Por MILLIZEN URIBEmuribe44[@]gmail.com 25 noviembre, 2014
En los últimos años la economía dominicana ha crecido a un ritmo tal que en varias ocasiones ha superado a otros países de la región. El Banco Central (BC) indica que en el primer semestre de este año el crecimiento fue de 5.2% y se prevé que termine en 7%.
Sobre el sector productivo nacional, la entidad señala que en los últimos 33 años creció un promedio de 4.7%, superando el 3.1% experimentado por Latinoamérica y el Caribe.
Contradictoriamente, ni el crecimiento de la economía, ni el del sector productivo nacional se han reflejado de manera proporcional en la calidad de vida ni en el poder adquisitivo de la mayoría de la población dominicana.
Un informe del Banco Mundial (BM) apunta que, mientras en la última década en el resto de América Latina el 40% de la población mejoró sus condiciones de vida, en República Dominicana solo 2% logró movilidad económica.
Nuestro país es uno de los más desiguales del continente y del mundo. La pobreza es de 42.2% y la indigencia o pobreza extrema de un 20.3%, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), servidos en el 2012.
El acceso con calidad a derechos fundamentales como alimentación, salud, educación, vivienda y servicios como agua potable, energía eléctrica y transporte no está garantizado para la mayoría.
La inequidad también es observable en el tema de los ingresos y el salario. Un reporte de Diario Libre recoge que el salario del 52% de los trabajadores registrados en la Tesorería de la Seguridad Social no alcanza para cubrir el costo del primer quintil de la canasta básica, RD$10,407.56, y el BC señala que el 60% de los hogares dominicanos recibe ingresos promedio por debajo de RD$18,000 mensuales.
Ante este panorama se debería estar discutiendo un aumento salarial sustancial e importante, sin embargo, una vez más, la cúpula empresarial impuso sus intereses, colocó en agenda la modificación del Código Laboral y obvió el aumento salarial.
Esto con la complicidad del Gobierno, pese a que el presidente Danilo Medina ha dicho que no se puede vivir con 10 mil pesos al mes y el 80% de los empleados públicos gana apenas 5,117 pesos, según datos del Ministerio de Administración Pública. El mandatario no pone el oído en el corazón del pueblo, que demanda un aumento de salario.
El crecimiento económico ha sido uno de los trofeos exhibidos por los gobernantes dominicanos, pero ¿de qué sirve que un país crezca económicamente si no mejoran las condiciones de vida de la mayoría de la población?
http://hoy.com.do/crecimiento-economico-para-que/
Por Millizen Uribe
02 diciembre, 2014 2:00 am
En los “países en vías de desarrollo” hay una obsesión con el crecimiento económico, a tal punto que llega a fetiche.
El Nobel alternativo de Economía, Manfred Max Neef, advierte que el crecimiento económico no lo resuelve todo, sino que hace falta equidad, porque a mayor crecimiento sin políticas de equidad, más desigualdad, pobreza y concentración del poder económico y político.
Esto es observable en Latinoamérica y el Caribe, región que ha crecido económicamente y sigue siendo la más desigual del mundo y el lugar donde más aumentó, en el último año, el número de ricos que acumulan más de mil millones de dólares.
En esta región hay una alta concentración de las riquezas. Los beneficios derivados del trabajo de muchos se están quedando en manos de pocos. Para muestra un botón: el economista dominicano Luis Vargas señala que en República Dominicana ha ido disminuyendo el beneficio de los trabajadores en el marco de la productividad de las empresas.
Indica que mientras la productividad ha aumentado casi 100 por ciento, pues pasó de 100 en el 2000 a 198 en el 2013, los ingresos promedio mensuales de los trabajadores se redujeron de RD$4,793 en el 2000 a 3,625 pesos en 2013, es decir, el ingreso real de la población ha caído 24 por ciento.
A esto se suma que la mayoría de la población es víctima de sistemas fiscales injustos y regresivos y no tiene garantizados sus derechos fundamentales ni el acceso a servicios básicos.
Ante este panorama vale preguntarse: ¿Crecimiento económico para qué? En República Dominicana la respuesta es obvia: para la acumulación, enriquecimiento y garantía de poder de las cúpulas empresariales y políticas partidarias.
Producto de esta acumulación y concentración de riquezas, muchas veces bajo esquemas ilegítimos, inmorales e inhumanos, la pobreza se mantiene en las mayorías.
El informe de Oxfam “Iguales. Acabemos con la desigualdad extrema” afirma que esto no es accidental, sino fruto de decisiones políticas deliberadas que sirven a un grupo reducido de la sociedad, en vez de garantizar el bienestar común.
Además, poderes políticos y económicos están en contubernio, propiciando una forma de secuestro democrático por élites que diseñan las reglas en su beneficio y en detrimento de la colectividad.
El crecimiento económico es importante pero no puede ser el único parámetro de desarrollo. Ambos deben tener como eje el bienestar humano, no desde la óptica del consumo, sino de derechos. Para esto los gobiernos deben asumir políticas de distribución de la riqueza de manera equitativa y el empresariado regirse por una economía más solidaria.
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