Puntos de vista martes, 08 de agosto de 2017
Yvelisse y la sequía ideológica del país
Tony Raful
Tony Raful |
El sábado pasado, obtemperando un llamado de mi querida profesora
Yvelisse Prats Ramírez de Pérez, acudí a dar una conferencia sobre los orígenes
del socialismo, el capitalismo, los grandes pensadores del tiempo histórico,
las Internacionales, las dos Primeras Guerras Mundiales, la recomposición de
los bloques hegemónicos, la social democracia y el socialismo democrático,
dentro del actual panorama mundial luego de la caída del llamado “socialismo
real” encabezado por la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas, en el Instituto de formación política, José Francisco Peña Gómez,
cubículo ideológico donde Yvelisse difunde la esperanza de un mundo de justicia
social y libertad, con las energías del conocimiento y la fuerza inmanente de
su espíritu indomable, contra viento y marea. Grande fue mi sorpresa cuando
encontré alrededor de 60 alumnos del Instituto, quienes cursan un diplomado
académico auspiciado en conjunto con una prestigiosa universidad dominicana, y
cuya actitud como jóvenes evidencia una postura bien sustentada, cuestionadora
del pluripartidismo criollo y la degradación de la política como oficio
ciudadano de poder y organización social. Es única y ejemplar la idea de que
subsiste con entusiasmo una escuela de formación política. Cómo se ha hecho Yvelisse
para que en medio de la sequía ideológica
que azota los litorales políticos existentes, se produzca una toma de
conciencia social liberadora, que somete a un ejercicio fiscalizador todo el
ordenamiento de fuerzas sociales dominantes y subalternas. Pero la “escuelita”
de Yvelisse no da abastos para la cantidad de solicitantes que se acercan a
ella. Jóvenes estudiantes de nuestros centros superiores de enseñanza,
egresados y recién ingresados, profesionales, colman las instalaciones del
Instituto Peña Gómez. Pienso que el
mejor homenaje que se le ha podido ofrecer a la memoria del doctor José
Francisco Pena Gómez, ha sido esa pequeña llama que Yvelisse han encendido para
insuflar ideas, recorrer tramos históricos, evaluar períodos y combatir el
clientelismo, el engaño, la falsía, la distorsión de los fenómenos sociales. No
son los oficios religiosos (respetados y valorados) los que miden el recuerdo
consecuente, el legado de su pensamiento, sino esa flor y nata de la juventud
dominicana que se asoma con bríos a identificar las causas y efectos de la
crisis social, el cambio de mandos del mundo unipolar, la profundización
material y espiritual de la crisis globalizada, y sobre todo la necesidad de
construir modelos nuevos para incorporarlos a la plasmación de sociedades mas
justas. El último discurso pronunciado por Peña Gómez en un foro mundial
realizado en Santiago de Chile en 1997, hizo hincapié en la búsqueda de
alternativas políticas viables para confrontar las teorías del libre mercado
sin un componente social que atenuara su despiadada y desigual condición
económica. El socialismo democrático es una variable de la social democracia
que propone el logro de conquistas sociales significativas asumidas desde una
plataforma de igualdad, participación y papel del Estado asumiendo la educación
para la libertad, objetivo de mutación y cambio de la conciencia humana
forjando esa conciencia, dándole cobertura a los beneficios sociales,
sepultando el ejercicio clientelar de la política, otorgándole a los seres
humanos la palabra liberada en su rol social. Parecen conceptos ilusorios pero
marcan territorio, se siembran en el vientre de la historia, resurgen en los
ciclos dialécticos de las nuevas contradicciones, se asoman a las tareas
concurrentes de lucha ecológica, preservación del medio ambiente, contra la
voracidad insaciable del capital sin regulaciones, en la lucha contra las
exclusiones sociales, opresoras de naciones, negocios indebidos, el narco,
asociaciones ilícitas, negadores del cambio climático, intolerantes expresiones
de la injusticia y el avasallamiento de los totalitarismos.
Es estar ahí,
plantada como un bonzo de ideas generosas, aflorando bajo la alborada de todas
las utopías, las doctrinas como
primores, gestando un diseño de luz y libertad, repartiéndose entre jóvenes sin
compromiso con el pasado, como los definió el filósofo argentino José
Ingenieros.
Pasando revista a los procesos del socialismo democrático,
recordamos que el profesor Juan Bosch llegó a decir que la social democracia
era un lujo de los países nórdicos de Europa, impracticable en los pueblos
pobres y explotados de America Latina. Es cierto. Pero las modalidades del
socialismo democrático siguen gravitando sobre los procesos de lucha por la
libertad y la democracia.
Lo que notifica su validez conceptual es la mesura del
socialismo democrático, su versión social de progreso y bienestar con respeto y
garantías democráticas, su disputa por estados transparentes, vigencia de las
instituciones y derechos ciudadanos. Social democracia y socialismo democrático
no son la misma cosa. Aunque tienen empatía histórica, responden a expectativas
diferentes. Ahora mismo el Partido Socialista Obrero Español, bajo la dirección
de Pedro Sánchez, propugna desde posiciones de izquierda un reagrupamiento y
opción electoral, aproximando ideas y criterios al movimiento de “Podemos” de
Pablo Iglesias, y derrotando las posiciones conservadoras, algunas de cuyas
principales figuras, iconos del pasado perspicaz, son hoy prósperos hombres de negocios e inversiones
en el continente, negadores de su base social primaria y convertidos en lo que
combatían. El gran dirigente portugués Mario Soares, recientemente fallecido,
insistió siempre en que no era social demócrata sino socialista democrático.
Aunque las etiquetas importan menos, no deja de tener trascendencia teórica,
delimitar categorías conceptuales para seguir adelante fortaleciendo el
pensamiento liberador que se nutre de afluentes sociales renovadores.
El sábado pasado fue un día especial en el monótono
transcurrir de lo que el poeta e historiador helénico, Hesíodo, contemporáneo
de Homero, llamó “los días de en medio”, ese tiempo en la historia en que no
sucede nada, todo es un trillar de menudencias y miserias diarias, que pueden
durar veinte o cincuenta años, bajo una obsecuencia moral y truculenta
decepcionante. Durante algunas horas estuve fugado de esos días rutinarios,
gracias a Yvelisse, esa joya del
intelecto y facunda expresión de la democracia dominicana.
http://www.listindiario.com/puntos-de-vista/2017/08/08/477318/Yvelisse-y-la-sequia-ideologica-del-pais
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