Opinión: Merkel, el bastión de la UE
Ante un populismo creciente, Angela Merkel tendrá que seguir enarbolando bandera de la UE durante algún tiempo.
Su gran ventaja es que siempre estuvo allí y, por lo menos, se hacía sentir. Ningún otro jefe de Gobierno europeo lleva en el cargo tanto tiempo como Merkel. May, Renzi, Rajoy, Tsiprass y Hollande van y vienen, pero la política más influyente de Europa continúa como una roca aguantando el creciente oleaje del populismo y el nacionalismo en los países vecinos. Quiere mantener el baluarte otros cuatro años para forjar el compromiso europeo. Un propósito con un valor incalculable en estos tiempos de crisis.
Pero, ¿cuánto tiempo podrá seguir así? ¿Cuánto aguantará con ese liderazgo modesto, y a veces poco apasionado, de la UE? Los líderes de España, Italia, Países Bajos, Dinamarca y Grecia están de acuerdo en que no se puede gobernar Europa sin Merkel. Pero en Polonia, Austria, Hungría, Reino Unido (y quizá pronto en Francia) las cosas se ven de forma diferente. Madame Merkel está considerada allí como un obstáculo para terminar con la crisis de los refugiados y cerrar definitivamente la fortaleza europea.
Merkel es necesaria
La canciller eterna no puede enfrentarse sola al populismo de la derecha en Francia y los Países Bajos, y de la izquierda en Italia. Ella tiene un problema cada vez más grave en su propio país. Para los seguidores de Alternativa para Alemania (AfD), Merkel no es la única alternativa. La canciller es el blanco del odio del populacho de la derecha. Tendrá que hacer algo si quiere evitar que el efecto Trump se extienda a Alemania y que los euroescépticos, nacionalistas y descontentos tengan demasiado poder. Y para eso necesitará al resto de los europeos.
La UE debería aportar un valor añadido reconocible. De lo contrario, de cara a la campaña de Merkel, será más una carga que un beneficio. Los vaivenes del "brexit", la imprevisibilidad del presidente electo estadounidense Donald Trump y, sobre todo, la actitud del presidente ruso, Vladimir Putin, podrían limitar la capacidad de actuación de la UE y someter a la solidaridad europea a una dura prueba. La canciller tendrá que luchar en muchos frentes políticos. ¿Cómo sería una UE dirigida por Merkel, si Trump y Putin cierran pragmáticos acuerdos de cooperación? Sería realmente difícil.
En el club de los machos
Además, también está el autócrata Recep Tayyip Erdogan, cuya cooperación es necesaria para Merkel. La contención y disuasión de refugiados en la frontera del sureste europeo solo funciona con Turquía. Hace tiempo que la canciller cambió su postura de la permisibilidad al aislamiento y eso es lo que pretende implantar ahora en el Mediterráneo con la ayuda de Italia y los países norteafricanos. Solo así conseguiría ganarle terreno al partido xenófobo de la AFD y mantener a su lado a los socios bávaros de la CSU.
Si gana las elecciones, no bastará con un simple "sigan así”. Hasta ahora, esa fórmula no consiguió frenar el ascenso de los populistas. Tiene que desarrollar nuevas ideas y actuar contra el hastío, la xenofobia y la ignorancia de ese club de machos que va desde Washington hasta Moscú, pasando por Ankara. Quizás lo consiga, pero no hay nada seguro. No se trata tanto de la persona de Merkel, sino de conseguir un punto de apoyo estable en el centro para toda Europa. Una Alemania abierta, estable y económicamente exitosa. Eso es lo que todavía representa Angela Merkel. Pero si los populistas del Frente Nacional llegan al Gobierno francés, todo habrá terminado. Ni siquiera una mujer fuerte como Merkel podría enfrentarse al nacionalismo francés. ¿Le Pen y Merkel? Rien ne va plus.
Bernd Riegert (JAG/ERS)
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- Fecha 21.11.2016
- Temas Europa
- Palabras clave Europa, UE, Merkel, Elecciones, Campaña, Populismo
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