lunes, 24 de agosto de 2015

La gloria y la conciencia moral | Por Nolberto Luis Soto

La gloria y la conciencia moral

Por Nolberto Luis Soto. 23 de agosto de 2015 - 12:05 am -  
Desde luego, cosecha un patrimonio material que pudiera exhibir a los timados ciudadanos , pero queda vilipendiado y rechazado en la memoria de los pueblos y ante el juicio de la historia
Nolberto Luis Soto

Nolberto Luis Soto

Embajador acreditado en Panamá, 86-87. Embajador acreditado en Ecuador, 2000-2002. Diputado al Parlacen, Director Gral. Biblioteca Nacional. Rector Uteco (Universidad de Cotuí). Vicedecano Facultad de Humanidades,UASD, Prof. Meritísimo UASD. Lic. en Filosofía y Letras, Posgrado en Diplomacia y Relaciones Internacionales, Maestría en Epistemología y Metodología (UNAM), México. Estudios Doctorales en Intervención Social, Universidad Oviedo, España. Escritor.
En las Catilinarias el gran tribuno y orador romano Tulio M. Cicerón en búsqueda de la gloria eterna, envuelto en las tumultuosas luchas intestinas del Imperio y ser actor en primera línea de la agitada vida
política de su Patria, que cercenaba la cabeza de los Cesares e incluso de su propia cabeza, poniéndolas a rodar en el trágico juego del poder; nos dice:
” La vida que nos da la naturaleza es corta, la que le devolvemos , siendo honrada, es de sempiterna memoria. Si la reputación no durase más que nuestra vida, ¿ Quien sería tan insensato que intentara adquirir fama o gloria a costa de tantos trabajos y peligros?”.
En verdad que estas interrogantes Ciceronianas se posan con vehemencias en el cerebro de los humanos y vibran con tesón en el corazón de sus emociones.
Todos los seres buscan su inmortalidad, al darse cuenta de sus limitaciones. Así los dicen los versos medievales de Jorge Manrique a la muerte de su padre:
“Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte, contemplando cómo se pasa la vida, como se viene la muerte, tan callando, cuán presto se va el placer…”
Para deducir como una vez de pasado los hechos nos causa dolor, de ahí el arrepentimiento que profesan las religiones a sus feligreses y la mea culpa que mortifica al que comete acciones delictuosas o crímenes.
Enmanuel Kant acuñó la frase de la conciencia moral del sujeto para referirse a ese estado de conciencia del que se aparta del mandato “a priori” de su conciencia moral, donde el sujeto actúa conforme a los dictados de su conciencia como un ” imperativo categórico”.
Desde luego, cosecha un patrimonio material que pudiera exhibir a los timados ciudadanos , pero queda vilipendiado y rechazado en la memoria de los pueblos y ante el juicio de la historia
No crean que no hay castigos para los infractores porque la justicia libere a ciertos sujetos de sus andanzas criminales  o porque sea corto su domicilio en las paredes de una celda, su mirada lejana y vacía sufre la consecuencia de sus actos dolosos y corruptos, su conciencia infeliz lo mortifica continuamente y trae a su memoria los enlaces mnemotécnicos con que dañaba a la sociedad u otros ciudadanos; amén de la presión psicológica que recibe al asociar en la mente los seres familiares o relacionados que compartieron consigo la comunidad de travesuras y estudios en su mismo espacio social.
No hay escape de esa prisión que lo sujeta permanentemente al recuerdo de sus malas acciones, a tal punto que toma una encerrona solitaria, alardea de su patrimonio mal habido, o cabizbajo camina por las calles de Dios sin amparo alguno de su mente, que torna infeliz. Guillermo Hegel (alemán) nos lo cuenta en su filosofía en la relación que hace del amo y el esclavo: tan esclavo es el amo como al que esclaviza, que no comprende que el esclavo ha de ser tan libre como el, y que no entiende que los demás también son libres. Es esclavo de su propia conciencia infeliz.
Deducimos de las consideraciones expuestas que la impunidad imperante en la justicia dominicana al no tomar vías de consecuencias sea por temor, sea por agradecimiento a la fuente de su designación política, o por componendas egoístas o de socio con el poder partidario.
Desde luego, cosecha un patrimonio material que pudiera exhibir a los timados ciudadanos , pero queda vilipendiado y rechazado en la memoria de los pueblos y ante el juicio de la historia.
Finalmente, la sociedad al cruzar   el estadio de ataraxia, de paroxismo, y de apatía en que se encontraba, despierta de su letargo para juzgar y desatar su ira por diversas salidas, el Voto es una. Siendo adolescente en mi amado Cotuí, a raíz de la caída de Trujillo nunca entendí en esa época cómo la gente lloraba copiosamente su muerte trágica en calles y hogares, ya al mes veía a esas mismas gentes vituperar a la familia Trujillo y denunciar sus crímenes.
Mi confusión ante tal paradoja todavía fresca la tengo en mi cabeza;  no desesperéis jóvenes y ciudadanos, que nunca es más obscura la noche, que cuando va amanecer (dicho de J. Bosch, su propio maestro). http://acento.com.do/2015/opinion/8277408-la-gloria-y-la-conciencia-moral/

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