viernes, 20 de enero de 2017

Davos y la crisis de la clase media

EL MUNDO

Davos y la crisis de la clase media

Tras los éxitos electorales de políticos populistas el mensaje también llegó a Davos: algo debe cambiar en la globalización. Pero, ¿qué? Desde Davos, informa Andreas Becker.
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A nivel mundial, el número de personas consideradas económicamente como de clase media ha crecido significativamente en los últimos 40 años. Esto se debe principalmente al crecimiento económico de grandes economías emergentes como China, India y Brasil.
En los países industrializados empero, la tendencia es a la inversa. "En EE.UU., en donde antes se contaba el 60% como de clase media, hoy se cuenta el 50%”, dice Christine Lagarde, jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Señales de crisis
"La clase media se ha reducido, porque muchos han empobrecido y la clase alta acumula cada vez más riqueza", dijo Lagarde en Davos. El débil crecimiento económico y una mayor desigualdad son los ingredientes de "una crisis de la clase media en los países industrializados".
"A la clase media europea la desilusiona su futuro", analiza, por su parte, Pier Carlo Padoan, ministro italiano de Finanzas y Asuntos Económicos. "La decepción de la clase media es grande cuando ve que sus hijos tienen pocas perspectivas laborales y los sistemas sociales ofrecen menos ayuda". Su reacción es el voto negativo contra los partidos tradicionales, a favor de los populistas que ofrecen soluciones inaplicables. "Por ello tenemos que reconsiderar el liderazgo político e idear proyectos creíbles a largo plazo. Urge un consenso sobre las reformas que se necesitan", concluye Padoan.
Exigencias y la realidad
El economista de Harvard, Larry Summers, está convencido de que la clase media estadounidense no se beneficiará de la política de Donald Trump. "La historia nos enseña que el clásico populismo siempre perjudica a aquellos a los que pretende ayudar", advierte Summers, quien también fue asesor del Banco Mundial y de Barack Obama.
Trump presionó a algunas compañías para que no trasladen su producción a México, a fin de salvar unos pocos cientos de puestos de trabajo en Estados Unidos. Al mismo tiempo, su tosca postura intervencionista hizo devaluar el peso mexicano en un 15%. El efecto: "Ahora México se vuelve mucho más atractivo para los inversionistas”,  cree Summers. La consecuencia: "Cientos de miles de puestos de trabajo podrían ahora pasar de EE.UU. a México".
"La comunidad política internacional ha gastado mucha energía protegiendo a los consorcios", acusa Summers, y concluye que "si  se hubiera dedicado sólo una décima parte de esa energía a detener la fuga de capitales a paraísos fiscales y a impedir que las multinacionales eludan el pago de impuestos, hoy sería más fácil de convencer a la clase media de las ventajas de la globalización”.

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