La victoria de Trump, el Apocalipsis de la diplomacia mundial
Si alguien hubiese respirado aliviado con una derrota de Donald Trump en las presidenciales norteamericanas es el entramado mundial de la diplomacia y de las instituciones globales, pero su llegada a la Casa Blanca hace que muchos empiecen a temblar. El afán iconoclasta del magnate en materia de relaciones internacionales tuvo pocos límites durante la campaña, en su afán por distanciarse de los años de Administración Obama, durante los que Hillary Clinton diseñó en gran medida la diplomacia de la superpotencia como secretaria de Estado. Trump fue el azote de la falta de resultados de Clinton, y de sus sonoros fracasos, en particular en Libia, Siria e Irak. Otra cosa son las alternativas que ofreció el candidato republicano, que –sin entrar en detalle, algo que Trump evitó a toda costa– constituían casi siempre un giro copernicano en el papel de potencia mundial de Estados Unidos desde hace más de un siglo.
El capítulo más tumbativo es quizás la nueva relación con Rusia que propone Trump. La buena sintonía de este con el presidente Putin ofreció a Clinton muchos flancos de ataque. Para Hillary, arquitecta en buena medida de la nueva Guerra Fría entre Washington y Moscú, los halagos mutuos entre los dos políticos constituían de suyo un «peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos». Trump pretende –según los demócratas y no pocos republicanos– elevar a Rusia al rango de aliado para discutir una nueva relación bilateral, pasando por alto la invasión rusa de Crimea, sus amenazas a Ucrania y la intervención en Siria del lado de los enemigos de Estados Unidos.
Con China, la otra gran potencia mundial, Donald Trump también pretende un cambio radical de la política exterior y comercial norteamericana de las últimas décadas. Trump critica la incorporación de China a instituciones mundiales de comercio (en particular la WTO), el pacto del Pacífico, acusa al régimen asiático de manipulador de la moneda y de la libre competencia con sus subsidios, y de ser un auténtico Ali Babá de los empleos norteamericanos.
Respecto a las guerras en Oriente Próximo, la postura del victorioso candidato republicano destaca por su ambigüedad. Trump critica la invasión norteamericana decretada en su día por Bush, y la errática política de Obama de retirar las tropas y permitir así el surgimiento de Daesh. Tanto en Irak como en Siria, asegura tener la fórmula mágica para derrotarles de modo contundente, sin concretar nunca si eso implicaría enviar de nuevo a la región al ejército de Estados Unidos.
Para la OTAN, Donald Trump reserva sus mejores recetas populistas. Afirma estar dispuesto a advertir a los aliados europeos que, o ponen mucho más esfuerzo económico y militar de su parte, o Estados Unidos se retirará de la Alianza. Trump también critica su «obsesión» por la contención de Rusia, por lo que dio a entender que estaba dispuesto a poner fin al vínculo trasatlántlico forjado entre Estados Unidos y Europa tras el fin de la Segunda Guerra. http://listinusa.net/index.php/2016/11/09/la-victoria-de-trump-el-apocalipsis-de-la-diplomacia-mundial/
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