Como el cangrejo
En nuestro país todo está legislado, regulado sometido a procedimientos claros, precisos, bien definidos, pero estamos como el niño que construyó una trampa para intentar evitar que depredadores le robaran los frutos de su pequeño huerto.
Terminada la trampa el pequeño colocó el cebo con el que pretendía atrapar a los ladrones. Al tiempo, el robo y la depredación continuaban, pese a la cuidadosa ingeniería de la trampa, la había dejado sin el mecanismo de atrapar a los ladrones. Es decir, el niño hizo la ley, pero no hizo la trampa.
Eso ocurre hoy en nuestro país ante los ojos de todos y como somos el país de “tiguerito que hiede y pelea por su vaho” continuamos ciegos y sordos ante una realidad que nos golpea permanentemente.
Se discute, aprueba y promulga una nueva ley que organiza el tránsito unificando todas las agencias e instancias del gobierno que intervienen en la organización del mismo. ¡Excelente! Se acabó la duplicidad de esfuerzos y la pérdida de recursos, pero no basta.
Las disposiciones legales y reglamentarias requieren de la presencia y acción de distintos actores, el primero de ellos es el ser humano, el que vigila y aplica la ley en el campo, una vez que ella sale del laboratorio del Congreso y de la promulgación presidencial.
El conductor que, conozca o no las disposiciones legales, se las salta porque como tiene dinero, o forma parte del gobierno, entiende que la ley es para los demás, que él está por encima de minucias tales como respetar los semáforos o el límite de velocidad.
El policía de tránsito que sustituye el semáforo de las esquinas como si quisiera demostrar su autoridad, su superioridad, sin que ni siquiera se percate de que tal actuación hace más mal que bien, que en vez de facilitar provoca entaponamientos y obstaculiza y dificulta la circulación.
Ahora, el gobierno somete una nueva regulación para perseguir el lavado de activos provenientes de la venta de drogas ¿acaso disminuirá la producción, tráfico y venta de las mismas? No, porque son tantos los actores que intervienen en el negoción, que cada día aumenta el volumen de las drogas que pasa por nuestro país y el consumo, según dicen los expertos, crece constantemente.
No hay que imaginar cómo andamos. Ante una situación tan escandalosa como lo de Odebrecht el Procurador General de la República ¡al fin! viajará a Brasil a buscar datos sobre el peor escándalo en que se ha visto envuelto el país, pero el Procurador no va motu proprio, va, porque hay una reunión de los fiscales de los países donde la empresa brasileña hizo y deshizo con participación, permiso y beneplácito de gente de poder en los gobiernos. ¡No sea pendejo!
Terminada la trampa el pequeño colocó el cebo con el que pretendía atrapar a los ladrones. Al tiempo, el robo y la depredación continuaban, pese a la cuidadosa ingeniería de la trampa, la había dejado sin el mecanismo de atrapar a los ladrones. Es decir, el niño hizo la ley, pero no hizo la trampa.
Eso ocurre hoy en nuestro país ante los ojos de todos y como somos el país de “tiguerito que hiede y pelea por su vaho” continuamos ciegos y sordos ante una realidad que nos golpea permanentemente.
Se discute, aprueba y promulga una nueva ley que organiza el tránsito unificando todas las agencias e instancias del gobierno que intervienen en la organización del mismo. ¡Excelente! Se acabó la duplicidad de esfuerzos y la pérdida de recursos, pero no basta.
Las disposiciones legales y reglamentarias requieren de la presencia y acción de distintos actores, el primero de ellos es el ser humano, el que vigila y aplica la ley en el campo, una vez que ella sale del laboratorio del Congreso y de la promulgación presidencial.
El conductor que, conozca o no las disposiciones legales, se las salta porque como tiene dinero, o forma parte del gobierno, entiende que la ley es para los demás, que él está por encima de minucias tales como respetar los semáforos o el límite de velocidad.
El policía de tránsito que sustituye el semáforo de las esquinas como si quisiera demostrar su autoridad, su superioridad, sin que ni siquiera se percate de que tal actuación hace más mal que bien, que en vez de facilitar provoca entaponamientos y obstaculiza y dificulta la circulación.
Ahora, el gobierno somete una nueva regulación para perseguir el lavado de activos provenientes de la venta de drogas ¿acaso disminuirá la producción, tráfico y venta de las mismas? No, porque son tantos los actores que intervienen en el negoción, que cada día aumenta el volumen de las drogas que pasa por nuestro país y el consumo, según dicen los expertos, crece constantemente.
No hay que imaginar cómo andamos. Ante una situación tan escandalosa como lo de Odebrecht el Procurador General de la República ¡al fin! viajará a Brasil a buscar datos sobre el peor escándalo en que se ha visto envuelto el país, pero el Procurador no va motu proprio, va, porque hay una reunión de los fiscales de los países donde la empresa brasileña hizo y deshizo con participación, permiso y beneplácito de gente de poder en los gobiernos. ¡No sea pendejo!
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