miércoles, 27 de mayo de 2015

La delincuencia juvenil

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Son muchas las causas que condicionan al joven a la formación de una mentalidad criminal delincuencial. Consideramos por lo tanto es oportuno proponerlas aquí, desde un punto de vista del fenómeno de la criminalidad y la violencia, trazar una síntesis esquemática sobre la evolución del pensamiento científico, donde la causa de la delincuencia, había que atribuirlas sobre todo a la influencias ambientales de un estigmas somáticos.


El más grave problema que se presenta hoy a quienes quieren encarar el tema de la criminalidad por los menores, es aquel que concierne de toda manera al fenómeno del progresivo incremento de la sociedad contemporánea. Vamos a tratar entonces de encontrar los motivos a través de un análisis de las trasformaciones sociales, políticas psicológicas y de costumbres que están progresivamente  modificando nuestro mundo de hoy.

La delincuencia juvenil puede dirigirse en general hacia todas las formas del delito, que forman el argumento de los diferentes aspectos de este artículo. A ellos revisamos por su específica interpretación que resultará por demás valiosa, siempre que sea oportunamente integrada por todos aquellos elementos que pueden, en todo caso, ser sugeridos por una atenta consideración de los problemas psicológicos, de la adolescencia. Una mención particular será, dedicada a las “gangas delincuenciales de menores”, que afligen especialmente a algunas naciones y que cumplen habitualmente crímenes del todo peculiares, cuyos aspectos no pueden ser consignados en ningún otro sector de la criminalidad.

El muchacho y el adolescente forman su comportamiento y construyen su personalidad psicológica principalmente a través de un mecanismo de imitación de esquemas humanos idealizados por entusiasmo juveniles. En la familia deben entonces ser buscadas las primeras causas de una disconformidad ética, que repite muy a menudo los ejemplos diariamente notados desde la primera infancia.

El deseo morboso de conquistar a toda costa el lujo, las riquezas, las posiciones de dominio que se han notado con envidias largamente maduradas en otras personas, representan, en realidad, uno de los móviles más concretos para la criminalidad juvenil. Por la situación de pobreza en que viven estos jóvenes marginados sociales; de una sociedad en crisis de valores morales, estos jóvenes con sed de diversiones, de elegancia, de placeres sexuales y la neurótica complacencia en la destrucción de los pilares éticos de un tiempo, pueden hoy ser considerados como el sustrato fundamental también de la pequeña delincuencia. La formación de las bandas de delincuente criminales sigue casi siempre criterios de barrio y entonces, dada la distribución homogénea de los diferentes grupos étnicos, con criterios raciales. En las grandes ciudades como las americanas, es conocidísima la rivalidad que existe entre las diferentes “gangas” formadas por negros, puertorriqueños por italianos, por anglosajones. 

“La sociedad, es la que hace y prepara sus delincuentes lleva ella sola la responsabilidad.” El delito más común a considerar es el robo, especialmente en sus formas más simples, tal vez directamente instintivas.

La delincuencia no es un mal de los pobres como se quiere señalar, como tampoco lo es de los llamados tigueres de barrio, es un problema de la misma matriz de la sociedad y del sistema político económico de donde nacen estos males.
http://www.primicias.com.do/index.php/opinion/3501-la-delincuencia-juvenil

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