24 de Marzo del 2015
Leonel Fernández hizo presidente de la República a Danilo Medina utilizando los recursos del Estado como nunca antes, ni siquiera en los Gobiernos de Joaquín Balaguer.
Con la causa perdida, Leonel se empleó a fondo para imponer, a regañadientes, al candidato de su partido, pues si ganaba la oposición, como todo parecía indicar, tanto él como sus colaboradores más cercanos tendrían problemas con la justicia.
Atemorizado por las constantes amenazas de Hipólito Mejía de enviar a la cárcel a los corruptos, Leonel ordenó a todos los funcionarios, desde el más grande hasta el más pequeño, involucrarse en la campaña junto con las Fuerzas Armadas, la Policía, los fiscales y la Junta Central Electoral.
¡Para Leonel y su gente perder no era una opción!
De ese modo, el Estado se convirtió en el factor que determinó la “derrota” de Hipólito y el “triunfo” de Danilo.
Leonel no quería que su archirrival en el PLD lo sustituyera en el cargo porque sabía que intentaría quitarle su liderazgo en el partido, como en efecto ha pasado, razón por la cual en varias ocasiones intento negociar con Hipólito enviándole emisarios, pero el candidato opositor se opuso una y otra vez. ¡Me consta!
Así las cosas, no tuvo más alternativa que meterse en la campaña utilizando más de los 40 mil millones de pesos que dijo tener; más de los 90 millones de raciones de alimentos para los “muertos de hambre” que prometió, y el petróleo que le entregó el Gobierno de Venezuela para asfaltar calles y callejones.
Una de dos: Leonel, compraba las elecciones, como las compró, para hacer presidente a su rival en el PLD o dejaba que Hipólito ganara limpiamente, “mucho a poco”, y después lo sometiera a la cárcel junto con Félix Bautista y demás acusados de corrupción. El riesgo era muy alto con todo y haberse blindado en las “Altas Cortes”.
Pasado el tiempo, Danilo y su grupo han ido cobrándole a Leonel todo cuando le hizo. ¿Recuerdan la expresión, “el Estado me venció”, y la otra: “Leonel es mi peor enemigo”?
Danilo permitió, sin ningún prurito ético o moral, que el Estado que lo había vencido le diera la victoria para después utilizarlo a su antojo como lo hizo con la escogencia de algunos titulares del Comité Político y del Comité Central.
Ese mismo Estado es el que intenta vencer de nuevo a Leonel para imponer la reelección, con Quirino o sin Quirino, con Toña Leña o sin Toño Leña, con Arturo del Tiempo o sin Arturo del Tiempo, con Figueroa Agosto o sin él, con los Súper Tucano volando alto, con Estados Unidos jugando a la “gatica de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano” o sin Estados Unidos y su Departamento de Justicia. “La reelección es un hecho” como han dicho muchos funcionarios.
Solo que Leonel no está dispuesto a dejarse chantajear, ni permitir que el Estado de Danilo lo derrote de nuevo impidiéndole ser el candidato presidencial del PLD, porque sabe que sin los votos de sus senadores y diputados, no hay reelección.
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