Servir (se) del partido y burlar (se) del pueblo
Por BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO bgp[@]jgseguridad.net
Hay una prensa y escribidores y comentaristas que para hablar de la barrabasada de la convención del Partido de la Liberación Dominicana la comparan con episodios del pasado del Partido Revolucionario Dominicano, lo cierto es que el PLD se cagó fuera del cajón.
Aprendieron tantas diabluras que terminaron, como el escorpión, clavándose el veneno en sus propias cabezas. Ese veneno convertido en listas de votantes cambiadas, trastrueque de mesas electorales suplantadas, envío de padrones de un lugar a otro, robo de urnas cuando los resultados se avizoraban negativos a los caciques políticos de la zona, bravuconadas, amenazas de hombres armados contra miembros de su propio partido. Asesinatos.
Maniobras para suplantar candidatos populares que no eran del agrado de los “líderes” del Partido de la Liberación Dominicana que prefirieron servirse de las candidaturas para asignarlas a personas y “dirigentes” preferidos por la dirigencia partidaria, aunque los números no les daban para ganar las posiciones.
Uso indecente, inmoral, corrupto y descarado de recursos del Estado para favorecer las aspiraciones de personas sin el respaldo popular, conocedores de que no importa cuán grave y voluminoso sea un acto de corrupción, porque esperan que el amarre con procuradores fiscales y jueces sinvergüenzas, permitirá que la impunidad juegue su papel de la manera más descarada. Los peledeístas se han vendido durante varias décadas como los campeones de la honestidad, como un modo de practicar aquello de dime qué alardeas y te diré de qué cojeas.
Pero no importa, ellos son los mejores, los más puros, son los herederos de servir (se) del partido a ver si queda algo y pueden servir (le) al pueblo.
Nadie vino de Marte, nadie nació en un oscuro o luminoso planeta de los infinitos que hay en el espacio interestelar, todos somos dominicanos, de los que retrató Emilio Rodríguez Demorizi en “Cuentos de política criolla”.
Los revolucionarios habían ganado el poder y desfilaban triunfantes por la calle El Conde. Desde un balcón un veterano de la política miraba pasar a éste, el otro y al ver que eran personajes del gobierno pasado chaqueteados como victoriosos comentó: son los mismos.
Los peledeístas engañaron con su barniz de supuesta modernidad, de una moral que no exhibieron como estudiantes, puesto que allí también hicieron trampas, como dirigentes de la base, dirigentes medios, hasta conquistar el poder en la Cámara de Diputados y disponer de una damesana para cada miembro del Comité Político, quienes fueron designados como “asesores” de cualquier cosa: humo y grasa, lavado de vajillas, cualquier cosa, pero con una buena dotación económica.
Estos aprendieron todas las trampas y las aplicaron contra Hipólito Mejía en el 2012, que las hagan entre ellos porque “son blancos y se entienden” pero “ya la pava no pone donde ponía”.
http://hoy.com.do/servir-se-del-partido-y-burlar-se-del-pueblo/
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