lunes, 10 de abril de 2017

Molina Morillo, gran ejemplo - Por: MIGUEL GUERRERO

Molina Morillo, gran ejemplo

Rafael Molina Morillo, veterano periodista que luchó incansablemente por la libertad de expresión
La muerte de Rafael Molina Morillo, como lo afirman las muestras de condolencias recibidas por su familia, es una lamentable pérdida para el periodismo y la sociedad dominicana, pero la semilla que sembró es un legado de valor que todos los que ejercemos el oficio estamos en la obligación de preservar.
Su labor como periodista trascendió las fronteras nacionales y el cargo que desempeñó con admirable acierto como presidente la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que integran más de mil periódicos y revistas, fue uno de los frutos de su total entrega a la causa de la libertad de prensa en el hemisferio.
Su nombre está íntimamente ligado a las mejores causas, distinción que nadie podrá regatearle y la que incluso le fue reconocida por líderes del sector público como del privado, a los que su casi obsesiva defensa de la libertad y el respeto al derecho ajeno en algún momento los convirtieron en blancos de sus críticas y de sus luchas.
Sin embargo, no fue su carrera, ni su terca y hasta a veces intransigente actitud ante la violación a la ley por parte de nuestros gobernantes y la falta de ética que penosamente observamos en un sector de la propia prensa, lo que hizo al doctor Molina Morillo un hombre digno de respeto y admiración. La mejor de sus cualidades no aparece en sus escritos, ni está reseñada en su currículo, que él modestamente reducía a dos cuartillas. Lo que lo convertía verdaderamente en un hombre admirable era su enorme calidad humana. Su inagotable capacidad para darse por entero a una de las más nobles de las causas, que es la amistad sin interés, sentimiento muy escaso en nuestro medio y que fue siempre, sin embargo, un norte en la vida de este periodista ejemplar.
Para muchos de nosotros, Molina Morillo fue y seguirá siendo un maestro. Aunque personalmente no laboré para él, su trabajo diario fue para mí una fuente de conocimiento. Fundador de revistas y periódicos que hicieron historia, su carrera no se limitó a la prensa escrita. Incursionó también con el mismo éxito en la radio y la televisión, medios en los cuales su profundo sentido de la proporción y responsabilidad constituyeron espacios de reflexión y ecuanimidad en un ambiente contaminado por las malas maneras y el irrespeto al público.
Para aquellos que no están del todo familiarizados con su hoja de servicio, permítame decirles que su ejercicio profesional fue compartido con una extensa carrera diplomática, como embajador en Estados Unidos, Canadá y en Naciones Unidas.
Me resulta cuesta arriba imaginar que alguien que lo tratara alguna vez alimentara hacia él otro sentimiento que no fuera el que he tratado de describir en estas líneas. Vi rostros de gente que trabajó con él, algunos de ellos adustos y pocos dados a la sonrisa, iluminarse cuando hablaban de este maestro del periodismo.
Para hablar de su carrera profesional no se necesita escarbar mucho, porque su huella está dispersa por todo el ámbito del periodismo dominicano y es imposible borrarla. Hay personas que siguieron su brillante y prolongada carrera profesional por años, y otros que apenas comenzaron a conocerlo al final de su vida laboral. Estas dos generaciones de lectores fuimos beneficiarias de su entrega sin descanso a un oficio que demanda mucha vocación y coraje.
Abogado de profesión, lo que le fue de enorme utilidad en la práctica de su verdadera vocación, Molina Morillo fue sin lugar a equívocos una de las personas mejor formadas y dotadas del periodismo dominicano. Su amplio conocimiento de los problemas nacionales e internacionales, le permitió exponer con un justo sentido de la realidad los temas que trataba desde su columna y editoriales.
La historia del periodismo nacional no podrá escribirse sin que se le dediquen capítulos extensos. No es mi propósito, por supuesto, detallar paso por paso una carrera forjada a lo largo de muchos y duros años, a veces bajo las peores adversidades, porque más que el peso que el tiempo tuvo en esa trayectoria insuperable, lo que importa y verdaderamente trasciende de su paso por las redacciones de periódicos, revistas y otros medios de comunicación, es la seriedad y dedicación que puso en su trabajo.
Era incansable. Cuando la mayoría en esta profesión alcanza los méritos que él logró optan por el descanso y el retiro parcial, este batallador profesional se trazó nuevas y desafiantes metas.
Cuando se creía que el medio estaba afectado por el virus de la saturación, Molina Morillo decidió volver a sus orígenes y reabrió la revista Ahora, uno de los medios de comunicación con mayor historial de defensa de las libertades del pueblo dominicano y un baluarte del periodismo libre a nivel continental. La revista, como era de suponer fue un éxito, no sólo por la limpieza de su diseño y la variedad informativa, concebida para todos los públicos, sino principalmente por la profundidad y pluralidad de su contenido.
Molina Morillo estuvo presente como actor principal en todas las etapas del periodismo moderno, como director de El Caribe, la revista Ahora, el Listín Diario, y por último del periódico El Día. Su condición de director activo de un medio diario demostró hasta la saciedad el vigor de este gran hombre, a quien todos tenemos como un ejemplo a imitar en el periodismo.
La dirección de un medio, como cualquiera de los que él dirigió, entraña responsabilidad y esfuerzo y él cuidaba cada detalle a lo que añadía una columna diaria, seria y amena, lectura obligada de todo aquel interesado en entender la realidad nacional y las complejidades políticas del mundo exterior.
Su dedicación a la causa de la defensa de las libertades públicas y la prensa libre, le otorgan un sitial al lado de otros tres colosos del periodismo dominicano contemporáneo, como son el doctor Germán Emilio Ornes, Rafael Herrera y Francisco Comarazamy, quienes ya no se encuentran entre nosotros, pero cuyas memorias perdurarán para siempre en las conciencias de todos los hombres y mujeres libres del país.
Molina Morillo recibió cuantos honores pueda aspirar un profesional de la prensa. Pero creo que el más justo de todos, por su dimensión y significado internacional, es el que recibió hace ya varios años al ser designado presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), un organismo responsable de velar por el mantenimiento de un periodismo crítico e independiente en nuestro hemisferio, distinción que sólo otro dominicano, el doctor Ornes, recibió antes que él.
Paz a sus restos.
http://hoy.com.do/molina-morillo-gran-ejemplo/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario