No vamos a decir lo mismo que ya se ha dicho. Alto crecimiento, baja inflación, cierre fiscal moderado, aumento en el crédito privado y reducción del déficit externo, entre otros avances sobresalientes del 2014. Fue un buen año estadísticamente hablando, pero la gente sigue con el grito al cielo.
El problema es que poco se habla de la crisis estructural que sufre el país. Tenemos serias limitaciones para armonizar un alto crecimiento, con una política de racionalidad fiscal e institucional, con equidad en la distribución del ingreso. Es harto comprobado que el alto crecimiento del PIB en República Dominicana, está divorciado de un aumento equivalente en el empleo, en el ingreso y en las recaudaciones fiscales.
A todo esto se suma el endeudamiento irracionalmente alto para lograr ese crecimiento (51% del PIB a diciembre del 2014), que iniciado el 2015 ya va por US$3,100 millones aprobados, tanto en bonos soberanos, como en cuestionables préstamos para cuestionables propósitos.
El crecimiento del empleo en el pasado año fue pírrico si consideramos el nivel de crecimiento y la cantidad de personas que entran anualmente al mercado de trabajo o pierden su empleo. En cuanto a los ingresos, pasa igual ya que el poder adquisitivo se deteriora cada vez más por el congelamiento salarial. Y en cuanto al problema fiscal, uno se pregunta ¿cómo es posible que las recaudaciones caigan por debajo de lo programado en el presupuesto del 2014, cuando el crecimiento se estimó en 5% y terminó en 7.1%?
Veamos lo que dijo el Banco Mundial en su reciente informe sobre el país? citamos “En los últimos veinte años la República Dominicana (RD) ha sido una de las economías de más alto crecimiento en Latinoamérica, con un crecimiento promedio del PIB en torno al 5,5 por ciento entre 1991 y 2013. A pesar de este fenomenal desempeño económico, la pobreza hoy en día es más alta que en el 2000”.
Para contrarrestar este patético escenario, se necesita mucho más que un PIB alto, comenzando por mejorar sustancialmente la calidad del gasto público. Hay que hacer importantes reformas dentro del Estado Dominicano así como en otras aéreas que afectan el accionar del sector privado. Nos referimos al Código Laboral, la reforma eléctrica y la reforma fiscal integral, entre otras. El sector salud, por ejemplo, sufre del mal de Parkinson, la agricultura, de los achaques de la vejez, la educación, de una carencia total de visión, y la industria permanece en estado de coma.
La energía es un ejemplo de cómo se queman U$1,600 millones anualmente. Y la existencia de decenas de instituciones públicas que perdieron su razón de ser, de otros RD$18 mil millones. ¿Cuánto suma esto? RD$93 mil millones, mientras seguimos endeudándonos para cubrir estas amenidades del folclor criollo.
El modelo económico sigue estático porque rinde frutos políticos aunque condena la competitividad y las exportaciones de bienes, que siguen cuesta abajo.
La corrupción y la evasión fiscal son dos desgracias nacionales, que representan un alto porcentaje del PIB y mientras la impunidad garantiza su crecimiento, el país seguirá empobreciéndose aunque el PIB aumente un 10% al año.
A pesar del informe de la Cepal 2014, que nos ubica entre los países con mayor pobreza de América Latina (40.7%) y entre los que tienen mayor porcentaje de indigentes (20%), hay demasiada gente contenta con ese accionar público porque más de 300 mil cobran sin dar un golpe, otro millón recibe algún tipo de subsidios, el dinero fluye para los que están vinculados al poder y a los funcionarios nadie les pide cuenta de sus actos.
http://hoy.com.do/economia-2014/autor/hoy/
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