Marino Zapete, Fernando Hasbún y Miguel Guerrero: otro modo para dirimir las diferencias
Marino Zapete y Fernando Hasbún deben dirimir sus diferencias laborales en un ámbito diferente al de los medios de comunicación. Y Miguel Guerrero no tiene responsabilidad en nada de lo que ha ocurrido con la interrupción de esa relación laboral.
Marino Zapete comete un grave error al desconsiderar, con palabras desconsideradas, al periodista Miguel Guerrero y a su anterior superior ejecutivo en Noticias SIN, Fernando Hasbun.
Y decimos que Marino Zapete comete un grave error porque él ha tenido diferencias con Fernando Hasbún y la empresa que lo contrató, pero admite que las mismas eran parte de su cotidianidad laboral. Zapete trabajó 7 años en esa empresa, y fue protagonista de duras batallas, incluyendo un cambio de canal de transmisión, y continuó ejerciendo su labor periodística insobornable, sin que tuviera dificultades para ejercer un periodismo duro, pugnaz, sin concesiones que lo ha caracterizado siempre.
Marino Zapete y quien escribe fuimos compañeros de carrera universitaria, en la UASD, y posteriormente compañeros de labores en varias empresas periodísticas, incluyendo el diario El Siglo desde su fundación en 1989, y siempre fue un periodista crítico, severo en sus juicios, militante de causas que consideraba justas. Como reportero del sector agropecuario era el más severo e investigador, y fue protagonista de muchas batallas. A veces contaba con el apoyo de sus superiores y otras veces no. Y defendía con vehemencia sus criterios, hasta un día que se ofreció a pelear dentro de una botella con un administrador del periódico que él consideraba abusaba de la posición ejecutiva que desempeñaba.
Zapete escribió varios libros, en un ejercicio de periodismo que no tuvo cortapisas, hasta que en la administración del presidente Hipólito Mejía fue detenido por agentes del Departamento Nacional de Investigaciones (DNI), y la solidaridad de los periodistas no se hizo esperar, hasta ir a reclamar masivamente frente al Palacio Nacional su puesta en libertad. Desde Rafael Núñez Grassals, hasta Nuria Piera, Julio Martínez Pozo y quien suscribe estuvimos allí, sentados en el calentísimo pavimento de la calle Moisés García, reclamando su puesta en libertad. Lo que finalmente ocurrió.
Sin embargo, Marino Zapete trabajó siete años con Fernando Hasbún y Noticias SIN. Ahora Marino cuestiona los motivos por los que tuvo que salir, o se produjo su cancelación del matutino El Despertador. Y la emprende contra su contratante y amigo, Fernando Hasbún, y contra quien le ha sustituido, Miguel Guerrero.
Nadie duda que Hasbun es un empresario de la televisión, y que tiene sus propias formas de administrar su empresa. Esas formas y sus políticas son privativas de su empresa. Incluso sus empleados, al momento de ingresar, deben admitir que es él y las personas que él designa los que deciden el momento en que termina su contrato de trabajo. Las diferencias laborales, no importa la forma en que se hayan manifestado, tienen un escenario para expresarse: el Ministerio de Trabajo.
Sin embargo, Zapete se siente agredido y la ha emprendido contra Fernando Hasbún y contra Miguel Guerrero. De Hasbún ha dicho que forma parte de un cartel que pactó con Danilo Medina para opacar una actividad del ex presidente Leonel Fernández. Y que no fue por dinero que se produjo su cancelación, sino por una especie de claudicación frente al gobierno. Es muy complejo demostrar que algo así haya ocurrido. Pero si esa es la consideración de Marino Zapete hay que respetarle su punto de vista, que contrasta con los siete años que tenía laborando al mando de Fernando Hasbún.
Marino agrede innecesariamente a Fernando Hasbún, de quien se define como amigo y a quien dice querer como persona con quien ha vivido momentos estelares de su carrera periodística. Si es así, Marino Zapete debió buscar otra forma de debatir sus diferencias, y no llevarla al plano de los medios de comunicación, porque en este caso no estamos hablando de libertad de expresión ni de coartar la libertad de expresarse que él tenía. Sencillamente se terminó una relación laboral.
La otra cuestión es la agresividad de Marino Zapete contra Miguel Guerrero, que tampoco tiene sentido, porque así como Zapete tuvo oportunidad de trabajar siete años con Hasbún, tiene Miguel Guerrero derecho a aceptar una oferta de trabajo en las condiciones que él considere, como profesional del periodismo que es.
Miguel Guerrero es además una persona decente, de un trato profesional por encima de cualquier diferencia personal, con conocimientos y modales que superan el estándar del periodismo en nuestro país. Intelectual, historiador, ganador de tantos premios y reconocimientos que lo hacen merecedor del respeto de sus compañeros de profesión, la gran mayoría salidos de las universidades cuando Miguel era un veterano de mil batallas en el periodismo dominicano.
Miguel Guerrero ha sido un hombre de la televisión durante un largo período, y decidió echar raíces en su propia empresa de Relaciones Públicas. Ocasionalmente ha retornado a la televisión y a la radio en varios momentos, siempre a requerimiento de empresarios periodísticos, que como en el caso de Hasbún, le solicitaron su integración a un equipo en el que él aporta prestigio, reconocimiento, experiencia, sabiduría, madurez y equilibrio.
Miguel Guerrero no es un hombre de estridencias, y por tanto no merece los denigrantes epítetos y descalificativos que le ha endilgado Marino Zapete. Miguel Guerrero debe quedar ajeno a ese debate, porque tampoco existen razones para que se le atribuya que andaba tras un trabajo o algo parecido. Miguel Guerrero trabaja tranquilamente su retiro de la cotidianidad periodística, y fundamentalmente se está dedicando a la producción bibliográfica en materia de historia y periodismo. Y lo que hace para el periodismo diario es naturalmente parte de un esfuerzo que le resta tiempo para otras tareas. El periodismo, sin embargo, es adictivo y es muy difícil retirarse completamente de su ejercicio. Observen esto: Rafael Herrera, Germán Emilio Ornes, Mario Álvarez Dugan y Radhamés Gómez Pepín fallecieron siendo directores de Listín Diario, El Caribe, Hoy y El Nacional, respectivamente.
Hacemos estas consideraciones porque hemos conversado con Marino Zapete, con Miguel Guerrero y con Fernando Hasbún. Y nuestro ánimo es que el debate sobre sobre la salida de Marino Zapete y Edith Febles de El Despertador termine sin más lesiones ni agresiones.
En el caso de Acento, atendiendo a un reclamo amigable de derecho a réplica, hemos accedido a publicar unas declaraciones de Marino Zapete respondiendo a Hasbun y a Miguel Guerrero. Hasbún, porque remitió una nota periodística y nosotros la publicamos sobre el ingreso de Miguel Guerrero a El Despertador, y en el caso de Miguel Guerrero porque el 8 de diciembre publicó un artículo en este diario sobre la salida de Zapete de El Despertador, expresando su criterio de que allí lo que hubo fue una terminación de un contrato laboral y no una limitación de la libertad de expresión.
Marino Zapete y Fernando Hasbún deben dirimir sus diferencias laborales en un ámbito diferente al de los medios de comunicación. Y Miguel Guerrero no tiene responsabilidad en nada de lo que ha ocurrido con la interrupción de esa relación laboral. Opinó como periodista, en un momento en que carecía absolutamente de datos sobre el devenir de esa historia, que terminaría con un esfuerzo denodado de Hasbun para que él aceptara ir temporalmente a realizar la labor de presentador del matutino El Despertador. http://acento.com.do/2016/opinion/editorial/8315202-marino-zapete-fernando-hasbun-y-miguel-guerrero-otro-modo-para-dirimir-las-diferencias/
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