jueves, 18 de junio de 2015

La degradación / Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro

Poco a poco, un poquito ahora, otro poquito después, de manera silenciosa cual serpiente que se desplaza sin ruido, de manera sistemática, constante, la actividad se degrada de tal modo que mucha gente buena, capaz, inteligente, con alta escolaridad, con experiencia, rechaza su participación en la política nacional.
¿Qué nos pasa?
Habrá que comenzar por donde se inicia el problema: la permisividad, el hacernos de la vista gorda, actuar como si no estuviera sucediendo nada, pero sí, sucede, sucede y es grave, pero no importa, no es conmigo, no es contra mí y sí es contigo y sí es contra ti, aunque quieras tapar el sol con un dedo, que aunque muchos lo intentaron no han logrado su propósito.
Hemos llegado a un grado tal de degradación que parece como si a nadie le importara que un pelafustán de ayer se convierta, por arte de birlibirloque y buen manejo de la gramática parda, en un potentado político con seguidores que reciben la ración del boa como si se tratara de maná enviado por el Señor.
A todo esto hay que agregar la aparente complicidad de todos ante quienes han logrado escalar las más altas posiciones con medias verdades, con mentiras, con promesas que no piensan cumplir, con ofertas que nunca podrán satisfacer.
Nos convertimos de más en más, en una sociedad donde el apantallar se ha convertido en una virtud que muchos practican como si se tratara de cumplir con un código de moral, de una nueva moral creada para medir a los caraduras que se alzan, día sí y otro también con los pequeños restos de moralidad que aún sobreviven.
Basta con ver, leer, escuchar las noticias que publican los medios de comunicación, para darnos cuenta del deterioro moral profundo que sufre nuestra sociedad.
Basta con un ligero vistazo para que nos percatemos de dónde estamos, hacia dónde vamos y la pregunta que surge es ¿cuándo llegaremos a la profundidad del derrocadero?
Por dondequiera que se analiza nuestra sociedad vemos hechos y síntomas cada día más alarmantes.
La maldad, el irrespeto, la falta de pulcritud, se unen a la delincuencia de cuello y corbata, a la cual se une nadie sabe cuántos sacerdotes, magistrados, maestros, médicos, ingenieros, periodistas, en una carrera loca y ciega hacia la desaparición de la sociedad tal como la conocemos.
Cuando se invierte la escala de valores y los ladrones, los prevaricadores, los que dispendian y se apropian del erario, los contrabandistas, los traficantes de drogas y lavadores de dinero, quienes trafican con influencias salen en las revistas de la alta sociedad, nos quedan muy pocos escalones para caer para siempre en una sentina donde la vara de medir sea cuánto éxito hayas logrado como delincuente.
http://hoy.com.do/la-degradacion/

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