sábado, 5 de septiembre de 2015

La división étnica hace el juego a las potencias coloniales | por Hassan Hamadé

CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE TURCO ERDOGAN 
La división étnica hace el juego a las potencias coloniales
por Hassan Hamadé
BEIRUT (LÍBANO)
La división étnica hace el juego a las potencias coloniales
 RED VOLTAIRE | BEIRUT (LÍBANO) | 29 DE AGOSTO DE 2015 
FRANÇAIS
Señor Presidente,
No podría yo terminar esta carta de otra manera que no fuese dirigiendo mis respetuosos homenajes a los mártires de la santa Siria, a los niños, a las mujeres y los ancianos, a todos los inocentes masacrados por las organizaciones terroristas de usted.
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La estatua del general kurdo Saladino a la entrada de la ciudadela de Damasco. Saladino liberó Damasco, en 1174, y fundó la dinastía de los Ayubis.
Cualquiera diría, señor Presidente, que usted no conoce absolutamente nada de la realidad siria ni sobre la historia, ni siquiera la más reciente, de la santa Siria. Si fuese de otra manera, se habría tomado usted el trabajo, al menos por un instante, de recordar la sabia frase que el presidente Chukri al-Kuatli dijo al líder Gamal Abdel-Nasser en el balcón del palacio presidencial de Damasco, desde donde los dos saludaban juntos, alzando los brazos al cielo en señal de victoria, la marea humana que había venido a aclamar la realización del tan esperado sueño del panarabismo: la proclamación de la República Árabe Unida, nacida de la fusión de Egipto y Siria. Era el 1º de febrero de 1958.
Aquel día memorable, Chukri al-Kuatli, que acababa de recibir el título de «primer ciudadano árabe», quiso dirigirse también a las antiguas potencias coloniales en términos que merecen la mayor atención. Dijo entonces:
«Nuestras fronteras no son límites. Son heridas.» [1].
En principio, señor Presidente, se supone que entienda usted el significado de esas dos reflexiones de este hombre de Estado sirio, dotado de una riquísima experiencia política, que se remonta a 1907, año en que fundó el movimiento de los Jóvenes Árabes, cuya vocación era «ser el contrapeso del movimiento de los Jóvenes Turcos».
Esta modesta misiva no tiene como objetivo exponer y criticar las modalidades y resultados de la participación de usted, intensa y continua, en esta guerra de agresión israelo-estadounidense tendiente a la destrucción masiva de la santa Siria y a su desmantelamiento total. Tampoco busco aquí criticar detalladamente la trágica ceguera política de la persona que usted ha designado como su estratega, el profesor Ahmet Davutoglu, ni su desacertada teoría de «cero problemas» con el vecindario inmediato de Turquía… Mi objetivo, con esta carta abierta, es simplemente hacerle observar a usted la gravedad del callejón sin salida al que le han llevado los sueños de omnipotencia otomana. El dilema kurdo-sirio, que usted enfrenta en este momento, es la perfecta ilustración de ello.
Se ha metido usted en la cabeza la realización de un proyecto colosal, que sobrepasa ampliamente los medios a su disposición. Ese proyecto es la gran marcha hacia el sur que, según los estimados y previsiones que usted mismo ha hecho, deberían llevarle a una nueva conquista de Damasco la eterna, la capital más antigua del mundo, y a celebrar en la prestigiosísima mezquita de los Omeyas, que aún abriga el relicario de San Juan Bautista, ¡la plegaria por la gloria de la victoriosa revancha!
Pero ha confundido usted sus deseos con la realidad… y sus ambiciones imperiales están reduciéndose poco a poco «como un sueño dorado que desaparece en la mañana…» para desembocar, debido a la mediocridad de sus cálculos, en la actual confrontación entre Turquía y los sirios pertenecientes a la etnia kurda. Precisamente en ese terreno se encuentra el quid de la cuestión.
Las opciones que usted ha preferido en la materia son reveladoras de un sorprendente desconocimiento del tema. Contrariamente a los casos de Turquía y de Irak, nunca existió en Siria ningún «problema kurdo», ni después del inicio de la lucha contra la turquización, ni durante la posterior lucha contra el colonialismo francés, ni tampoco a lo largo del periodo de la independencia, como tampoco existe en este momento. La activa participación de los ciudadanos sirios de etnia kurda en la vida de la sociedad siria siempre se ha desarrollado sin dificultades, como lo demuestran datos históricos altamente reveladores.
Basta con pasar revista a la larga lista de líderes y dirigentes sirios pertenecientes a la etnia kurda para darse cuenta de cuán decisiva ha sido la contribución de ellos a la defensa de su patria siria, e incluso a la promoción de las tesis del nacionalismo árabe. Sí, así es, del nacionalismo árabe.
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Sati al Husri
¿Sabía usted, señor Presidente, que el ideólogo del nacionalismo árabe moderno, el famoso Sati al-Husri, pertenecía a la etnia kurda? Sati al-Husri fue el inspirador de las diversas escuelas del nacionalismo árabe, el mundo político e intelectual lo reconoció como el filosofo de referencia del nacionalismo árabe, dedicó decenas de sus obras –sobre la política y la sociología– a la defensa de esa causa, convencido de que era esa la única tabla de salvación de esta gran nación, haz de diversidad, orgullosa de su pluralidad y constantemente amenazada por las potencias coloniales que no dejan de conspirar para tratar de dislocarla y destruirla. Nacido en Sanaa, en Yemen, en 1880, de padres provenientes de [la ciudad siria de] Alepo, Sati al-Husri hizo su carrera político-educativa en Irak, como ministro de Educación –bajo el emir Faisal I–, antes de regresar a Siria, donde continuó la lucha por alcanzar ese objetivo.
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Estatua del general Yussef al-Azmeh en el centro de Damasco.
¿Sabía usted que el gran símbolo del patriotismo sirio, Yussef al-Azmeh, también era miembro de la etnia kurda? Como ministro de Defensa de Siria, Yussef al-Azmeh libró personalmente, en el campo de batalla de Maysalum, el último combate contra la invasión francesa. Eso sucedió el 24 de julio de 1920, hace casi exactamente 95 años. El general Yussef al-Azmeh decidió salvar el honor de su Patria, aunque sabía que la batalla estaba perdida de antemano. A la cabeza de un batallón de 400 valerosos soldados sirios –la mitad eran voluntarios–, el general decidió hacer por su pueblo el sacrificio supremo [2].
El martirio de Yussef al-Azmeh quedó escrito con letras de sangre y fuego en los anales del heroísmo y la humilde localidad de Maysalun se convirtió en un lugar marcado por la gloria. Su recuerdo sigue alimentando hoy la llama del patriotismo sirio. De generación en generación se transmiten los cantos en recuerdo de este general sirio, ejemplo de devoción y sacrificio, cuya estatua se yergue en el centro de Damasco.
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Mohamed Kurd Ali
¿Y qué decir de Mohamed Kurd Ali, el kurdo que fundó la Academia de la Lengua Árabe y que la presidió hasta su fallecimiento, en 1953? A él, que fue ministro de Educación de Siria, le debemos la inmortalidad de nuestra lengua.
Junto a estos tres ejemplos, que tanto dicen sobre la contribución, profunda y magistral, de los ciudadanos sirios de la etnia kurda a la formulación de la concepción laica del nacionalismo árabe y del patriotismo sirio, se yergue toda una legión de personajes ilustres, de esa misma etnia, que han marcado la vida pública en Siria, comenzando por Ibrahim Hananu, el primer líder político que se unió a las filas de la gran revolución patriótica de liberación encabezada por Sultán Pacha al-Atrash en contra de la ocupación francesa.
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Khaled Bagdache
Son cientos de nombres que representan el panorama político, con sus diversos componentes sociológicos, y que van desde viejas familias feudales –como la familia Barazi, que ha dado varios hombres de Estado– hasta el carismático líder de la izquierda siria Khaled Bagdache, quien fue durante medio siglo secretario general del Partido Comunista.
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El jeque Mohamed Said Ramadan al-Buti, asesinado por la Hermandad Musulmana en una mezquita de Damasco, el 21 de marzo de 2013.
Sin hablar de las estrellas de las artes, del espectáculo, de la literatura, y de las fuerzas armadas, así como del sector de la religión, donde el jeque Ahmad Kaftaru y el escolástico Mohamed Said Ramadan al-Buti han marcado su época: el primero al conservar su cargo como Muftí de la República Árabe Siria durante más de 40 años y el segundo por el lugar excepcional que ocupó en la asamblea de ulemas, antes de ser asesinado por los terroristas del Frente al-Nusra (al-Qaeda) mientras ejercía su enseñanza en una mezquita de Damasco.
Señor Presidente,
Permítame sugerirle que le pregunte a algunos de sus amigos sirios si sabían realmente a qué etnia pertenecía este o aquel de los personajes anteriormente mencionados. Correría usted el riesgo, señor Presidente, de no encontrar a nadie capaz de responder correctamente. Y esa ignorancia no viene del hecho que se trata de gente que ha vendido su país. También podrá encontrarla entre los ciudadanos sirios que profesan patriotismo y devoción por su santa Siria. Esa ignorancia se debe al hecho que los criterios comunitaristas-tribales no tienen absolutamente nada que ver con las normas socio-patrióticas sirias y que nunca han encontrado espacio en este país. Es por ello que no existe, en los archivos de la República Árabe Siria, ningún censo de población basado en criterios comunitaristas-tribales. En ello precisamente podemos descubrir todo el esplendor y la realidad del alma siria ya que, según el diccionario patriótico sirio, ese tipo de artificio es malsano e hipócrita, sólo se trata de una forma de cálculo macabra que caracteriza a los aprendices de mago. Es una artimaña vergonzosa, indigna de hombres libres y sirve como herramienta a las conspiraciones permanentes del imperialismo y sus lacayos.
Desde el inicio de esta guerra de agresión contra nuestra santa Siria, han sido constantes las oleadas de estadísticas falsas sobre la cantidad de miembros de tal o más cuál etnia o comunidad religiosa que nos asaltan a través de los medios de la prensa dominante, para fabricar y estimular contradicciones étnicas y de carácter comunitario o tribal destinadas a justificar las intervenciones de la OTAN. Usted sabe seguramente que esas estadísticas falsas provienen de una única fuente: la Hermandad Musulmana. Esta cofradía es experta en materia de cálculos macabros, que responden a una constante histórica entre las potencias coloniales: son parte del marco general de lo que llaman la «cuestión del Oriente» y estimulan su histeria bélica.
Señor Presidente,
El simple hecho de ignorar todas esas realidades sólo podía llevarle a usted al callejón sin salida en el que hoy se encuentra. Usted se lanzó en una empresa guerrerista en la que no es usted ni autor ni ejecutor sino un simple contratista. Esa empresa se desarrolla por decisión del jefe supremo del clan atlantista al que usted pertenece. No le compete a usted decidir la trayectoria de esta guerra, ni su finalidad. Los sueños de sultanatos son irrealizables en nuestros tiempos.
Lo que más sorprende de su parte, señor Presidente, es que usted ignora por completo el mecanismo de la estrategia otomana, sobre todo en materia de expansionismo. Seguir las tácticas europeas, que consisten en explotar los conflictos comunitarios y sectarios, no le permitirá a usted revivir el sultanato. No olvide usted que fueran esas mismas tácticas las que socavaron el imperio otomano. Le diré incluso que los europeos pueden estar recurriendo a ese tipo de táctica para desmantelar la Turquía actual. Y no podría ser de otra manera ya que los proyectos de regionalización, que constituyen una opción estratégica para la alta jerarquía de la Unión Europea, minan el centralismo de los Estados-Naciones de Europa en beneficio de las instancias federales dirigidas por grupos de tecnócratas no electos. Debido a ello, el proyecto europeo al que Turquía espera unirse desembocaría en la regionalización de esta última de manera que cualquiera de sus regiones tendría la posibilidad de concluir acuerdos, de firmar pactos y –¿por qué no?– de establecer alianzas con otras regiones de Europa, o incluso de otras partes, sin consentimiento previo del gobierno turco.
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Audiencia en el palacio presidencial de Damasco, en 1955. Al centro, con chaqueta cruzada, el primer presidente de la República Árabe Siria, Chukri al-Kuatli. A su derecha, con keffieh, el padre de la Resistencia siria contra la ocupación francesa, Sultán Pacha al-Atrash.
Señor Presidente,
Los cálculos falsos nunca podrán ser honestos. Sólo hacen brillar la posibilidad de victorias virtuales. A fuerza de adoptar las tácticas occidentales, estaría usted arriesgándose a incendiar su propio país. Me parece que no tiene usted ninguna idea del efecto de boomerang, que ya comienza a hacerse sentir, y cuyas consecuencias y daños para Turquía serán muy difíciles de evitar. Usted no se da cuenta de que está galopando hacia atrás. Sus aliados occidentales se esconden detrás de usted para introducir en Siria sus escuadrones de la muerte, mientras que denuncian la total complicidad de usted con el Emirato Islámico, principalmente en la guerra que está usted haciendo a los ciudadanos sirios de la etnia kurda. Por la fuerza de las cosas, la bulimia geográfica que usted muestra está convirtiéndose en anorexia. «Lo que mata es la certeza, no la duda», decía Friedrich Nietzche.
En este momento, señor Presidente, mientras los escuadrones de la muerte que usted dirige –al-Qaeda y sus derivados, al-Nusra/Emirato Islámico y compañía–cometen todo tipo de masacres y de actos de vandalismo contra el pueblo de la santa Siria, destruyendo su prestigioso patrimonio, tanto cultural como en materia de culto, siguiendo el plan trazado por la OTAN y por la base militar regional de esa alianza –el Estado de Israel–, podría usted escuchar en las calles de las ciudades, de las aldeas, en las llanuras, los valles y montañas de la santa Siria, adolorida por esta barbarie políticamente correcta, los ecos de los cantos dedicados a la gloria de Maysalun y que reconocen las «heridas» que mencionara Chukri al-Kuatli.
«A cada paso de nuestra historia recordamos Maysalun 
y de la tierra de Palestina escuchamos los pedidos de socorro que llegan de Alejandreta. 
Paciencia Patria querida… paciencia 
Nadie podrá separarte de nosotros 
Nadie podrá separarnos de ti 
Tú eres y seguirás siendo la arteria por donde corre nuestra sangre 
Tú seguirás siendo nuestra Patria querida, nuestra madre Patria, nuestra santa Patria 
Seguirás siendo Siriana.
»
 http://www.voltairenet.org/article188537.html
[1] Un printemps arabe, por Jacques Benoist-Méchin, Albin Michel, 1959, p. 314.
[2] En efecto, Yussef al-Azmeh murió en la batalla contra las tropas francesas, netamente superiores en número de efectivos y en armamento, que comprendía incluso tanques y aviones. Nota de la Red Voltaire.

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