jueves, 18 de junio de 2015

Sobre la inmigración cubana en República Dominicana (II)

Por Sandra Mustelier Ayala. 17 de junio de 2015 - 12:08 am - 7 Comentarios
Considero que ambos gobiernos y la sociedad civil debieran propugnar un mayor intercambio pueblo a pueblo porque somos y seguiremos siendo hermanos y más unidos deberemos estar.
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Sandra Mustelier Ayala

Historiadora del Arte con Maestría en Desarrollo Cultural Comunitario. Maestra de Grado y Postgrado en Antropología, Sociología, Historia y Método de Investigación Científica. Investigadora y consultora cultural. Tiene libros publicados y artículos en revistas especializadas.
“Ese primero de enero, en la madrugada, aterrizaron en la base aérea de San Isidro seis aviones, un DC-4 donde vino el presidente fugitivo, Fulgencio Batista, familiares y parte de su Gabinete, cuatro C-46 y un DC-3, donde vinieron los jefes militares.
Los recién llegados todos fueron alojados en el Hotel Jaragua, por órdenes de Trujillo”.http://cambiosencuba.blogspot.com/2011/01/como-huyo-el-tirano-batista-hacia.html
La inmigración cubana de los 60’, fue de carácter masivo. Llegaron a Santo Domingo, tres tipos de grupos: los políticos, cercanos colaboradores del régimen de Batista, los propietarios de negocios y de tierras que con la Ley de Nacionalización fueron desprovistos de sus propiedades, y los sacerdotes jesuitas  y lasallistas. La mayoría de los cubanos que se establecieron en Rep. Dominicana fueron tabacaleros (por la similitud de la tierra), ganaderos,  y comerciantes.
Por otro lado, generaciones de dominicanos fueron educados por la rigurosidad y sapiencia de los sacerdotes cubanos jesuitas y lasallistas en humanidades y  ciencias  económicas en los colegios Loyola y De La Salle. Establecieron una Escuela en el país, a partir de la filosofía social cristiana, y una metodología de enseñanza heredada del Padre  Varela y del ideario  pedagógico  de José de la Luz y Caballero. Nombres reconocidos como el Padre Alemán y el Padre José Antonio Esquivel.
Muchos cubanos instalaron prósperos negocios en Santo Domingo, empresas íconos de la economía dominicana: Óptica López; JJ Roca, empresa de servicio de catering aeroportuario; Ilumel red de tiendas de mobiliario y accesorios decorativos para el hogar; La Francesa, panadería y repostería;Café Carmel; Santo Domingo Motors; Tabacalera A. Fuente y Cía., y otros.
Para 1970 no existían relaciones oficiales entre Cuba y República Dominicana, Balaguer permitía algunos discretos y exiguos intercambios comerciales, y mantenía, un intercambio bilateral limitado a cuestiones culturales y deportivas. Se afirma que el acercamiento entre el Fidel Castro y Balaguer se mantenía a discreción,  a través de intermediarios.
Al reanudarse las relaciones oficiales entre ambos gobiernos el 16 de abril de 1998, el flujo migratorio de Cuba hacia República Dominicana se intensifica y amplía, numéricamente. Este tipo de migración, mucho mayor en cantidad que en otras etapas, es menos politizada, deja de ser empresarial, para estar mayoritariamente compuesta, por profesionales en busca de oportunidades de mejor calidad de vida, predominan, profesores, médicos y artistas.
Se dice que no hay un colegio o universidad hoy en Santo Domingo que no tenga un profesor cubano, como tampoco hay una yola con destino Puerto Rico en la que no haya menos de dos cubanos a bordo. “Los casos cubanos y chinos no tienen reclamación”, dicta un cartel en la puerta de visados, en la Cancillería dominicana. Cada vez son mayores las exigencias para otorgar  visa a los cubanos. Y es que muchos asumen su estadía en RD, como puente hacia Estados Unidos; otros, por similitudes de identidad cultural y acogida solidaria, se integran a la sociedad aportando en diversos sectores socioeconómicos. Estar en Santo Domingo es como vivir en Santiago de Cuba o Guantánamo, con mejores oportunidades económicas, por supuesto. Son impresionantes los paralelismos identitarios:
-“Doooña, pero usted no parece cubana, usted parece cibaeña.
-Bueeeno, Don, lo que no parezco es habanera porque no digo, pa’que, po’que y ve’dad. Yo soy de Santiago de Cuba.”
Por esa identidad cultural compartida, el proceso de inserción del inmigrante cubano en la sociedad dominicana es inmediato y pleno, y existe una gran aceptación/acogida de los dominicanos a los cubanos, en la inmensa mayoría de la población, sustentado en históricos, profundos y constantes intercambios entre ambos pueblos, unen sentimientos de cariño y admiración aunque… En el sector profesional hay alguuunos dominicanos de mediocre preparación y endeble autoestima que sienten celos cuando tienen un cubano cerca, y se escudan en un nacionalismo extremo, para sin conocerlos bien siquiera, hablar mal y tratar de desacreditarlos, son personas dañinas; sin embargo, copian miméticamente modelos europeos alejados de la realidad dominicana y caribeña. Claro, también hay otra verdad, y es que muchos cubanos egocéntricos y autosuficientes, se creen dueños de la verdad absoluta y que se lo merecen todo. Dañan la imagen de los demás. Nadie debe juzgar ni generalizar, por el comportamiento erróneo de unos pocos, al resto de las personas, independientemente de su nacionalidad.
Considero que ambos gobiernos y la sociedad civil debieran propugnar un mayor intercambio pueblo a pueblo porque somos y seguiremos siendo hermanos y más unidos deberemos estar.
Un colega y amigo como respuesta al artículo de la semana pasada me escribió: “Mujeeerr, no te preocupes tú, la palabra inmigración no existe entre  Cuba y República Dominicana, nosotros somos lo mismo”. Toda la razón, Ing. De la Cruz.
Cubano muere en yola dominicana camino a Puerto Rico http://acento.com.do/2015/opinion/8258620-sobre-la-inmigracion-cubana-en-republica-dominicana-ii/

Sobre la migración cubana en República Dominicana (I)

Por Sandra Mustelier Ayala. 10 de junio de 2015 - 12:08 am - 2 Comentarios
Confieso, se me hizo casi imposible hallar información de la migración cubana a Santo Domingo, antes de la segunda mitad del XIX
smustelier

Sandra Mustelier Ayala

Historiadora del Arte con Maestría en Desarrollo Cultural Comunitario. Maestra de Grado y Postgrado en Antropología, Sociología, Historia y Método de Investigación Científica. Investigadora y consultora cultural. Tiene libros publicados y artículos en revistas especializadas.
Era más fácil llegar, en el siglo XIX, desde Montecristi en una goleta  a Guantánamo que ir a la Capital a caballo, eso me contó que le contaron, este artista sencillo y especial que es Ángel Muñiz, revelación en casual conversación – y no fue en  Nueba Yol- sino en Villar Hermanos, al término de una mañana de apuro por compromisos creativos y familiares.
Cuando el colega y amigo Jorge Duany, Director del Instituto de Investigaciones Cubanas en la Universidad Internacional de la Florida, me invitó al evento sobre la Diáspora cubana en el mundo en FIU, 2013, recordé lo dicho por Ángel. Salí a entrevistar y a recopilar información. Agradezco los valiosísimos aportes del investigador e intelectual dominicano Manuel García Arévalo. También,
Simposium, 2013
consulté fuentes en el Consulado de Cuba en RD para conocer datos oficiales, y compararlos con los arrojados por el Censo 2010 en el CNE de RD. Muchos libros y documentos pasaron por mis ojos como aquellos centrados en la economía azucarera dominicana del historiador y prominente sociólogo José del Castillo y, por supuesto, los obligados textos de historia dominicana de Moya Pons.
Confieso, se me hizo casi imposible hallar información de la migración cubana a Santo Domingo, antes de la segunda mitad del XIX por la carencia de fuentes documentales, y es ahí donde cobra particular validez, la hipótesis  de Muñiz, nacida del acervo popular, de ese conocimiento de trasmisión oral tan valioso.
La industria azucarera dominicana tiene, en sus orígenes, el aporte de familias cubanas de renombre procedentes de La Habana, Santiago de Cuba y Camagüey, asentados en su mayoría, en Puerto Plata, San Pedro de Macorís y La Romana, pueblos que en la segunda mitad del XIX tenían gran importancia económico y social de la República recién fundada (1844). En 1872  El cubano Carlos F. Loynaz instaló La Isabel, en San Marcos, Puerto Plata, como el primer ingenio movido a vapor; en el 1874 Joaquín M. Delgado  funda el ingenio La Esperanza en la comunidad de San Carlos; 1876 Juan Amechazurra llegó a San Pedro de Macorís y creó las condiciones adecuadas para que técnicos y capitalistas cubanos se trasladaran a San Pedro de Macorís; para 1879 inicia su molienda el  ingenio Angelina, el primero de la Región Este; se planta caña traída de Cuba. Entre 1881 a 1882 se funda el ingenio Consuelo, en el paraje de Agua Dulce, por los señores Solau y Padró, quienes llegaron procedentes de Cuba. En el 1882 se funda ingenio Cristóbal Colón en los terrenos de Guano y del Peñón, en la margen occidental del río Macorix, por Castro, Mola y Co.; en 1892  Se funda el ingenio Quisqueya, por Juan Fernández de Castro y Cruz, también cubanos. 1893 Fue comprado  el ingenio Consuelo por el cubano americano Guillermo L. Bass.
Un trascendental símbolo del aporte cubano a la industria azucarera, al turismo y, en general,  a la economía dominicana,  es el ejemplo del Central Romana- Casa de Campo (resort más prestigioso del país), ambos pertenecientes a la familia Fanjul, de origen cubano. “Central Romana fundado en 1912, es comprado, en la década de los 80 por la familia cubana Fanjul, quienes convirtieron a Central Romana en “la principal corporación agrícola en la región este de la República Dominicana y el mayor productor y exportador de azúcar en el país (…) Con sus diferentes divisiones, el Central Romana Corporation emplea directamente a más de 25,000 personas, siendo así el mayor empleador privado de la República Dominicana. Y posee más de 200,000 acres de terreno haciéndolo el principal terrateniente del país. La contribución indirecta de esta empresa al empleo de la región es aún mayor, por lo que se ha convertido en la base de sustento económica de la Provincia de La Romana y zonas aledañas”.http://www.elmundo.es/suplementos/cronica/2007/590/1171753201.html/http://www.centralromana.com.do/index.php?lng=es
García Arévalo y otros: Presencia étnica en San Pedro de Macorís, Editora de Colores, S. A., Santo Domingo, República Dominicana, 2000.
Cámara Oficial Española de Comercio e Industria: “Álvaro Quesada Penabad, en memoria al empresario tabacalero” . Revista de la COECI. Rep. Dominicana, junio 2002.
Pérez-Ducy, Ellen: La obra del Dr. José Luis Alemán, S.J.  Publicaciones del Banco Central de la República Dominicana, Santo Domingo, 2012.
Báez Pérez, Rafael y Ysabel Paulino: Raíces de una Hermandad. Archivo General de la Nación, Santo Domingo, 2010.
Pons Moya, Frank: Manual de Historia Dominicana. 14va  edición. Editora BUHO, Santo Domingo, 2008.

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