El desafío de lo alternativo: temas para una transición (1)
A estas amenazas hay que agregar unas naturales de la isla, cuales son, sus fallas geomorfológicas, que la exponen a terremotos; y la de estar en ruta de huracanes. Estas obligan a definir políticas de desarrollo.
El planteamiento de que lo alternativo pacte con la Convergencia un compromiso para un gobierno de transición a partir del 2016 requiere también de que aquel precise en su discurso cómo entiende el cambio, y no dejar las cosas en planteamientos generales que como muy bien sugiere Guillermo Cifuentes en su entrega del pasado 21 de enero aquí mismo en Acento, no expresan posturas de demarcación y pueden ser interpretadas de indistintas maneras.
Desde mi adhesión al Frente Amplio, su candidatura presidencial y propuesta programática, sugiero un tema con tres componentes para la reflexión: Cuál país, cuál Estado, cuál desarrollo. Comienzo por el primero.
País-Isla, enclavado en el Caribe y Latinoamérica. Una esencial cuestión a tomar en cuenta en la definición, de un rumbo de desarrollo, es el hecho de que nuestro país es una isla, esencialmente montañosa, compartida con otro Estado y enclavada en un contexto más amplio, el Caribe y América Latina.
Estas son identidades que deben ser tenidas en cuenta en cualquier proyecto de desarrollo nacional que se proponga un uso racional de sus recursos, y para establecer políticas de complementariedades y beneficios recíprocos con los demás países vecinos y parecidos.
Ser país con 61% del territorio con pendientes, montañas y colinas, nos da la amplia posibilidad de disponer de agua de ríos y arroyuelos; porque en ellas nacen; ayudan a convertir en agua los vientos húmedos.
Ser isla nos proporciona una biodiversidad que surge y desarrolla precisamente por la condición de no estar influida de manera directa por tierras y ambiente continentales. Dentro de la condición de país tropical, el hecho de que haya tantas montañas de diversas elevaciones y valles entre ellas aporta una diversidad de posibilidades de lluvias y de climas que se hacen diferentes entre lugares cercanos; y lo propio ocurre con la flora y fauna que desarrollan en los mismos. Lugares fríos, menos fríos, frescos y calurosos aparecen en la isla, y con estos unas determinadas flora y fauna.
Según el Atlas de Biodiversidad y Recursos Naturales de la República Dominicana, elaborado por el Ministerio de Medioambiente y Recursos Naturales, se estima que existen en la isla unas 6 mil especies vasculares, de las cuales 2,050 propias de la isla, lo que de por si habla de la importancia de nuestra biodiversidad.
Ese mismo documento, destaca la riqueza de la fauna; de 306 especies de aves localizadas son endémicas unas 30; 71 de 74 en el caso de los anfibios. Consideradas la existencia de unas 7,030 especies de invertebrados, terrestres y marinos, unas 1,750 son propias de la isla; y en cuanto a reptiles, 147 de 166 especies constatadas.
Todo esto tiene que ver con nuestra condición de isla y de ser 61% con pendientes, montañas y colinas. Son una posibilidad de desarrollo, del ecoturismo, por ejemplo.
Pero, el hecho de que seamos isla nos obliga a preservar esas montañas y colinas; mantener sus bosques, que son a principio y fin de cuentas los que garantizan las lluvias y estas, a su vez, las fuentes acuíferas. En las islas no hay posibilidad de extensión de las montañas, bosques y ríos. Si se daña esas montañas, se afecta la posibilidad de contar con agua.
Por eso es negativa la política de los gobiernos de turno de concesionar territorios para la exploración y explotación minera, desconociendo la afección terrible que provocarían. Esas concesiones, que no toman en cuenta la condición de isla y de montañoso de nuestro país, están poniendo en riesgo el presente y el futuro del pueblo.
A estas amenazas hay que agregar unas naturales de la isla, cuales son, sus fallas geomorfológicas, que la exponen a terremotos; y la de estar en ruta de huracanes. Estas obligan a definir políticas de desarrollo. No son necesariamente fatalidades, sino realidades que imponen un rumbo de desarrollo, y unos cuidados en consecuencia.
La singularidad de ser isla- país con unas características, imponen una línea de desarrollo, pensado desde lo nacional para el interés nacional; así hayan complementariedades necesarias con otras realidades.
http://acento.com.do/2015/opinion/8216431-el-desafio-de-lo-alternativo-temas-para-una-transicion-1/
El desafío de lo alternativo: temas para una transición (2)
Ya lo he dicho aquí mismo en Acento, los modelos de crecimiento, esencialmente el vigente, han sido de “dumping” social y ecológico, porque logran crecer la economía sobre la base de mantener una política salarial restrictiva, un peso devaluado y altas tasas de desempleo.
Cuál desarrollo. Desarrollo, más que crecimiento. En medios políticos y académicos se habla a veces como si los conceptos desarrollo y crecimiento fueran similares. Por intención, en el caso de los gobiernos. De hecho por estos días pasados escuchamos otra vez a las autoridades del Banco Central hacer privanzas del crecimiento de la economía y muchos lo exaltaron como desarrollo; cuando es claro que ese crecimiento ha venido aparejado con la pobreza. Porque crecimiento y desarrollo son conceptos diferentes, aunque relacionados.
El crecimiento expresa un aumento en el Producto Interno Bruto, PIB. En los años entre 1966 y 1978, en la República Dominicana se alcanzaron tasas de hasta 12%. En el período 1996-2000, la economía dominicana tuvo un crecimiento promedio de 8.5%.
Pero en ninguno de los dos casos hubo desarrollo. Porque el desarrollo
viene siendo una ecuación que relaciona de manera directa variables como, el crecimiento económico; la transformación progresiva de las bases materiales y fuerzas productivas del país; la mejoría social del pueblo incluyendo la recreación y el disfrute de los bienes culturales; y un régimen político y social que le garantice seguridad y participación democrática en las decisiones públicas relevantes.
La República Dominicana vio agotarse el modelo de “sustitución de importaciones”, que la mantuvo en la dependencia del extranjero; este fue sustituido por otro, basado en el turismo y las zonas francas, que por igual la mantiene dependiente y en el círculo dantesco del crecimiento económico con altos niveles de pobreza. Antes, se había sembrado el país de caña de azúcar y de esta se produjo uno que otro producto, cuando pudo avanzarse a producir decenas. Aquí se produce y exporta cacao; pero las divisas que a lo mejor genera esa exportación se consumen importando los chocolates que podrían producirse en el país con nuestro propio cacao. En este y el caso anterior, la agroindustria y con esta de toda la investigación, empleo y calificación técnica y profesional de mano de obra que implica, habría sido una manifestación de desarrollo.
Un ejemplo de castración a las posibilidades de desarrollo de un país lo constituye la Venezuela de los tiempos del dictador Juan Vicente Gómez (1908- 1935) que disponía de reservas de petróleo y de un importante componente de producción agropecuaria. Pero a ese señor lo pusieron en la jefatura del Estado, entre otras cosas, para que convirtiera ese país en mono-exportador de petróleo e importador de alimentos, para lo que destruyó la plataforma agropecuaria existente, consecuencias que todavía se sienten.
En nuestro país, han cambiado los modelos de crecimiento económico y han generado riqueza durante más de 50 años consecutivos; pero, al mismo tiempo, ha crecido la pobreza hasta el 60% de la población en algunas provincias y barrios populares; se deterioran los recursos naturales; la inseguridad es alarmante, casi 69% de la población percibe que la misma crece en el país, tal como indica el informe del PNUD 2013-14 sobre “Seguridad con Rostro Humano”.
Ya lo he dicho aquí mismo en Acento, los modelos de crecimiento, esencialmente el vigente, han sido de “dumping” social y ecológico, porque logran crecer la economía sobre la base de mantener una política salarial restrictiva, un peso devaluado y altas tasas de desempleo. Y además, permite que los inversionistas en minería y proyectos turísticos destruyan bosques, manglares y cuencas acuíferas.
La nación, país y pueblo dominicanos debemos salir de esa trampa económica y del cepo político e institucional que la garantiza. En su lugar, poner uno que tenga como esencia el desarrollo y diversificación de la producción, recursos y fuerzas productivas nacionales, con tecnología, educación e investigación apropiadas; el trabajo bien remunerado; el desarrollo del mercado interno; el uso, preservación y desarrollo de los recursos naturales; en el marco de un régimen e instituciones democráticos, que exprese la nueva realidad social, económica, política y cultural que constituye la superación de aquel modelo.
En esta visión del desarrollo han de armonizar todas las formas de propiedad posibles, la privada por supuesto; y destaco entre todas la pública y la solidaria- cooperativa. E igual han de encontrar un lugar el desarrollo y gobiernos locales. Continuaremos con este tema. http://acento.com.do/2015/opinion/8218686-el-desafio-de-lo-alternativo-temas-para-una-transicion-2/
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