejo que estará fijo por mucho tiempo en la mente, y que los partidos deben aprovechar para hacer una reingeniería en procura de recuperar confianza y credibilidad.
Dijo que aunque aún no se puede predecir el comportamiento del electorado, pero partiendo del hecho de que erosiona a la oposición, ya por un lado afecta a la cúpula del PRM y por otro lado hará que el Movimiento Verde tome distancia de ellos. Cree entonces que el acontecimiento pudiera traducirse favorable para la imagen y popularidad del presidente Danilo Medina.
Dijo que aunque aún no se puede predecir el comportamiento del electorado, pero partiendo del hecho de que erosiona a la oposición, ya por un lado afecta a la cúpula del PRM y por otro lado hará que el Movimiento Verde tome distancia de ellos. Cree entonces que el acontecimiento pudiera traducirse favorable para la imagen y popularidad del presidente Danilo Medina.
En tanto Espinal indicó que en el caso del PRM, siendo un partido aún en formación, la situación le impone límites a su propio desarrollo. Y con relación al PLD le crea una situación muy compleja a nivel interno y ya no puede levantar más el discurso de que no es un partido corrupto.
“Este es el peor momento que ha enfrentado el sistema de partidos de la República Dominicana”, dijo.
http://hoy.com.do/credibilidad-y-confianza-del-pld-y-prm-estan-erosionadas/Partidos políticos, en su peor momento
La República Dominicana es uno de los pocos países de América Latina donde, en los últimos 40 años, ha predominado un sistema de partidos políticos estable.
La estabilidad de un sistema de partidos políticos no refiere necesariamente a que los partidos sean ejemplo de democracia interna o transparencia, sino a que hayan mantenido en el tiempo la capacidad de convocar un amplio segmento del electorado a votar por ellos.
Desde la transición a la democracia electoral de 1978, hasta el 2014, tres partidos dominaron el sistema político dominicano: el PRSC, el PRD y el PLD.
En una primera etapa (1978-1986) dominó el bipartidismo con el PRSC y el PRD; en una segunda etapa (1990-2000) dominó el tripartidismo con el ascenso del PLD; en una tercera etapa (2004-2012), ante el colapso electoral del PRSC, dominó nuevamente el bipartidismo con el PLD y el PRD. La división del PRD en el 2014, produjo entonces un bipartidismo debilitado con el PLD y el PRM.
En todas las elecciones desde 1978 a 2016, más del 90% de los electores depositaron su voto por el PRSC, el PRD, el PLD o el PRM, con las variantes de combinaciones electorales ya indicadas.
El maltrecho sistema de partidos políticos dominicanos, producto de las divisiones, ha enfrentado en los últimos meses una nueva prueba con el escándalo Odebrecht.
Los apresamientos del pasado lunes indican la participación de los partidos que han dirigido las cámaras legislativas desde el 2001, así como también de funcionarios diversos del Poder Ejecutivo. Si no están todos los que son, o no son todos los que están, la opinión pública, más que la justicia, determinará.
Para el PLD, partido con un inmenso control en todos los estamentos del Estado, es particularmente grave que legisladores y funcionarios de sus gobiernos estén envueltos en este escándalo. Eso debilita la legitimidad del partido gobernante, y además, contradice el discurso histórico peledeísta de que en el PLD la corrupción es casual.
Para el PRM, un partido aún en gestación, tener dirigentes que provenían del PRD en la lista de sobornados, constituye un duro golpe que limitará su desarrollo, y en particular, su ascenso electoral. En asuntos de corrupción no podrá ser alternativa efusiva al PLD.
Si se produce un rápido y mayor deterioro del PLD y del PRM, producto del procesamiento de los detenidos, el sistema de partidos políticos quedaría desarticulado, ya que ningún otro partido tiene suficiente base electoral. Y si se desarticula totalmente el sistema de partidos existente, se presentarían entonces, por primera vez, las condiciones para el surgimiento de figuras extra-partidos en la disputa por el poder.
No hay certeza al momento de lo que finalmente sucederá con el PLD y el PRM. Los procesos judiciales son incipientes y no se sabe quiénes serán, al final, los beneficiarios políticos de estos sometimientos judiciales: si serán nuevos actores o algunos de los existentes.
Lo que sí es claro es que el sistema de partidos dominicano enfrenta su peor momento; nunca ha estado tan cerca del colapso. El desafío de los dirigentes del PLD y del PRM es ver si encuentran las vías para su rearticulación.
En esa tarea, agrava que, en ambos partidos, además del impacto negativo de la corrupción y el escándalo Odebrecht, hay una lucha de facciones: en el PRM entre Hipólito Mejía y Luis Abinader, y en el PLD entre Leonel Fernández y Danilo Medina.
Es sorprendente que, en una coyuntura tan favorable para el surgimiento de una nueva fuerza político-electoral, no haya a la fecha ninguna opción claramente articulándose.
La estabilidad de un sistema de partidos políticos no refiere necesariamente a que los partidos sean ejemplo de democracia interna o transparencia, sino a que hayan mantenido en el tiempo la capacidad de convocar un amplio segmento del electorado a votar por ellos.
Desde la transición a la democracia electoral de 1978, hasta el 2014, tres partidos dominaron el sistema político dominicano: el PRSC, el PRD y el PLD.
En una primera etapa (1978-1986) dominó el bipartidismo con el PRSC y el PRD; en una segunda etapa (1990-2000) dominó el tripartidismo con el ascenso del PLD; en una tercera etapa (2004-2012), ante el colapso electoral del PRSC, dominó nuevamente el bipartidismo con el PLD y el PRD. La división del PRD en el 2014, produjo entonces un bipartidismo debilitado con el PLD y el PRM.
En todas las elecciones desde 1978 a 2016, más del 90% de los electores depositaron su voto por el PRSC, el PRD, el PLD o el PRM, con las variantes de combinaciones electorales ya indicadas.
El maltrecho sistema de partidos políticos dominicanos, producto de las divisiones, ha enfrentado en los últimos meses una nueva prueba con el escándalo Odebrecht.
Los apresamientos del pasado lunes indican la participación de los partidos que han dirigido las cámaras legislativas desde el 2001, así como también de funcionarios diversos del Poder Ejecutivo. Si no están todos los que son, o no son todos los que están, la opinión pública, más que la justicia, determinará.
Para el PLD, partido con un inmenso control en todos los estamentos del Estado, es particularmente grave que legisladores y funcionarios de sus gobiernos estén envueltos en este escándalo. Eso debilita la legitimidad del partido gobernante, y además, contradice el discurso histórico peledeísta de que en el PLD la corrupción es casual.
Para el PRM, un partido aún en gestación, tener dirigentes que provenían del PRD en la lista de sobornados, constituye un duro golpe que limitará su desarrollo, y en particular, su ascenso electoral. En asuntos de corrupción no podrá ser alternativa efusiva al PLD.
Si se produce un rápido y mayor deterioro del PLD y del PRM, producto del procesamiento de los detenidos, el sistema de partidos políticos quedaría desarticulado, ya que ningún otro partido tiene suficiente base electoral. Y si se desarticula totalmente el sistema de partidos existente, se presentarían entonces, por primera vez, las condiciones para el surgimiento de figuras extra-partidos en la disputa por el poder.
No hay certeza al momento de lo que finalmente sucederá con el PLD y el PRM. Los procesos judiciales son incipientes y no se sabe quiénes serán, al final, los beneficiarios políticos de estos sometimientos judiciales: si serán nuevos actores o algunos de los existentes.
Lo que sí es claro es que el sistema de partidos dominicano enfrenta su peor momento; nunca ha estado tan cerca del colapso. El desafío de los dirigentes del PLD y del PRM es ver si encuentran las vías para su rearticulación.
En esa tarea, agrava que, en ambos partidos, además del impacto negativo de la corrupción y el escándalo Odebrecht, hay una lucha de facciones: en el PRM entre Hipólito Mejía y Luis Abinader, y en el PLD entre Leonel Fernández y Danilo Medina.
Es sorprendente que, en una coyuntura tan favorable para el surgimiento de una nueva fuerza político-electoral, no haya a la fecha ninguna opción claramente articulándose.
http://hoy.com.do/partidos-politicos-en-su-peor-momento/
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