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Los partidos pueden ser representados como una gran rueda, cuyo movimiento es y debe ser lento pero constante, sin prisa pero sin pausas, indetenido e indetenible, de desplazamiento permanente.
Un partido nuevo debe tener un ritmo, un movimiento, y un sonido como el del Bolero de Ravel, que desde sus inicios hasta su culminación suma uno, otro y otros instrumentos al discurso musical, hasta que la orquesta llega a su plenitud y el armónico contenido de su música crea la permanente maravilla que se logra cuando el sonido y el tiempo llenan de magia el escenario.
Para ello, es precisa una combinación perfecta donde no haya un solo músico que toque un semitono fuera de lugar, fuera de tiempo, porque se pierde la armonía y lleva la orquesta al fracaso.
Papá era músico, compositor, maestro, director de bandas, dueño de orquestas y, además, sordo, pero ¡eso sí! cuando un músico recién llegado a la banda tocaba un semitono fuera de lugar o fuera de tiempo, de inmediato la batuta golpeaba el atril y la música se detenía. Por supuesto que papá le llamaba la atención al gracioso quien había descubierto que el sordo oía y sabía oír.
Es oportuno recordar que cuando se mueve una rueda, la velocidad del movimiento circular depende del diámetro de la misma. Si la rueda es pequeña las revoluciones serán más rápidas y también más fáciles de impulsar. Si la rueda es grande, de un diámetro considerable, mover la circunferencia será más arduo, más trabajoso, más difícil de lograr si los músicos no interpretan la partitura que tienen en sus atriles, al par de las indicaciones y guías del conductor, del director, del maestro.
Mover una circunferencia grande requiere de tacto, prudencia, inteligencia, comprensión, para que los intérpretes actúen y trabajen todos de común acuerdo y halen la carreta en la misma dirección. Basta, repito, con que uno de los intérpretes se salga de la partitura, piense que puede incluir un solo no escrito en el papel y se luzca dañando la presentación.
Se precisa, pues, de que haya una dirección, unos objetivos, una meta en la cual todos estén de acuerdo en actuar conforme a un libreto preestablecido, que no debe ser variado por caprichos, ñoñerías y torpezas propias de políticos bisoños.
Unidad y dirección efectiva, trabajo y armonía, respeto mutuo, arrimar todos los hombros para lograr mover la rueda en la dirección correcta.
Aquel aire latino recorrió el mundo cantando una verdad de a puño: para bailar la bamba se necesita un poco de gracia y otra cosita. Yogui Berra decía: el juego se acaba cuando se acaba, y este se acaba el próximo mayo. Unidos podemos.
http://hoy.com.do/para-bailar-la-bamba/
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