Al presidente Medina, de un amigo
Tony Raful
Aunque no he tenido el honor de volver a conversar con usted después que es Presidente, sino ocasionalmente en algún evento público, compartimos varios años la función legislativa, y le mantuve mi colaboración institucional en su honrosa gestión al frente de la Cámara de Diputados. Me siento en la necesidad de expresarle algunas ideas disidentes sobre el actual proceso democrático, con todo el respeto por su alta investidura y por el aprecio que le profeso.
Un país regido por un sistema democrático sin oposición política es un país que no marcha bien. El proceso de integración de valores y la preservación de la voluntad de los ciudadanos, está menguada, distorsionada y carente de fortaleza social y de vocación participativa y plural. El problema de muchos gobiernos, no importa el costado ideológico que los cobije, es la negación parcial de los derechos democráticos de representación crítica frente a la clase gobernante. Trujillo promovió la participación de supuestos partidos “opositores” durante su largo reinado de terror y crímenes en ese absoluto de su poder totalitario.
A finales de 1960, el tirano promovió elecciones en las cuales, él se postuló como candidato a Gobernador de la provincia de Santiago (el cargo de Gobernador era por elección) por un llamado “Partido Nacionalista”, creado para postular al dictador, y que, curiosamente, derrotó al Partido Dominicano, la organización oficial del Estado trujillista, y también al “Partido Laborista”, otro partido de “pantalla”, inexistente en la práctica política democrática.
En Ciudad Trujillo, el Partido Dominicano postuló a Tomás Báez Díaz a Síndico de la capital, y a Virgilio Álvarez Pina a Gobernador, el “Partido Nacionalista”, la misma entelequia que postuló a Trujillo por Santiago, lo hizo en Ciudad Trujillo, llevando a Telésforo Calderón a Gobernador y a Ignacio Guerra a Síndico. Otro de los partidos, era el “Partido Laborista”, que llevaba a Domingo Hasbún, como Gobernador, y a Washington Guareño Marte como Síndico. Uno de los partidos participantes se llamó “Juventud Trujillista”, y presentó a Rodolfo Leyba Polanco a Gobernador y a Sigfrido Objío Santana como Síndico. Y finalmente el partido o “Agrupación Política Juvenil”, con Virgilio Álvarez Pina a Gobernador (éste era el principal dirigente del Partido Dominicano, y fue postulado tanto por el Partido oficial como por el nuevo grupo político) y a Darío Trujillo Tejada a Síndico, éste último sobrino de Trujillo.
Hubo una votación masiva a favor del Partido Dominicano, en todo el país, salvo en Santiago donde arrasó el “Partido Nacionalista”, pero el problema se presentó en la candidatura menor de Síndico en Ciudad Trujillo. El Partido Dominicano obtuvo oficialmente 106, 319 sufragios a favor de Tomás Báez Díaz contra 103,787 de la “Agrupación Juvenil Trujillista” de Darío Trujillo. Ambos obtuvieron cada uno, ocho regidores postulantes. Darío Trujillo denunció fraude electoral y llevó sacos repletos de cédulas ante el organismo electoral como pruebas de los miles de votantes a quienes se les impidió votar. Todas las impugnaciones debidamente conocidas fueron desechadas, porque el poder político (en este caso la voluntad de Trujillo) cuando tiene el control de los organismos electorales no accede a rectificaciones de ningún género. No le valió a Darío ser sobrino de Trujillo (él era un Trujillo pobre y ha seguido siéndolo hasta el día de hoy, sin complicidad con el crimen).
El recuento de la farsa electoral trujillista de 1960 es oportuno para entender, que no es la cantidad de partidos que participa en unas elecciones, la que determina su carácter democrático, ni la pluralidad de las nomenclaturas, ni mucho menos, el desdoblamiento de las candidaturas, llevadas en varias agrupaciones a través de pactos o alianzas, las que fortalecen la democracia como sistema.El pasado muestra la evidencia de que el “pataleo”, o sea, el reclamo del “día después”, como hizo el pobre Darío Trujillo, se le recibe, se le escucha, y luego se le rechaza cortésmente a través de sentencias. Una democracia reclama igualdad de condiciones, pluralismo democrático, respeto a la oposición, organismos probos, para que ésta cumpla sus funciones de equilibrio en la sociedad y alternativa opcional.
- Liquidar organizaciones, contribuir a rendirlas de forma humillante o engullirlas (aunque a decir verdad, muchas de ellas hacen antesala para ofrecerse impúdicamente) no nos ayuda a construir la democracia sino a debilitarla.
- La construcción social de la realidad es un principio epistemológico que no debe confundirse con la construcción mediática de la realidad. Usted, presidente Danilo Medina, no es un dictador, es un demócrata, creo haberlo conocido suficientemente.
Presidente Medina: supere esa herencia orgánica del Estado trujillista, arroje al basurero de la historia, toda esa corte parasitaria de la politiquería dominicana, que se sube en el vagón del ferrocarril del Estado, cada cuatro años, en medio de sinecuras y repartos, que lastra dispendiosamente, la imagen ética de su gobierno. ¡Usted no la necesita para gobernar! http://www.listindiario.com/puntos-de-vista/2015/09/15/388215/al-presidente-medina-de-un-amigo
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