j.martinez[@]hoy.com.do
14 agosto, 2015 2:00 am
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Durante mucho tiempo hemos meditado sobre la suerte del hombre dominicano sometido a fuertes y tremendas tensiones, que no le han permitido alcanzar sus sueños de largos siglos y sigue atormentado por anhelos, que quien sabe ni siquiera entiende y que sabe que ignotas razones le hacen incapaz de sosegar su inquietud y esa situación lo arrastra a una existencia llena de miseria y soledad, podría decirse, la razón le señala a un camino a seguir pero la emoción otra. Quiere muchas cosas pero no puede conseguir nada o muy poco. Este hombre acabado por el castigo de siglos de espera de una vida mejor, experimenta sensaciones que desalientan su alma y su espíritu y siente ansiedad y depresión y sin embargo no posee los medios para ahuyentar esas presiones, que como fantasmas lo acorralan generación tras generación. Se podría con mucha propiedad decir que su mente es cual una prisión en la cual se encuentra atrapada y sin salida visible a la solución de sus problemas, desea salir de esa inmensa prisión, pero no sabe cómo podrá evadirla. Parece como si la historia lanzara a este pobre y frustrado hombre, desafíos para que se revele acosado como está contra todas las injusticias, las enfermedades, su pobreza, su desamparo y su desaliento y una pregunta surge en la mente de este desesperado de la vida ¿Qué hacer para que cambie mi situación? ¿Qué hacer para que mis emociones largamente reprimidas no dominen mi mente atribulada? ¿Qué hacer para que reine la paz en mi conciencia y en mi hogar castigado y acabado?
Durante mucho tiempo hemos meditado sobre la suerte del hombre dominicano sometido a fuertes y tremendas tensiones, que no le han permitido alcanzar sus sueños de largos siglos y sigue atormentado por anhelos, que quien sabe ni siquiera entiende y que sabe que ignotas razones le hacen incapaz de sosegar su inquietud y esa situación lo arrastra a una existencia llena de miseria y soledad, podría decirse, la razón le señala a un camino a seguir pero la emoción otra. Quiere muchas cosas pero no puede conseguir nada o muy poco. Este hombre acabado por el castigo de siglos de espera de una vida mejor, experimenta sensaciones que desalientan su alma y su espíritu y siente ansiedad y depresión y sin embargo no posee los medios para ahuyentar esas presiones, que como fantasmas lo acorralan generación tras generación. Se podría con mucha propiedad decir que su mente es cual una prisión en la cual se encuentra atrapada y sin salida visible a la solución de sus problemas, desea salir de esa inmensa prisión, pero no sabe cómo podrá evadirla. Parece como si la historia lanzara a este pobre y frustrado hombre, desafíos para que se revele acosado como está contra todas las injusticias, las enfermedades, su pobreza, su desamparo y su desaliento y una pregunta surge en la mente de este desesperado de la vida ¿Qué hacer para que cambie mi situación? ¿Qué hacer para que mis emociones largamente reprimidas no dominen mi mente atribulada? ¿Qué hacer para que reine la paz en mi conciencia y en mi hogar castigado y acabado?
Este despertar del simple hombre dominicano, como el de todos los hombres de nuestra América subdesarrollada y sobre todo el del campo, tiene raíces de inconformidad, que es preciso cortar de un solo tajo, buscarle soluciones sinceras, prácticas y adecuadas a sus problemas y a la situación económica del país.
http://hoy.com.do/ayudemos-al-campo/autor/j-martinez/
Por JOSÉ R. MARTÍNEZ BURGOSj.martinez[@]hoy.com.do
21 agosto, 2015 2:00 am
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La República Dominicana está seriamente preocupada por el drama que viene desarrollándose en el campo y agota gran parte de su tiempo y esfuerzo en ayudar a estos hermanos, que con su trabajo convierten la simiente en fruto y alimento para nuestro pueblo; pero un hombre solamente no puede detener a ese ejército de desempleados si no cuenta con la colaboración decidida y entusiasta de toda la nación dirigiendo todos sus recursos disponibles para darle una respuesta satisfactoria a los problemas existentes en el campo. Sólo en una cruzada común para desarrollar el campo, darles mejores condiciones de vida, podremos recuperar y aumentar nuestra producción agropecuaria y de no hacerlo mancomunadamente, todas nuestras ciudades serán barridas por los hombres que laboran con su sudor la tierra y se convertirán en una gran concentración de indigentes, en fin un cementerio.
La República Dominicana está seriamente preocupada por el drama que viene desarrollándose en el campo y agota gran parte de su tiempo y esfuerzo en ayudar a estos hermanos, que con su trabajo convierten la simiente en fruto y alimento para nuestro pueblo; pero un hombre solamente no puede detener a ese ejército de desempleados si no cuenta con la colaboración decidida y entusiasta de toda la nación dirigiendo todos sus recursos disponibles para darle una respuesta satisfactoria a los problemas existentes en el campo. Sólo en una cruzada común para desarrollar el campo, darles mejores condiciones de vida, podremos recuperar y aumentar nuestra producción agropecuaria y de no hacerlo mancomunadamente, todas nuestras ciudades serán barridas por los hombres que laboran con su sudor la tierra y se convertirán en una gran concentración de indigentes, en fin un cementerio.
Es necesario hacer cambios fundamentales en el campo y en toda nuestra geografía. Las gentes que vivían en comunidades que parecían auto-suficientes en el agro, inició un éxodo hacia las ciudades y se han formado grandes concentraciones, alterando casi en su totalidad la fisonomía de éstas. Sólo antes de la caída de la tiranía teníamos una población rural muy superior a la urbana, y el cambio después de 74 años es otro con graves condiciones de hábitat y hemos y estamos pasando de un país agrícola a uno con grandes concentraciones urbanas. Es decir ha habido un proceso de urbanización desencadenado por las grandes migraciones de campesinos, ocurridas por fenómenos sociales, por la masiva construcción de carreteras y el desarrollo de otros medios de comunicación, como la radio y la TV, las comodidades de la vida en las ciudades, las oportunidades de empleo y la situación de los derechos de propiedad en el campo. En República Dominicana solamente dos de sus Presidentes se han preocupado por el drama que se ha venido desarrollando en el campo, el Presidente Balaguer y ahora Danilo Medina.
http://hoy.com.do/ayudemos-al-campo-2/autor/j-martinez/
Ayudemos al campo
Por JOSÉ R. MARTÍNEZ BURGOS
j.martinez[@]hoy.com.do
28 agosto, 2015 2:00 am3 de 3
Otros fenómenos influyen en las corrientes migratorias del campo a las ciudades. Entre otros, podremos señalar la menor mortalidad infantil en los centros urbanos, la mayor remuneración es también un fuerte estímulo, ejemplo sencillo lo es el de un peón que gana en la ciudad casi el triple que en el campo, también el fácil acceso a los centros educativos, todo lo cual nos lleva a la conclusión de que la migración no constituye un acto irracional que el campesino lo hace por puro gusto o por otro tipo de instinto; es decir su decisión es el resultado de una valoración racional de las oportunidades que le ofrece la ciudad, esto es, dan ese paso, seguros de que estarían favorecidos por alicientes que soñaron alcanzar dentro de su mundo de aspiraciones naturales a pesar de la hostilidad que a veces ha llegado a extremos, que en estas líneas no es necesario detallar. Por otra parte, las migraciones a la capital u otras ciudades suscita recelos por los que ya la habitan, porque los nuevos recién llegados en alguna forma resultan un competidor potencial y esto sin tomar en consideración a los migrantes haitianos.
j.martinez[@]hoy.com.do
28 agosto, 2015 2:00 am3 de 3
Otros fenómenos influyen en las corrientes migratorias del campo a las ciudades. Entre otros, podremos señalar la menor mortalidad infantil en los centros urbanos, la mayor remuneración es también un fuerte estímulo, ejemplo sencillo lo es el de un peón que gana en la ciudad casi el triple que en el campo, también el fácil acceso a los centros educativos, todo lo cual nos lleva a la conclusión de que la migración no constituye un acto irracional que el campesino lo hace por puro gusto o por otro tipo de instinto; es decir su decisión es el resultado de una valoración racional de las oportunidades que le ofrece la ciudad, esto es, dan ese paso, seguros de que estarían favorecidos por alicientes que soñaron alcanzar dentro de su mundo de aspiraciones naturales a pesar de la hostilidad que a veces ha llegado a extremos, que en estas líneas no es necesario detallar. Por otra parte, las migraciones a la capital u otras ciudades suscita recelos por los que ya la habitan, porque los nuevos recién llegados en alguna forma resultan un competidor potencial y esto sin tomar en consideración a los migrantes haitianos.
Es importante pues hacer el señalamiento que el problema más grave para los hombres y mujeres que llegan del campo a las ciudades, en especial a Santo Domingo, es que éstos se dan cuenta de que no les es posible incorporarse a las actividades económicas y sociales legales de la urbe, y les resulta muy difícil en primer término obtener una vivienda, conseguir escuela y sobre todo trabajo; es decir, están desamparados, no pueden satisfacer ni siquiera un mínimo de sus necesidades, se sienten discriminados y entonces comienza en ellos el proceso de desafío a la ley y ésta inicia también el curso de la pérdida de su vigencia, la política resulta insuficiente y los migrantes se percatan, que el sistema no está dispuesto a reconocer sus derechos, las barreras y obstáculos se multiplican, pasan a ser los marginados o imaginarios, como señaló en estos días un sacerdote, y su libertad, su prosperidad, su paz, su salud, quedan solamente en sus propias manos. http://hoy.com.do/ayudemos-al-campo-3/
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