Teoría de la corrupción
Andrés L. Mateo - 8 de Junio de 2017

En el año 1978 los perredeístas no pudieron encarcelar ni uno solo de los corruptos. Y siguiendo la escuela de Balaguer, produjeron su propia camada de corruptos, y se adhirieron a la saga de usurpadores de la riqueza pública que cuentan con la impunidad y el olvido. Pero el peledeísmo, viniendo de una prédica moral, nos clavó con violencia en lo impensable, en las alucinaciones y los simulacros, en la desventura de vivir la práctica de la hipercorrupción como un discurso invertido. Es por eso que cada palabra con la que alguien trata de envolver el fenómeno de la hipercorrupción actual, la hipercorrupción misma las engulle y desaparece en su negra garganta. La ignominia del espectáculo de la hipercorrupción estriba en que ha comenzado a detestar su propia naturaleza. En una encuesta de la Gallup el 98% de los dominicanos percibía corrupción en el gobierno, lo que quiere decir que los propios corruptos la perciben.
La corrupción que hoy espanta a los círculos sociales se relaciona con el hambre de poder, con la vocación de eternidad de nuestros gobernantes. Y no se trata únicamente de ODEBRECHT ¿No aumentó un 33% la nómina pública en los meses previos a la reelección del presidente Fernández, y un 36% en la reelección de Danilo Medina? ¿No siguió aumentando después, como pago a los 426 movimientos y los 12 partidos que la apoyaron? ¿A dónde fueron a parar los cincuenta y cinco mil millones del erario para la reelección? ¿No ha sido entregado el Estado a parcelas políticas corrompidas? ¿Los contratos grado a grado, el clientelismo qué son? ¿El nepotismo, el tráfico de influencias, las comisiones, no son privilegios políticos? ¿A qué obedecen las prioridades en la ejecución presupuestaria? ¿La mayoría de los funcionarios acusados documentalmente de corrupción, no formaron movimientos reeleccionistas y preservaron rangos y salarios, aún después de haber sido destituidos o reciclados?
Leonel Fernández puede seguir haciendo flores de retórica con el tema de la corrupción, pero él no puede hablar de la corrupción como si fuera un analista social, lejano y admirado, como se porfía en hacernos creer. Él está indisolublemente vinculado por su régimen al despliegue de la corrupción en nuestro país. Su artículo esfuma la corrupción concreta, real, transformándola en una corrupción universal que exculpa al corrupto verdadero y lo disuelve en el esfumato de lo universal. Pero la corrupción es una práctica social, un hecho circunstanciado e intransferible. No es una tara genética, una maldición gitana, sino el modo concreto como quienes nos han dirigido han legitimado su vida. El escándalo ahora es porque la corrupción peledeísta ha estructurado un sistema, y el caso ODEBRECHT ha dejado al desnudo todo el funcionamiento de una maquinaria corrupta que no concibe límites ni tiene escrúpulos. Cuando terminé de leer el artículo de Leonel Fernández, pensé de inmediato que se trata de un hombre escindido entre las pequeñas escorias del poder y la verdad. ¡Oh, Dios! http://acento.com.do/2017/opinion/8463961-teoria-la-corrupcion/
Andrés L. Mateo
Del tiempo presente
Escritor, novelista, poeta, educador, critico literario, ensayista, investigador y filósofo. Ganador del Premio Nacional de Literatura 2004. Estudió Filología en la Universidad de La Habana. Actualmente es Decano de Estudios Generales, de la Universidad APEC. autor de las novelas Pisar los dedos de Dios,1979. La otra Penélope, 1982. La balada de Alfonsina Bairán, 1992. El Violín de la Adúltera, 2007.
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