Villa Altagracia en ruinas por falta empleos
De un municipio pujante en lo económico y social, impulsado por la otrora industria azucarera con el famoso ingenio Catarey y la Industria Nacional del Papel (Induspapel) que atraían a cientos de personas de otras localidades, hoy Villa Altagracia no disfruta si quiera del agua de los ríos de su territorio que deben suplir el 30% del consumo de Santo Domingo.
Como todas las localidades que dependían de la caña, Villa Altagracia sufre las consecuencias del proceso de privatización de las propiedades del Consejo Estatal del Azúcar (CEA) y de la Corporación de Empresas Estatales (Corde).
Las tierras que se utilizaban para la siembra de la caña, materia prima para la elaboración del azúcar, están en poder del sector privado, mientras que de Induspapel sólo queda el nombre en un edificio que se cae a pedazos y que pudo haber sido aprovechado para un centro de capacitación tecnológico, algo inexistente en la localidad.
El abandono del municipio por parte de las autoridades se refleja en el desempleo que golpea de manera drástica a una juventud que está acorralada porque en algunos casos se prepara en Santo Domingo pero no existe un mercado para absorberla.
Porfirio Jacinto Sánchez, Coordinador del Consejo Municipal de Juventud y del Observatorio de Seguimiento a las Políticas Públicas, muestra preocupación por la alta tasa de embarazos en adolescentes -con una tasa de alrededor de un 24% del total- y por la inseguridad, lo que atribuye a la falta de oportunidades de los jóvenes de la comunidad.
Expone que si a los varones se les hace difícil obtener un empleo de calidad para el caso de las mujeres es peor, por la discriminación cultural que padece el sexo femenino.
“Eso provoca que muchas adolescentes, acorraladas por falta de preparación y la imposibilidad de entrar al mercado laboral, se vean empujadas a la vida sexual temprana con todas las consecuencias que se derivan”, expone.
La falta de fuentes de trabajo presiona al Ayuntamiento local, ya que la gente está prácticamente en un callejón de salida y cifran sus esperanzas en una ayuda del cabildo. Con miras a mitigar el desempleo el alcalde, Edwin Guarionex Ferreira Veras, prepara un acuerdo con la ONU para respaldar a micros, pequeñas y medianas empresas (MIPYME) en la comunidad.
Máximo Nieves Correa, presidente de la Asociación de Personas con Discapacidad de Villa Altagracia, considera que parte de las instalaciones de lo que fue la Industria Nacional del Papel podrían ser recuperadas para la apertura de pequeñas y medianas empresas, aunque también como centro de capacitación tecnológica y hasta universitaria.
Con ríos y sin agua. Otro de los graves déficits de Villa Altagracia es de agua potable, a pesar de que sus caudales abastecen el 30% del consumo del gran Santo Domingo, sobre todo a través de los río Haina y Duey.
Define como una incongruencia que mientras las fuentes de agua suplen del líquido a millones de personas en Santo Domingo, la mitad de la población de Villa Altagracia no cuente con el líquido.
Recuerda que en la gestión de gobierno de Joaquín Balaguer se construyó un acueducto en el río Isabela, pero colapsó por la disminución del caudal de esa fuente.
Luego, en la segunda gestión del entonces presidente Leonel Fernández, se invirtieron 270 millones de pesos en otro acueducto desde el río Haina, a través de la planta del acueducto viejo, pero también fue un fracaso, ya que no funciona.
Se alega, dice, que para que el agua llegue a Villa Altagracia tiene que ser a través de bombeo y para ellos se necesita de una planta que nunca llega.
“Entonces, una inversión grande está parada por una inversión mínima, son de las cosas que suceden en este país”, indica.
Mientras la población espera agua potable, la contaminación del río Haina crece aceleradamente debido a la falta de una planta de tratamiento para las aguas pluviales y residuales, que son servidas directamente a su cauce por tuberías desde los hogares o a través de las cañadas.
Diversificar. El alcalde Ferreras Veras espera que en mayo inicien tres proyectos fundamentales para diversificar la economía, como el de una chocolatera, tomando en cuenta que Villa Altagracia cuenta con una de las mejores cosechas de cacao orgánico del país.
Explica que, a pesar de que el cacao orgánico de la zona es de los mejores del país, hasta ahora su rendimiento es muy bajo, por lo que urge el respaldo de las autoridades de Agricultura para esos fines.
Precisa que el pasado año el cacao de Villa Altagracia produjo 130 millones de pesos, pero de esos recursos muy pocos se quedaron en Villa Altagracia.
Afirma que los productores del cacao siguieron siendo muy pobres, ya todo queda en manos de los intermediarios y en el destino final del producto, Europa, que es donde le sacan el jugo a ese grano.
De ahí su inquietud porque se monte una chocolatera en Villa Altagracia, pero que sean inversionistas de la localidad los propietarios y los recursos se queden en el municipio y se reinviertan en más fuentes de producción y trabajo.
También una textilera, ya que el municipio cuenta con un gran potencial de mano de obra para zona franca, tras recordar que hasta hace poco contaban con un gran parque donde laboraban más de cinco mil personas.
A raíz de la quiebra de la industria azucarera, el parque de zona franca palió la situación, pero esta también se retiró y hoy apenas queda una cartonera, con no más de 50 empleados, además de una textilera con menos de 200 empleados.
Las fábricas de gorras y prendas de vestir decidió retirarse a raíz del inicio de la formación de un sindicato de trabajadores y las más de cinco mil personas que laboraban en el lugar quedaron cesantes.
Como todas las localidades que dependían de la caña, Villa Altagracia sufre las consecuencias del proceso de privatización de las propiedades del Consejo Estatal del Azúcar (CEA) y de la Corporación de Empresas Estatales (Corde).
Las tierras que se utilizaban para la siembra de la caña, materia prima para la elaboración del azúcar, están en poder del sector privado, mientras que de Induspapel sólo queda el nombre en un edificio que se cae a pedazos y que pudo haber sido aprovechado para un centro de capacitación tecnológico, algo inexistente en la localidad.
El abandono del municipio por parte de las autoridades se refleja en el desempleo que golpea de manera drástica a una juventud que está acorralada porque en algunos casos se prepara en Santo Domingo pero no existe un mercado para absorberla.
Porfirio Jacinto Sánchez, Coordinador del Consejo Municipal de Juventud y del Observatorio de Seguimiento a las Políticas Públicas, muestra preocupación por la alta tasa de embarazos en adolescentes -con una tasa de alrededor de un 24% del total- y por la inseguridad, lo que atribuye a la falta de oportunidades de los jóvenes de la comunidad.
Expone que si a los varones se les hace difícil obtener un empleo de calidad para el caso de las mujeres es peor, por la discriminación cultural que padece el sexo femenino.
“Eso provoca que muchas adolescentes, acorraladas por falta de preparación y la imposibilidad de entrar al mercado laboral, se vean empujadas a la vida sexual temprana con todas las consecuencias que se derivan”, expone.
La falta de fuentes de trabajo presiona al Ayuntamiento local, ya que la gente está prácticamente en un callejón de salida y cifran sus esperanzas en una ayuda del cabildo. Con miras a mitigar el desempleo el alcalde, Edwin Guarionex Ferreira Veras, prepara un acuerdo con la ONU para respaldar a micros, pequeñas y medianas empresas (MIPYME) en la comunidad.
Máximo Nieves Correa, presidente de la Asociación de Personas con Discapacidad de Villa Altagracia, considera que parte de las instalaciones de lo que fue la Industria Nacional del Papel podrían ser recuperadas para la apertura de pequeñas y medianas empresas, aunque también como centro de capacitación tecnológica y hasta universitaria.
Con ríos y sin agua. Otro de los graves déficits de Villa Altagracia es de agua potable, a pesar de que sus caudales abastecen el 30% del consumo del gran Santo Domingo, sobre todo a través de los río Haina y Duey.
Define como una incongruencia que mientras las fuentes de agua suplen del líquido a millones de personas en Santo Domingo, la mitad de la población de Villa Altagracia no cuente con el líquido.
Recuerda que en la gestión de gobierno de Joaquín Balaguer se construyó un acueducto en el río Isabela, pero colapsó por la disminución del caudal de esa fuente.
Luego, en la segunda gestión del entonces presidente Leonel Fernández, se invirtieron 270 millones de pesos en otro acueducto desde el río Haina, a través de la planta del acueducto viejo, pero también fue un fracaso, ya que no funciona.
Se alega, dice, que para que el agua llegue a Villa Altagracia tiene que ser a través de bombeo y para ellos se necesita de una planta que nunca llega.
“Entonces, una inversión grande está parada por una inversión mínima, son de las cosas que suceden en este país”, indica.
Mientras la población espera agua potable, la contaminación del río Haina crece aceleradamente debido a la falta de una planta de tratamiento para las aguas pluviales y residuales, que son servidas directamente a su cauce por tuberías desde los hogares o a través de las cañadas.
Diversificar. El alcalde Ferreras Veras espera que en mayo inicien tres proyectos fundamentales para diversificar la economía, como el de una chocolatera, tomando en cuenta que Villa Altagracia cuenta con una de las mejores cosechas de cacao orgánico del país.
Explica que, a pesar de que el cacao orgánico de la zona es de los mejores del país, hasta ahora su rendimiento es muy bajo, por lo que urge el respaldo de las autoridades de Agricultura para esos fines.
Precisa que el pasado año el cacao de Villa Altagracia produjo 130 millones de pesos, pero de esos recursos muy pocos se quedaron en Villa Altagracia.
Afirma que los productores del cacao siguieron siendo muy pobres, ya todo queda en manos de los intermediarios y en el destino final del producto, Europa, que es donde le sacan el jugo a ese grano.
De ahí su inquietud porque se monte una chocolatera en Villa Altagracia, pero que sean inversionistas de la localidad los propietarios y los recursos se queden en el municipio y se reinviertan en más fuentes de producción y trabajo.
También una textilera, ya que el municipio cuenta con un gran potencial de mano de obra para zona franca, tras recordar que hasta hace poco contaban con un gran parque donde laboraban más de cinco mil personas.
A raíz de la quiebra de la industria azucarera, el parque de zona franca palió la situación, pero esta también se retiró y hoy apenas queda una cartonera, con no más de 50 empleados, además de una textilera con menos de 200 empleados.
Las fábricas de gorras y prendas de vestir decidió retirarse a raíz del inicio de la formación de un sindicato de trabajadores y las más de cinco mil personas que laboraban en el lugar quedaron cesantes.
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