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Los bonos dominicanos durante la caída de la Bolsa de Nueva York en 1929
Lo anticipé el lunes pasado, la Comisión de Mercados Abiertos de la Reserva Federal, en su reunión del pasado jueves, mantuvo los intereses entre cero y 0.25%, hasta diciembre o comienzo de 2016, debido a la pobre evolución de la economía mundial y temiendo que un pequeño ajuste afecte el precio de los activos y cause turbulencias en las bolsas. Varias experiencias históricas le quita el sueño, de manera particular la del 24 de octubre de 1929, cuando cayeron todos los valores cotizados en la Bolsa de Valores de Nueva York, más de 16 mil títulos buscaron y no encontraron compradores.
Los bonos dominicanos resistieron, el agente fiscal de préstamos Lee, Higginson & Co. reportó que se habían mantenido firmes, que poco había sido la depreciación, a diferencia de lo sucedido con valores de países de América del Sur. Que los bonos dominicanos emitidos a un interés de 5½%, con vencimiento en 1942, la demanda era 92 5/8%, de 90½% los que vencían en 1940 y de 98 ½% los de 1942.
Por dos razones los tenedores de bonos no se preocuparon, a pesar de la magnitud del crack de la bolsa, que luego, por errores de política monetaria de la Reserva se convierte en Gran Depresión, manteniendo en recesión la economía dominicana por algunos años. Primero, el cobro de impuestos en aduanas y las finanzas dominicanas estaban controlados por el gobierno de los Estados Unidos a través de la Custodia Aduanal. Tenían la certeza de cobrar intereses y principal. En total, el gobierno había tomado prestados $45.7 millones, desde los $20 millones de Mon Cáceres en 2008 hasta los $10 millones de Horacio Vásquez en 1926. En los veinticinco años de la Custodia, desde el 1 de abril de 1905 hasta 1930, recaudó $100.3 millones, destinó 47.7%, la suma de $47.8 millones, a pagar intereses y amortizar deudas, entregó al gobierno dominicano, para sus gastos, 45.2%, el monto de $45.2 millones, un promedio anual de $1.8 millones.
Segundo, sabían que, invitado personalmente por Horacio Vásquez, y acompañado de empresarios de la industria, la banca y de profesionales independientes, había llegado al país a comienzo de abril de 1929 el general Charles G. Dawes, ex Vicepresidente de los Estados Unidos. Su tarea era recomendar cómo aumentar los ingresos fiscales y modernizar el presupuesto. Después de tres semanas en el país, el general Dawes presentó a Horacio Vásquez un informe mecanografiado de 200 páginas, sobre políticas tributarias y organizativas que debían adoptarse. Es decir, los tenedores de bonos conocían del interés de “modernizar” las finanzas públicas.
De modo que ahora la anunciada restricción monetaria en los Estados Unidos no debería preocuparnos, si preparamos las finanzas públicas.
También ahora, como en 1929, las finanzas públicas están muy comprometidas con el servicio de la deuda. Su manejo se complicó en 1930 cuando se desplomaron las recaudaciones y desapareció el crédito internacional, al gobierno de Trujillo lo salvó la naturaleza (el ciclón, del 3 de septiembre de 1930) y Washington, que lo autorizó gastar, en un plan de emergencia (Ley 206, octubre 1931) vigilado por ellos, parte de los impuestos que debían servían la deuda.
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También ahora, como en 1929, las finanzas públicas están muy comprometidas con el servicio de la deuda. Su manejo se complicó en 1930 cuando se desplomaron las recaudaciones y desapareció el crédito internacional, al gobierno de Trujillo lo salvó la naturaleza (el ciclón, del 3 de septiembre de 1930) y Washington, que lo autorizó gastar, en un plan de emergencia (Ley 206, octubre 1931) vigilado por ellos, parte de los impuestos que debían servían la deuda.
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