Elecciones sin democracia y trujillismo subliminal
20 de mayo de 2016 - Acento.com.do
La manipulación electoral vivida recientemente en el país no puede ser más burda y abusiva.
Por el antes, el durante y el después, las elecciones recién pasadas no han sido más que una parodia de democracia y un engaño político, con una larga lista de cómplices, que demuestran claramente que no es cierto que la democracia dominicana goce de buena salud, sino que, por el contrario, está enferma, raquítica y envilecida.
Hay que erradicar la idea de que la democracia es sinónimo de elecciones. Es cierto que la democracia requiere elecciones, pero no cualquier tipo de elecciones. Tienen que ser “libres y justas” para que puedan considerarse como verdaderamente democráticas. La idea de gobierno democrático es irreconciliable con las farsas electorales. Y las recientes elecciones de aquí distan mucho de ser “justas y libres” hasta prueba en contrario.
Como expresa Andreas Schedler en su obra Electoral Authoritarism: The Dynmics Of Unfree Competition, “hay regímenes que celebran elecciones y toleran cierto grado de pluralismo y competencia multipartidista, pero que al mismo tiempo quebrantan las normas democráticas mínimas de manera tan grave y sistemática que no tiene sentido clasificarlos como democracias. No representan formas limitadas, deficientes o distorsionadas de democracia; son más bien ejemplos de gobiernos autoritarios”. ¿Acaso, no es esto lo que está pasando esto aquí?
El mismo autor nos dirá que “los regímenes autoritarios no son menos democráticos que las democracias; simple y llanamente, no son democráticos”. Organizan elecciones con apariencia de legitimidad democrática para impresionar tanto a los actores internos como externos; ponen las elecciones bajo rígidos controles autoritarios con el propósito de garantizar su permanencia en el poder.
No son democráticos porque se trata de regímenes que violentan los principios de libertad y de transparencia y porque asumen las elecciones como un medio de control autoritario más que como un medio de gobernación democrática; transgreden descaradamente un principio fundamental de la democracia electoral que impone que los resultados de los comicios no deben ser falseados ni obtenidos mediante coacción o amenaza de ningún tipo.
La manipulación electoral vivida recientemente en el país no puede ser más burda y abusiva. No es patalaeo, no es resabio, no es invención; es testimonio, es denuncia, desgraciadamente ante árbitros parcializados y ensordecidos que envilecen la democracia y la hacen burlada.
La democracia se envilece cuando en nombre de ella misma se destruye la confianza en las instituciones públicas y en el ordenamiento jurídico y se promueve una práctica política de dominación y hegemonía autoritaria.
Son los mismos principios de soportan la democracia los que imponen incluir la lucha contra el autoritarismo electoral en la agenda política nacional. Es la misma democracia la que hace mandatorio combatir los gobiernos autoritarios como el que ha hecho y pretenderá hacer el partido en el poder. “Ha llegado el momento de abandonar las etiquetas engañosas para tomar en serio su naturaleza no democrática”.
Quedarse callado, indiferente o atemorizado frente a este envilecimiento calculado de la democracia por parte de los que pretenden perpetuarse “autoritariamente” en el poder no es la actitud que demanda el momento político actual. Resignarse, callarse, sería complicidad, irresponsabilidad y torpeza política.
Las elecciones pasadas, más que fiesta de la democracia, constituyen un verdadero envilecimiento de la democracia con visos de “trujillismo subliminal” ¡Cualquier celebración es burla a los ciudadanos. Es insulto a la democracia!
http://acento.com.do/2016/opinion/8350576-elecciones-sin-democracia-trujillismo-subliminal/
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