Una ley del 18 de diciembre pasado, apenas conocida, aprobada en el período navideño, en plena celebración colectiva del rito de Baco, hizo posible la emisión de bonos soberanos conectados a la recompra de la deuda con Petrocaribe, y destiñó el desmentido previo.
La página web de la Presidencia de la República lo reseñaba así: “El martes 27 de enero se cerró la transacción financiera mediante la cual se redimió de forma adelantada la deuda de US$4,027 millones de dólares acumulada con PDVSA, mediante el pago de la suma de US$1,933 millones de dólares. Esto equivale a un descuento obtenido sobre el valor facial de la deuda de un 52%; o de forma equivalente: a que se pagó un precio de 48% por la Deuda.”
La misma página agrega que: “en vista de que no contábamos con ese dinero en caja, el país emitió Bonos Soberanos la semana pasada. En total se emitieron US$ 2,500 millones de dólares, los cuales se han distribuido de la siguiente forma:
US$1,933.2 millones para pagar a PDVSA; US$563.5 millones fueron transferidos a la cuenta República Dominicana en el Banco Central como parte del Plan de Financiamiento aprobado en el Presupuesto del 2015 para su utilización durante el ejercicio presupuestario del año por parte de la Tesorería Nacional. El remanente de US$3.2 millones fue utilizado para pagar los costos de la emisión: bancos de inversión, abogados, agencias clasificadoras de riesgo.”
El mérito de esta operación se centra en la disminución de la deuda pública en 3.3% del PIB, que constituye ciertamente un alivio estadístico. También puede que lo sea que se haya logrado en un ambiente de solidaridad con el gobierno de Venezuela, necesitado de recursos líquidos, pero este último punto habrá de esperar por confirmación. No se conoce todavía si esta operación constituye el preludio para exclamar ¡Petrocaribe ha muerto! puesto que no se sabe si quedan argumentos para reclamar, en sentido contrario, ¡Viva Petrocaribe!
Por otra parte, la carga de intereses y el déficit será mayor pero se compensa con un flujo de amortizaciones más bajas, que se aplazan al vencimiento de los bonos. Parecería pues que en términos de flujos todos ganan: República Dominicana, Venezuela, y los intermediarios. Albricias. Por otro lado, no debería sorprender que se emitan otros bonos relacionados con las necesidades de financiamiento del presupuesto de la nación.
Nadie debería esperar que una operación de ingeniería financiera cambiara por si sola el grado de sostenibilidad de la deuda pública, pues no solo se trata de exhibir un coeficiente deuda/PIB más bajo, sino también de reducir con vocación de permanencia el elevado servicio de esa deuda. Y hacerlo en un contexto que demuestre un compromiso de desmontar su precaria sostenibilidad.
Se ha hecho provecho de una coyuntura apropiada, que pudiera ser prolongada o muy corta. Nadie lo sabe. El rebote de los precios del petróleo no es imposible y pudiera trastornar los planes y las predicciones bonancibles.
Reconociendo y calibrando en su justa medida la operación realizada, más importante todavía sería adoptar medidas internas que corten la tendencia al rápido crecimiento del endeudamiento, puesto que se avanzaría poco si hacemos cupo cancelando la deuda de mejor perfil para seguir endeudándonos en vez de ajustar la economía a sus posibilidades. Si resultara así, esta operación no tendría sentido en términos del interés nacional. La señal más contundente de que no será de esa manera sería la de generar un superávit primario a partir de este año 2015.
En la remozada Página Abierta del Banco Central, desprovista en sus últimas publicaciones de sus aristas más ásperas y conflictivas, aunque aún conservando algún grado de culto a la personalidad, se hace una contribución cuando se afirma que “A diciembre de 2014, el nivel de deuda, como porcentaje del producto, fue de 46.9%, muy inferior a las proyecciones de inicio de año. Más aún, de mantenerse la proyección de un déficit primario del sector público consolidado de 0.1% del PIB, el nivel de endeudamiento se mantendrá por debajo de 50% del PIB hasta el año 2018.”
Coincidimos con las afirmaciones del organismo monetario, previas a la recompra de deuda: crecimiento robusto y superávit primario es lo que permite dar sostenibilidad a la deuda pública. Y al mismo tiempo es el camino necesario para tener una economía más sana.
Ahora con precios del petróleo bajos deberíamos aprovechar esa oportunidad para hacerlo sin necesidad de esperar a que se convoque el Pacto Fiscal. Si a la disminución esperada del subsidio eléctrico se le une un mayor grado de racionalización del gasto, podría lograrse un superávit primario que fortalecería, con raíces auténticas, las perspectivas de la deuda.
Prepararse ante un eventual cambio de coyuntura menos favorable sería la mejor decisión.
http://www.diariolibre.com/opinion/2015/02/03/i995431_recompra-deuda-sostenibilidad.html
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