miércoles, 9 de septiembre de 2015

Pacto por la reelección

Editorial

Pacto por la reelección

ACTUALIZADO 08.09.2015 -
La fase por la que atraviesa la vida política dominicana está dominada por un espíritu capitalista global que ha confundido la actividad política con el mundo de los negocios. No hay distinción y separación entre el mundo de los empresarios y el de los políticos. Así vemos empresarios metidos en la política ocupando las posiciones de los políticos y políticos que aprovechando el Estado se constituyen en grandes empresarios que llegan acumular inmensas fortunas.
Es una situación que se ha presentado no solo en nuestro país, sino aún en las naciones más desarrolladas como consecuencia del espíritu económico neoliberal, el cual, llevado al rango de  política de Estado, provoca esa simbiosis entre políticos y empresarios, que le imprime a la gestión de Gobierno la finalidad también de maximizar el poder como si se tratara de la maximización de beneficios al interior de las empresas.  Esa analogía con la economía no solo justifica las nuevas guerras que hoy provocan las oleadas de inmigrantes por todo el mundo, sino que han derrumbado el mundo de la ética y de los valores, al incentivar las conductas pervertidas animadas por el “maquiavelismo” mundial que impone en su afán la globalización. El fin, la maximización de los beneficios, justifica los medios, incluso por las vías ilícitas y contrarias a la moral y las buenas costumbres. Esas son las máximas que guían el comportamiento de políticos, empresarios y ciudadanos, para llegar a ser buenos gobernantes, grandes emprendedores y eficientes y acomodados consumidores.
En ese contexto, que es el que predomina en la vida nacional, se están dando los acuerdos entre los partidos políticos dominicanos impulsados por el “oportunismo”, motivación fundamental que guía la conducta de los “negociantes” de la política y la economía. Con el Pacto PLD-PRD, el grupo de Gobierno consolida la federación de partidos reeleccionistas, mientras que el PRD, a cambio de ventajas y prebendas, firmó su epitafio final como el instrumento histórico del pueblo dominicano en su lucha por la “libertad y la democracia”. Se trata de una “negociación” en la que el PLD, versión Danilo, fortalece su dominación monopolista tanto a lo externo como a lo interno del partido, al tiempo que eleva sus conocidas posibilidades de retener el poder en las próximas elecciones.
El hecho también significa que el partido de Gobierno al fortalecerse como partido hegemónico, eleva su capacidad de imprimirle al régimen político su propósito de “pensamiento único” sustentado en una única federación partidaria. Las demás expresiones del sistema partidario podrán sobrevivir como organizaciones marginales, cuyas debilidades fortalecen la dominación oficial. Si a esa condición le añadimos el otro hecho de que el PLD sostiene y fomenta a través de su absoluto control del Estado, la formación de una nueva clase económica y política dominante, entonces es fácil entender que se han echado las bases materiales como en los tiempos de la tiranía para una dominación política de muy largo plazo que amenaza las posibilidades de la institucionalidad democrática de la Nación.
¡La consigna de la hora será nuevamente: Continuismo o democracia!   
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