El Estado y la UASD
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La Pontificia y Real Universidad Autónoma de Santo Domingo fue la primera de las treinta y dos universidades erigidas por los españoles en el Nuevo Mundo (28 de octubre de 1538). El fenómeno de la temprana fundación de universidades en estas latitudes, cuando aún no había terminado La Conquista y a pocas décadas del Descubrimiento, ha sido objeto de diferentes y variadas interpretaciones. Dicho proceso lo entenderíamos mejor si recurrimos a explicaciones de carácter pragmático, señalando como factores que determinaron el surgimiento de Casas de Altos Estudios en suelo americano, entre otros, los siguientes: a) la necesidad de proveer de educación superior a los novicios de las diversas órdenes religiosas que acompañaron a los conquistadores; b) la conveniencia de proporcionarles oportunidades de acceso a la educación superior a los hijos de los peninsulares y criollos, a fin de vincularlos culturalmente al Imperio y, a la vez, formar el personal necesario para ocupar puestos de trabajo secundarios de la burocracia colonial, civil y eclesiástica; y c) facilitar la presencia en colegios, seminarios y universidades del Nuevo Mundo de intelectuales formados en las aulas de prestigiosas universidades europeas. De ellas las hispanoamericanas heredaron sus principales postulados y sus razones de ser: Autonomía, Cogobierno y Libertad de Cátedra. Orientadas en una primera etapa a la formación del personal requerido por la burocracia colonial civil y eclesiástica, esas altas casas de estudios contribuyeron luego a la sustitución de las autoridades coloniales por los representantes de las oligarquías republicanas, y posteriormente apoyaron, inspiradas en la Reforma de Córdoba, el ascenso político de las clases medias. De lo dicho se desprende que las universidades coloniales respondieron a una concepción y a unos propósitos bien definidos con una visión propia del mundo, del hombre y de la sociedad. Todas las actividades de las universidades fundadas en América por los conquistadores españoles giraban en torno a una idea central; la de Dios; de una sola Facultad, la de Teología; y de una preocupación básica, salvar al hombre. Como bien lo expresara el escritor nicaragüense Carlos Tünnermann “Cualquiera que sea el concepto que nos merezca la Universidad Colonial, así estemos en total desacuerdo con la ideología escolástica, con las predilecciones eclesiásticas o con los fines teológicos, surge un hecho innegable: hubo una Universidad Colonial, Independiente del número de sus Facultades o Escuelas, sujeta a la orientación fundamental de la institución per se”.
El profundo desacuerdo de los religiosos dominicos (entiéndase de los fundadores de la UASD) con las encomiendas y la explotación de los indios desde el famoso sermón de Montesinos da a entender que no es tan grande la diferencia entre el comportamiento de la UASD de ayer y la UASD de hoy referida ésta a la lucha contra la desigualdad y la injusticia.
El advenimiento de las repúblicas latinoamericanas no implicó la modificación de las estructuras económicas de los tiempos coloniales. Se limitó en gran medida a la sustitución de las autoridades peninsulares por los criollos, representantes de la oligarquía terrateniente y de la naciente burguesía comercial. La imitación, el calco del modelo de universidad napoleónico fue el camino escogido por los independentistas hispanoamericanos para nacionalizar y modernizar las antiguas universidades coloniales, una vez consideradas éstas como vestigios medievales. La concepción universitaria napoleónica se caracterizaba por su énfasis profesionalita, la desarticulación de la enseñanza y la sustitución de la Universidad propiamente dicha por una suma de escuelas politécnicas sometida a la tutela y guía del Estado.
La Pontificia y Real Universidad Autónoma de Santo Domingo fue la primera de las treinta y dos universidades erigidas por los españoles en el Nuevo Mundo (28 de octubre de 1538). El fenómeno de la temprana fundación de universidades en estas latitudes, cuando aún no había terminado La Conquista y a pocas décadas del Descubrimiento, ha sido objeto de diferentes y variadas interpretaciones. Dicho proceso lo entenderíamos mejor si recurrimos a explicaciones de carácter pragmático, señalando como factores que determinaron el surgimiento de Casas de Altos Estudios en suelo americano, entre otros, los siguientes: a) la necesidad de proveer de educación superior a los novicios de las diversas órdenes religiosas que acompañaron a los conquistadores; b) la conveniencia de proporcionarles oportunidades de acceso a la educación superior a los hijos de los peninsulares y criollos, a fin de vincularlos culturalmente al Imperio y, a la vez, formar el personal necesario para ocupar puestos de trabajo secundarios de la burocracia colonial, civil y eclesiástica; y c) facilitar la presencia en colegios, seminarios y universidades del Nuevo Mundo de intelectuales formados en las aulas de prestigiosas universidades europeas. De ellas las hispanoamericanas heredaron sus principales postulados y sus razones de ser: Autonomía, Cogobierno y Libertad de Cátedra. Orientadas en una primera etapa a la formación del personal requerido por la burocracia colonial civil y eclesiástica, esas altas casas de estudios contribuyeron luego a la sustitución de las autoridades coloniales por los representantes de las oligarquías republicanas, y posteriormente apoyaron, inspiradas en la Reforma de Córdoba, el ascenso político de las clases medias. De lo dicho se desprende que las universidades coloniales respondieron a una concepción y a unos propósitos bien definidos con una visión propia del mundo, del hombre y de la sociedad. Todas las actividades de las universidades fundadas en América por los conquistadores españoles giraban en torno a una idea central; la de Dios; de una sola Facultad, la de Teología; y de una preocupación básica, salvar al hombre. Como bien lo expresara el escritor nicaragüense Carlos Tünnermann “Cualquiera que sea el concepto que nos merezca la Universidad Colonial, así estemos en total desacuerdo con la ideología escolástica, con las predilecciones eclesiásticas o con los fines teológicos, surge un hecho innegable: hubo una Universidad Colonial, Independiente del número de sus Facultades o Escuelas, sujeta a la orientación fundamental de la institución per se”.
El profundo desacuerdo de los religiosos dominicos (entiéndase de los fundadores de la UASD) con las encomiendas y la explotación de los indios desde el famoso sermón de Montesinos da a entender que no es tan grande la diferencia entre el comportamiento de la UASD de ayer y la UASD de hoy referida ésta a la lucha contra la desigualdad y la injusticia.
El advenimiento de las repúblicas latinoamericanas no implicó la modificación de las estructuras económicas de los tiempos coloniales. Se limitó en gran medida a la sustitución de las autoridades peninsulares por los criollos, representantes de la oligarquía terrateniente y de la naciente burguesía comercial. La imitación, el calco del modelo de universidad napoleónico fue el camino escogido por los independentistas hispanoamericanos para nacionalizar y modernizar las antiguas universidades coloniales, una vez consideradas éstas como vestigios medievales. La concepción universitaria napoleónica se caracterizaba por su énfasis profesionalita, la desarticulación de la enseñanza y la sustitución de la Universidad propiamente dicha por una suma de escuelas politécnicas sometida a la tutela y guía del Estado.
http://hoy.com.do/el-estado-y-la-uasd/
La UASD, la reforma, y la democracia - Por Jesús de la Rosa - 1 de 2
Martes, 21 Junio 2016 13
En los años cincuenta y principios de los sesenta del pasado siglo 20, algunos países latinoamericanos y del Caribe vivieron todo un proceso de transformación de sus instituciones, expresado en un movimiento contra las dictaduras militares que los gobernaban. Ello, incidió muy marcadamente en la crisis que culminó dando al traste con la dictadura trujillista. El sátrapa en persona contribuyó a que esto sucediera no sólo con sus crímenes, también, haciendo que la República Dominicana desempeñara el papel de un hotel de cinco estrellas donde acudían a recrearse dictadores de América Latina que, una vez derrocados, huían de sus respectivos países. El primero en llegar lo fue el general argentino Juan Domingo Perón, a finales de 1955; continuándole dos años después el general colombiano Rojas Pinilla, siguiéndole a éste el dictador venezolano Pérez Jiménez. Esas fugas de dictadores derrocados hacia la República Dominicana concluyó el primero de enero de 1959 con el arribo al país del dictador cubano Fulgencio Batista luego de su huida vergonzosa de Cuba, tras ser derrocado por el Movimiento Revolucionario 26 de Julio que encabezó el doctor Fidel Castro Ruz. Todo esto produjo un gran vuelco en la conciencia de los pueblos latinoamericanos y del Caribe. Nuevas perspectivas se les abrieron a los cientos de luchadores anti-trujillistas que vivían en el exilio. En un plazo relativamente corto, al igual que otros países el área, la República Dominicana llevó a cabo una notable transición desde un prolongado período de dictadura a una democracia en pleno funcionamiento.
¿Qué papel desempeñó la Universidad de Santo Domingo en el proceso descripto más arriba? Veamos. Al atardecer del 14 de junio de 1959 arribaron por Constanza un grupo de 54 guerrilleros entrenados en Cuba a bordo un avión de transporte DC3 piloteado por un aviador venezolano. Cinco días después, dos lanchas procedentes de Cuba desembarcaron por las bahías de Maimón y Estero Hondo con 144 expedicionarios a bordo. De esas tres acciones, sólo la de Constanza alcanzó un relativo éxito al poder los expedicionarios internarse en los bosques cercanos y hacerles frente y producirles bajas a los contingentes de tropas regulares del Ejército y de la Aviación Militar con las que se enfrentaron. Los desembarcos de la costa norte no tuvieron igual suerte. Las dos lanchas fueron hundidas y la mayoría de sus tripulantes muertos o hechos prisioneros y asesinados luego. De 198 hombres que integraban la expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo sólo sobrevivieron cinco: Poncio Pou Saleta, Mayobanex Vargas, Medarno Germán, el comandante cubano Delio Gómez Ochoa y un jovencito, casi un niño, de nombre Pablito Mirabal. Los demás cayeron en combate o fueron hechos prisioneros y asesinados después de haberles hecho padecer crueles torturas. Entre los mártires expedicionarios del 14 de Junio se encontraban trece profesionales egresados de las aulas de la Universidad Primada y 12 estudiantes.
En las páginas 276 y siguientes de su libro “Historia de la UASD y de los Estudios Superiores” el historiador Franklin Franco describe la manera en cómo tomó cuerpo un amplio movimiento de la juventud de entonces, universitaria en su mayoría, que asumió como suyas las ideas y propuestas de los expedicionarios del 14 de Junio de 1959. Trujillo respondió elevando la represión y el terror a niveles inimaginables, sin percatarse de que el fin de su mandato dictatorial se acercaba.
Fuente: hoy.com.do
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