jueves, 8 de enero de 2015

Más allá de la corrupción policial - Por Juan Tómas Taveras

Más allá de la corrupción policial

Por Juan Tómas Taveras. 8 de enero de 2015 - http://acento.com.do/2015/opinion/8210808-mas-alla-de-la-corrupcion-policial/
Por la otra parte la sociedad civil o el pueblo trabajador que debe revelarse y cohesionarse para rescatar la nación, reclamar justicia social e igualdad de oportunidades para todos está dormido o es indiferente.
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Juan Tómas Taveras

Mayor-General Retirado de la Policía Nacional, con experiencia de 27 años en servicios. Estudió comunicación Social.
“Para saber si alguien tiene ética, no hay que preguntarle por su carné, sino por su comportamiento.” Pablo Castellano C.
Cada cierto tiempo estalla un escándalo de corrupción en una que otra institución del Estado dominicano, en esta ocasión toca de nuevo a la Policía Nacional, un hecho deshonroso  que pone de manifiesto que los organismos de control dentro de la policía no funcionan, son ineficaces o posibles cómplices; pero de igual forma fuera de ella, los controles del Estado dominicano tampoco funcionan.
También se demuestra que “la guerra contra las drogas es un fracaso más en República Dominicana, como ha pasado en Estados Unidos, México, Colombia, Puerto Rico, entre otros países.” Lo cierto es que en la Dirección Nacional de Control de Drogas, (DNCD) han pasado casos más espantosos que involucran militares, policías, políticos y fiscales de todos los niveles y no habido alarma. Yo no me dejo envolver en show mediático de mentiras y engaños que como tantos otros solo llevará a los peones a la justicia, con dos ejemplos basta: Caso Figueroa Agosto, presos cinco damas de compañía, tres vendedores de autos y reloj y un chulo; caso de los dos mil quinientos kilos de cocaína denunciado por autoridades venezolanas en el 2006, nadie preso, nadie juzgado sin explicación alguna. Este caso de la Dirección Central Anti-Narcóticos, (DICAN) de la PN, es uno más de los tantos que nos obliga a revisarnos como Estado, como sociedad y exige con urgencia fortalecer la institucionalidad y la ética social.
La vergonzosa secuela de actos de corrupción, de complicidad con el crimen y de indisciplina o mala conducta están a la orden del día, no solo en nuestra institución policial sino en todos los organismos de seguridad del estado y demás instituciones. La corrupción y el crimen organizado han contaminado todo el estado desde la presidencia de la República hasta un simple alcalde pedáneo. En todos los estamentos hay involucrados: funcionarios políticos, judiciales, fiscales, militares, policías y alguaciles; de igual forma sucede en las más prestigiosas empresas (aquí se incluyen medios y comunicadores) o instituciones internacionales incluyendo hasta las iglesias y Ongs. La corrupción en la administración pública como en las empresas e instituciones privadas son un entramado criminal, pero lo peor de todo esto es que la misma sociedad en su conjunto, forma parte de este círculo vicioso del mal. La corrupción ha hecho metástasis en todo el cuerpo de la nación.
Cabría decir en nuestro caso como sociedad “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra” con esto para nada quiero justificar que siga el mal o mucho menos que no hay nada de que hacer, todo lo contrario, hay mucho por hacer, pero la solución nunca será como muchos piensan o plantean, que hay que disolver o desbaratar el sonado DICAN o la misma policía, porque de ser esa la medicina, tendríamos que disolver el estado mismo en su conjunto, ya que todo esta contaminado. Sería algo así como matar el enfermo, en vez de aplicarle los medicamentos que necesita para curarse.
Para aquellos que creen que estoy exagerando quiero recordar algunas hechos de nuestra historia reciente o mejor dicho después de Trujillo, cito el robo de las empresas dejadas por Trujillo, CORDE, hoy en manos de “prestigiosos y exitosos empresarios” lo que vincula a los gobiernos del Consejo de Estado, del triunvirato, los de Balaguer, Antonio Guzmán, Jorge Blanco, Hipólito, Leonel y Danilo (con la excepción de Juan Bosch), además tenemos los contratos leoninos en perjuicio del Estado y de los ciudadanos contribuyentes al fisco, que de acuerdo a expertos superan los cien mil millones de pesos y los cuartos sucios se estipulan en más de seis mil millones de dólares, los cuales circulan tanto en sectores públicos como privados. Ni se diga de los privilegios con exoneraciones de impuestos o exenciones fiscales, que también superan los cien mil millones de pesos otorgados a los grupos empresariales más poderosos en detrimento de los empresarios y comerciantes excluidos y que por lo general son más trabajadores y honestos; amenazando la competitividad en igualdad de condiciones.
En términos institucionales estoy en desacuerdo con la dispersión de funciones o sea con múltiples organismos para lo mismo, como es el caso de la DNCD y del actual DICAN, que es un organismo más antiguo que la misma DNCD, en eso coincido con muchos, pero las razones que aluden no deben ser utilizadas exclusivamente para este caso, pues cuando un mal es cultural y esta generalizado debemos ir al fondo del asunto, ya que todo el Estado dominicano padece ese mal, de varias instituciones para lo mismo, esto da lugar al clientelismo político, abultamiento de nómina, dispersión de recursos, conflictos de mando y gerencia, pero si el problema es de una concepción del estado mismo, por qué poner a la policía con el caso del DICAN como el patito feo.
Por qué no nos alarmarnos con la duplicidad y usurpación de funciones de las Fuerzas Armadas, en asuntos de investigación criminal y otras áreas, que corresponden a la policía por esencia, naturaleza y mandato constitucional, solo es malo cuando pasa en la Policía Nacional o con ella. Tampoco hay alarma con el tráfico de drogas, armas y personas ilegales por nuestra frontera, que si es función del Ministerio de las FFAA y le corresponde controlar, pero no lo hacen por la sencilla razón  de ser parte de esos negocios corruptos y criminales; con la permisibilidad de los gobiernos, autoridades políticas, congresuales y judiciales.
Sabemos que el panorama de la corrupción y la impunidad garantizada desde el mismo estado y sus instituciones para gente abiertamente intocable, cierne un manto de incertidumbre sobre los ciudadanos, además de entorpecer el desarrollo y el mejoramiento de la calidad de vida de todos los dominicanos, en una sociedad cada día más desigual. Extrañamente en un país que todos los años registra gran crecimiento en su economía, a partir de los datos que suministra el Pinocho del Banco Central. Crecemos sin duda, pero el crecimiento no llega a las grandes mayorías nacionales; solo a unos pocos que cada vez son más ricos al costo de la pobreza que se acrecienta y aumenta la brecha .
La gran paradoja que nos impide avanzar como nación consiste en que en un estado de derecho, los cambios trascendentales que toda sociedad necesita, deben ser realizados e impulsados por su clase política en los distintos estamentos del poder, sin embargo, para desgracia nuestra, esa misma clase política constituye la retranca que impide realizar esos cambios que tanto necesitamos. Por la otra parte la sociedad civil o el pueblo trabajador que debe revelarse y cohesionarse para rescatar la nación, reclamar justicia social e igualdad de oportunidades para todos está dormido o es indiferente.
“El Presidente de la República Dominicana dirige la política interior y exterior; la administración civil y militar; y es la autoridad suprema de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y demás cuerpos de seguridad, Art. 128, Constitución Dominicana”. El presidente tiene la solución en sus manos para proceder y casarse con la gloria cumplimento su responsabilidad, ejecutando las medidas de saneamiento de la administración pública, que incluye la policía y el DICAN. Si no lo ha hecho en casi tres años de gobierno, es por una razón muy sencilla, no le interesa resolverlo.
El Presidente Danilo Medina está a tiempo, nunca es tarde para hacer lo correcto, que comience adecentar el Estado con políticas públicas incluyentes para todos. Medidas a tomar urgentes y estrictas: Que inicie depurando la plantilla del cuerpo policial completo (Oficiales Generales, Superiores, subalternos y alistados), con ayuda de organismos externos a la policía y de los demás organismos de seguridad. Recomiendo contratar una firma privada para tales fines. Se debe fiscalizar el uso de los recursos materiales y económicos. Clasificar, distribuir por especialidad profesional los recursos humanos policiales, haciendo carrera en sus áreas. Evaluación y seguimiento del desempeño laboral. Mejoría de sueldos acorde a la canasta familiar, 650 dólares, para igualar la media de salarios de policías en América Latina. Dignificar la seguridad social, con todos los beneficios y dar un trato humano con límites de ocho horas de servicios policial, sin discriminación. Para el extinto Joaquín Balaguer justificar “que la corrupción se detenía en la puerta de sus despacho”, tenía que destituir a todo aquel funcionario que se involucrara en el más mínimo escándalo.
Si nuestra sociedad le interesa tener una policía ética, eficiente, comunitaria, moderna y democrática; debe elegir gobernantes honestos comprometido con los mejores intereses de la colectividad, del pueblo, así se respetará lo que manda la Constitución en su Art. 7, “Un Estado Social y Democrático de Derecho” y Art. 8, “Función Esencial del Estado, la protección efectiva de los derechos de la persona, el respeto de su dignidad y la obtención de los medios que le permitan perfeccionarse de forma igualitaria, equitativa y progresiva, dentro de un marco de libertad individual y de justicia social, compatibles con el orden público, el bienestar general y los derechos de todos y todas.”
“Reconozco que existe algo en la vida más molesto y degradante que un gobierno o político corrupto, es aquel que lo defiende…”Despertar Ciudadano. AC
“Vivir correctamente ya no es una demanda ética o religiosa. Por primera vez en la historia, la supervivencia física de la especie humana depende de un cambio radical del corazón humano”. Erich Fromm

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