viernes, 20 de marzo de 2015

¡Basta ya! / Por BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO

Por 
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19 marzo, 2015
Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Me pregunto con frecuencia cuán libres somos y con cuánta independencia podemos actuar como nación.
Me pregunto qué es la libertad y no quiero consultar diccionarios de frases pronunciadas por nadie sabe dónde, ni en qué circunstancias ni para favorecer a quién.
Me preocupaba hace mucho cuando no entendía los alcances de la libertad y leía y estudiaba y buscaba y rebuscaba en la práctica, en la realidad nuestra y veía nuestras realidades y veía las realidades de otros y trataba de llegar a conclusiones válidas para ellos y válidas para nosotros.
Alguno dijo alguna vez que sólo los poetas son capaces de desentrañar los secretos de la vida porque sólo ellos son capaces de distinguir, apreciar y adivinar el temblor del ala de una mariposa enamorada.
Las crisálidas que fueron una vez las naciones de América despertaron un día con un sueño incumplido. Sueño que se construyó golpe a golpe, conspiración tras conspiración, clandestinaje tras clandestinaje, ostracismo tras ostracismo: el despertar de la independencia. Esa independencia tiene más de pesadilla que de sueño luminoso.
Hemos pasado más años luchando, trabajando, construyendo la libertad, que disfrutando de ella, si es que alguna vez la hemos logrado. La libertad y la independencia se han convertido en un espejismo que llamamos democracia. Tan débil, tan frágil, tan ajena.
Hemos vivido lo que nos dicen en los textos que es la independencia. En la práctica hemos sido víctimas de los imperios que nos han usado contra nosotros, contra nuestros vecinos, contra nuestros amigos. Nos dicen una y otra vez que debemos ser amigos de una u otra nación, que otros países de la región son enemigos nuestros y nos usan como marionetas guiadas por sus odios y por sus intereses.
Nos doran las palabras, tergiversan las intenciones, parece como que tenemos voz, que ejercemos el derecho a la palabra, que nuestras palabras tienen el significado y el peso de las ideas que postulamos, hasta que se combinan, se confabulan con otros países, arman una mayoría y nos apuñalan.
Actúan como aquella mujer de la cual dijo Bécquer: “me ha herido recatándose en las sombras,/ sellando con un beso su traición,/ los brazos echóme al cuello y por la espalda,/ partióme a sangre fría el corazón/ y ella prosigue alegre su camino,/ feliz, risueña, impávida y porque,/ porque no brota sangre de la herida,/ porque el muerto está en pie”.
Entre tratados que sólo garantizan los derechos de los titiriteros, de los que manejan la parte ancha del embudo, hemos llegado al momento en que América quiere ejercer la independencia y entre traiciones, abusos y cobardía, se intenta volver a las imposiciones coloniales.
La independencia se consolidaría si América se yergue y dice al unísono: ¡Basta ya!
http://hoy.com.do/basta-ya-4/

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