jueves, 4 de diciembre de 2014

La sociedad está dividida hasta el tuétano _ Por TEÓFILO QUICO TABAR

Por 
TEÓFILO QUICO TABAR
De 1961 a la fecha, no recuerdo otra época donde la sociedad dominicana se encontrara más dividida que ahora. Y no me refiero exclusivamente a los partidos políticos de los cuales prácticamente ninguno se puede señalar como libre del fenómeno de las contradicciones o las divisiones. Se trata de casi todos los estamentos, incluyendo las estructuras oficiales, gremiales, empresariales, de comunicación, incluso religiosas. No solo en aspectos que pudieran señalarse como de principios o dogmáticos, sino también en asuntos puramente procedimentales y personales.
Ese proceso, que algunos definen como descomposición, está empujando a muchos ciudadanos a perder la credibilidad en las instituciones y en las personas que las representan. Y cuando se produce descreimiento por inconformidad o desencanto, se reduce mucho la distancia hacia el desorden generalizado, con las posibilidades de que se produzcan sacudimientos sociales que pongan en juego la estabilidad política y económica que los mismos sectores que las permiten o promueven, necesitan para mantener su estatus de privilegios.
Las pugnas partidarias, lucha por las candidaturas, posibilidades de reelección, documentación de extranjeros, aborto, desorden en el transporte, corrupción, violencia intrafamiliar, asaltos, organismos electorales, sistema judicial, son temas que, no solo están presentes en las tertulias y conversaciones cotidianas, sino en sectores importantes y en los medios de comunicación, agudizando las contradicciones y transmitiéndolas a la sociedad entera.
La forma virulenta en que algunos sectores tratan esos temas, ahonda las diferencias, porque de esa manera no se pueden brindar o vislumbrar soluciones, sino que, podrían conducirla a una situación irreconciliable. No solo de los temas que se tratan, sino de las relaciones humanas, en una sociedad de por sí diluida y, como decía anteriormente, donde la gente va perdiendo fe en las instituciones y en los actores.
Sectores de poder, que por tiempo han mantenido control de las estructuras económicas y políticas, ayudados por quienes actúan bajo su orientación, creen que dentro de mar revuelto podrán obtener mejores pescas. Entendiendo que desacreditando a los partidos, los dirigentes y las estructuras podrán alzarse definitivamente con el santo y la limosna, se están equivocando.
Si acaso nos parecemos a algún otro país, es precisamente a Venezuela, aunque con un comportamiento histórico desacompasado. Con esto quiero decir, que si los partidos no son capaces de mantener sus estructuras sanas, no se cuidan los organismos del Estado, y no somos capaces de convivir fraternalmente, con diferencias de criterios, pero sin tantas divisiones y enfrentamientos, el resultado no será cosechado por el tradicionalismo que ha gobernado y dirigido las estructuras económicas, sociales y políticas.
Si ese tradicionalismo económico y político es incapaz de crear riqueza colectiva y vías de conducción ética y moral, rápido; brindar alternativas aceptables para que las partes puedan ponerse de acuerdo de manera armoniosa. Si obnubilados, por entender que tienen la verdad y el apoyo de sectores de poder nacional o extranjero, continúan empujando la sociedad a la división y el radicalismo, podrían despertar con una gran pesadilla para sus intereses.
http://hoy.com.do/la-sociedad-esta-dividida-hasta-el-tuetano/

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