sábado, 17 de enero de 2015

El intenso 2014 para la FAO

Por Cira Rodríguez César*
El intenso 2014 para la FAO

La Habana (PL) 2014 fue un intenso año para la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ocupada en aspectos a veces descuidados como la malnutrición, las carencias de micronutrientes, la obesidad y la constante lucha contra el hambre.
Durante esos 12 meses laboró arduamente en lo que llamó el Año Internacional de la Agricultura Familiar para mantener la atención en ese elemento fundamental dentro del panorama mundial de la alimentación, la nutrición y la agricultura.
Según la edición de 2014 del informe anual El estado mundial de la agricultura y la alimentación, nueve de cada 10 de los 570 millones de explotaciones agrícolas del planeta están gestionadas por familias, y producen cerca del 80 por ciento de los alimentos.
De ahí que la FAO promocionó políticas para aprovechar su verdadero potencial y que unos dos mil millones de personas -el 30 por ciento de la población del planeta- sufren carencias de micro nutrientes y otros efectos de una dieta inadecuada.
Mientras tanto, muchos países pobres soportan una doble carga de obesidad combinada con hambre y una nutrición inadecuada.
En tal sentido dicha institución, junto con la Organización Mundial de la Salud, convocó al evento mundial más importante en los últimos 20 años, la Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición, celebrada en Roma a finales de noviembre.
Allí se convocó a los líderes mundiales a mayores esfuerzos y concluyó con un compromiso político respaldado por más de 172 gobiernos para ir hacia una nutrición adecuada y más allá en el 2015.
Otra importante labor de la FAO en el año que recién terminó fue contribuir al progreso mundial en la lucha contra el hambre y al avance de un futuro con hambre cero.
Al respecto, 2014 comenzó un compromiso histórico de los jefes de Estado africanos para acabar con ese flagelo crónico en su continente en 2025, al tiempo América Latina tuvo notables progresos.
La región está cerca de alcanzar su meta: el análisis regional anual de la FAO, publicado el 10 de diciembre, concluyó que en su conjunto, Latinoamérica y el Caribe redujeron el hambre del 15,3 por ciento de su población total en 1990-1991 al 6,1 por ciento en 2012-14.
A ello se sumó que 14 países alcanzaron la meta del hambre de los Objetivos de Desarrollo del Milenio antes de la fecha límite de 2015, en tanto otros cuatro están cerca de lograrlo.
La FAO también reconoció a China, Etiopía, Gabón, Gambia, Irán, Kiribati, Malasia, Mauritania, Mauricio, México, Marruecos y Filipinas por lograr ese reto.
Brasil, Camerún, Chile y Uruguay engrosaron la lista de las naciones que cumplieron el más ambicioso objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996: reducir a la mitad el número de hambrientos en 2015.
En tal sentido la FAO confirmó una tendencia positiva en la reducción del hambre, al disminuir el número de personas que la padecen a nivel mundial en más de 100 millones durante la última década, y en 209 millones desde 1992.
Aún así, 805 millones permanecían crónicamente subalimentadas en 2014, algo en lo que queda mucho por hacer dada la aparición de conflictos, las adversidades climatológicas y la epidemia de ébola en África, factores que aumentaron la inseguridad alimentaria en varios países y regiones durante 2014.

ADVERSIDADES Y CONTRA TIEMPOS
La aparición de la epidemia de ébola atrajo la atención mundial más allá de los costos humanos inmediatos, pues la situación en los países afectados ha tenido graves consecuencias para la seguridad alimentaria.
En Guinea, Liberia y Sierra Leona podría sobrepasar del millón el número de personas para marzo de 2015 en situación de hambre, a menos que mejore drásticamente el acceso a los alimentos y se adopten medidas para proteger la producción agropecuaria, advirtieron a finales del pasado año dos organismos de las Naciones Unidas.
Las repercusiones de esa enfermedad pueden ser devastadoras en los tres países, que ya se enfrentan a un escenario de inseguridad alimentaria crónica, señalaron la FAO y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Ambas instituciones coincidieron en que el cierre de fronteras, cuarentenas, prohibiciones de caza y otras restricciones obstaculizan seriamente el acceso de la población a los alimentos, lo que pone en peligro sus medios de subsistencia, trastorna los mercados de alimentos y las cadenas de procesamiento y agrava la escasez derivada de las pérdidas agrícolas en las zonas con mayores índices de infección del virus..
En diciembre se estimaba que medio millón de personas padecían inseguridad alimentaria en los tres países de África occidental más golpeados, por la pérdida de productividad y de ingresos de las familias a causa de las muertes, además del ausentismo laboral por temor al contagio y la consecuente desaceleración económica.
"El brote ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de los actuales sistemas de producción de alimentos y las cadenas de valor en las naciones afectadas", indicó el subdirector general de la FAO y representante regional para África, Bukar Tijani.
En su opinión es necesario que la FAO y sus asociados intervengan con urgencia para superar los trastornos en la agricultura y el mercado y sus repercusiones en los medios de subsistencia, que podrían producir una crisis de seguridad alimentaria.
"Con un apoyo oportuno es posible prevenir que el brote tenga consecuencias graves y duraderas en las comunidades rurales", añadió Tijani.
Al llamado internacional de la FA y el PMA Guinea, Liberia y Sierra Leona recibirán cada uno 500 mil dólares por un período de 12 meses para ayudar a siete mil 500 familias, para frenar el impacto potencialmente devastador del ébola en la seguridad alimentaria y los medios de vida de los agricultores y la población de las zonas rurales.
Pero durante 2014 aparecieron otros focos de hambre: en la región del Sahel en África occidental, sequías y conflictos recurrentes agravaron la producción y suministro de alimentos.
Para atenuar tal situación la ONU y sus agencias pusieron en marcha allí un ambicioso plan de tres años para apoyar la resiliencia a largo plazo encaminado a disminuir las causas profundas del hambre.
En Somalia las precipitaciones irregulares y tardías durante la primavera y el verano pusieron en peligro las perspectivas de las cosechas, lo que agudizó el estado de más de un millón de personas amenazadas de inseguridad alimentaria aguda.
También los conflictos armados en Sudán del Sur y la República Centroafricana tuvieron graves consecuencias para el sustento alimentario de la población por las cuantiosas pérdidas en los cultivos, la cría de animales y la pesca.
La recuperación tras la devastación provocada por el tifón Haiyan a su paso por Filipinas fue una de las historias a destacar en 2014, pues hubo que trabajar fuerte para reponer las cerca de 1,1 millones de toneladas destruidas de cultivos en pie, principalmente de coco, arroz y maíz.

COOPERACION PARA EL DESARROLLO
A pesar de las adversidades en el 2014 la cooperación Sur Sur fue un eficaz instrumento de trabajo al convertirla en motor de programas como el nuevo Fondo Fiduciario de Solidaridad con África -una iniciativa de desarrollo de África para África destinada a erradicar el hambre y reducir la desnutrición y la pobreza.
Ese mecanismo, administrado por la FAO, dio luz verde a varios proyectos que beneficiarán a 24 países africanos, entre ellos a los golpeados por el ébola.
Adicionalmente, China aprovechó la celebración del Día Mundial de la Alimentación, 16 de octubre, para anunciar una donación de 50 millones de dólares en apoyo del programa de Cooperación Sur-Sur de la FAO en el continente.
Tal gesto fue repetido por Marruecos al ofrecer recursos financieros y conocimientos técnicos para apoyar el desarrollo agrícola en África subsahariana.

* Jefa de la Redacción de Economía de Prensa Latina.
em/crc http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=3435131&Itemid=17

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