"En los 16 años que llevo cubriendo noticias en Cuba nunca vi nada igual", me murmuró un camarógrafo con aspecto agotado en un ascensor, mientras arrastraba su trípode de camino a otra conferencia de prensa en La Habana.
"Ni con la visita del papa ni cuando Fidel cedió el poder. Nunca hubo tanta gente aquí".
No exageraba.
El Centro de Prensa Internacional del gobierno cubano fue durante toda la semana una verdadera fábrica de acreditaciones plásticas para periodistas que habían llegado desde Tokio o Texas para dar cobertura a las históricas conversaciones.
En realidad, estaban en la isla para presenciar un momento más que para escuchar un gran anuncio.
Porque el gran anuncio ya tuvo lugar, algo antes de Navidad, cuando el presidente estadounidense Barack Obama se dirigió al público desde la Casa Blanca, al mismo tiempo que Raúl Castro, a quien Washington intentó tumbar del poder durante años, algo que les costó millones de dólares, hacía lo propio en La Habana.
Es suficiente, dijeron. Los años de hostilidades y enemistad están llegando a su fin.
Dos mujeres
Cuba y EE.UU. fueron una vez cercanos, justo hasta que los revolucionarios barbudos de Fidel Castro derrocaron al régimen despótico de Fulgencio Batista en 1959.
Si bien Obama y Castro no estaban diciendo que esa amistad volvería, ni mucho menos, anunciaron que en adelante las relaciones serán al menos más normales.
Estas conversaciones, entonces, serían el primer paso del proceso.
Las conversaciones formales para intentar restablecer las relaciones entre EE.UU. y Cuba estuvieron lideradas por dos mujeres, ambas diplomáticas en sus respectivos países.
Fueron la secretaria de Estado adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental de EE.UU., Roberta Jacobson, la diplomática estadounidense de mayor rango en pisar la isla en 35 años, y Josefina Vidal, la directora general para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores, en representación de los intereses del gobierno cubano.
Las delegadas llegaron con su séquito correspondiente, Jacobson vestida de un vibrante naranja y Vidal toda de blanco.
Acto seguido, los periodistas se abrieron paso a codazos para tomarles una fotografía juntas. Y el cuerpo a cuerpo terminó con un indicente, un camarógrafo con el hombro dislocado.
Después, como en la mayoría de las cumbres, hubo un cierto tiempo de espera tras bambalinas para lograr obtener alguna información.
Dos planetas
Hechas ya las declaraciones y con unas pocas preguntas respondidas, no hubo grandes sorpresas.
Ambas representantes elogiaron el espíritu "positivo", "constructivo", "respetuoso" y "colaborativo" de las conversaciones, con ese tipo de adjetivos que se suelen utilizar en estos casos.
Pero no se mencionó ningún cambio concreto. Nada sobre fechas de reapertura de embajadas o para nombrar embajadores. Ninguna aclaración sobre una serie de absurdas medidas diplomáticas que sólo aplican a estas "particulares y peculiares" relaciones.
Medidas que son también signo de que, a pesar de estar separados geográficamente por unos escasos 145 kilómetros, estos países pertenecen a planetas distintos, políticamente hablando.
Los cuestionamientos en torno a los derechos humanos y la democracia no desaparecerán fácilmente una vez se llegue al meollo del modo de proceder en esta situación.
Cuba "no responde bien ante la presión", señaló Josefina Vidal.
Aún así, a la mañana siguiente, su contraparte estadounidense desayunaba con los disidentes más conocidos de la isla.
En una rueda de prensa posterior, un periodista del diario estatal Granmadestacó la existencia de una contradicción clave en ese hecho, aunque de una manera un tanto pasiva-agresiva.
"¿No es un poco irónico que estén tratando de restaurar los lazos diplomáticos con un país que aún consideran patrocinador del terrorismo?", preguntó.
Es más, "¿cómo es posible que colaboren y elogien a los médicos cubanos por sus esfuerzos contra el ébola en África occidental y al mismo tiempo apliquen una política que los anima a abandonar sus misiones humanitarias y a emigrar a EE.UU.?", añadió.
Puntos de vista válidos y justo, ambos, para los que la diplomática estadounidense de alto rango para América Latina tenía preparadas dos respuestas evasivas.
"Una comisión está estudiando la inclusión de Cuba en esa lista", explicó en un español fluido, y no sería prudente adelantar conclusiones.
Y para el tema de los médicos, su mensaje fue igualmente inquebrantable: la política migratoria de Estados Unidos para con Cuba es la que es y hasta que eso cambie la seguiremos llevando a cabo.
Un solo plato
Una vez presentado el último informe, nos dirigimos a Mama Inés, un restaurante privado cerca de la oficina que lo lleva el excocinero de Fidel Castro.
El amable chef, Erasmo, pasó 53 años preparando comida para el líder de la Revolución, algo que evidencian las fotografías de él junto a Fidel que cubren las paredes.
Con un mechón canoso y el delantal anudado sobre una ligera barriga, Erasmo salió de la cocina para recomendar algunos de sus platos estrella: filete de pargo, cordero con piña y el clásico cubano "ropa vieja", carne deshebrada con arroz y frijoles.
Y recordó la última vez que había visto la isla invadida por periodistas extranjeros: la visita de Gorbachov a Cuba en abril de 1989.
Entonces, ¿qué cree que su antiguo jefe, y por extensión el de todos los cubanos, pensará de todo esto?, le preguntamos.
"No estoy seguro de si hubiera hecho esto de estar todavía en el poder", dijo el chef.
Puede que sí, pero aún hay un gran camino que recorrer. Éste solo fue el primer plato.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/01/150125_cuba_como_vieron_cubanos_conversaciones_eeuu_cuba_tras_bambalinas_lv
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