LERY LAURA PIÑAEDUCACIÓN
SANTO DOMINGO (Rep. Dominicana).- ¿De dónde vienen los ríos? ¿Por qué la sangre es roja? ¿Por qué se mueve el corazón, si no está conectado a nada ni tiene una pila? ¿Por qué hay dinero de papel y dinero de metal? ¿Por qué a los murciélagos no les gusta la luz? ¿Cómo se pegan los huesos dentro del cuerpo?
Son algunas preguntas de estudiantes del nivel inicial (de cinco años y menos) les hicieron a sus maestras (a este nivel, la enseñanza está altamente feminizada), y que aparecen en los informes de clases que ellas presentaron al Ministerio de Educación (Minerd) y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) para postularse en el concurso sobre buenas prácticas docentes.
La especialista Wara González, que trabajó como jurado, las rescata para intentar ilustrar la complejidad del propio acto de enseñar en esta primera base del proceso formativo formal.
Las preguntas son complejas y las respuestas no pueden ser simples, piensa, y lidiar con esto en un aula llena de pequeñines supone innumerables desafíos. En seguida se pregunta si las interrogantes reciben respuestas conforme a las que se consideran buenas prácticas y se responde que no siempre. Peor, en algunos casos ni siquiera son respondidas.
Procurando mayor efectividad en este nivel educativo es que el Minerd y la OEI intentan mejorar las prácticas de enseñanza, cuyos lineamientos están bien definidos, pero enun currículo que los propios maestros no siempre están en capacidad de interpretar.
Así, la mayor tarea es para los docentes, que todavía tienen pendiente romper con los modelos de enseñanza y comunicación lineal de la vieja escuela y fortalecer su propia capacidad de enseñar.
En un contexto como este, los educadores ya no deben perseguir “dar conocimiento”, sino crear destrezas y capacidad de pensamiento, apunta González.
“El reto nuestro como educadores y educadoras del nivel inicial es que estamos trabajando para un mundo totalmente desconocido. El mundo en que van a vivir estos pequeñitos, pro más vuelta que le demos los presentes, no sabemos cómo va a ser”, dice, refiriéndose al hecho de que los cambios en la sociedad actual ocurren muy rápidamente, y argumentando la idea de la complejidad que acompaña a la primera etapa educativa.
Sheila Valera, educadora e investigadora que también fungió como jurado, enfocó su análisis de las propuestas en un aspecto más social. Resaltó el valor de incorporar la visión social a los procesos de enseñanza, trascendiendo los procesos meramente superficiales, una virtud que estuvo presente en muchas de las propuestas.
Dijo que hay que estar claros, desde el mismo nivel inicial, en que se está formando a los niños y las niñas para romper con la desigualdad social que caracteriza al país, y para ello se requiere alimentar una visión crítica de esta realidad.
Otra materia que supone importantes desafíos es la evaluación. Margarita Heinsen, también miembro del jurado, se ocupó de reparar este espinoso aspecto. Consideró que con frecuencia este aspecto supone la existencia de conflictos importantes para las educadoras, porque no siempre están claras las reglas que definen lo justo o lo injusto.
Esto ocurre, a su entender, porque las evaluaciones deben ser más integrales si se quieren implementar mejores prácticas. Esto supondría evaluar a partir de las fortalezas y destrezas generadas y no estrictamente en torno a los fallos de los niños.
Resaltó la importancia de saber para qué se evalúa y de que el maestro también se perciba como elemento de esa evaluación.
Las ganadoras
Para el jurado del certamen sobre buenas prácticas en el nivel inicial hay mucho desfase, pero también avances importantes para compartir y resaltar en la comunidad docente. Los proyectos premiados son considerados ejemplos de prácticas educativas innovadoras y acordes con el nuevo diseño curricular.
Hubo más de 400 propuestas y tres lugares premiados. El primero correspondió a la propuesta de Dinorah Sánchez Bautista, de la escuela Centro Modelo de Educación Inicial Juan Sánchez Ramírez, del distrito 01, regional 16, con el proyecto “La basura mágica”; el segundo a la maestra Adelina Paulino, de la escuela José Antonio Marte, distrito 03, regional 08, con el proyecto “Los ríos de mi país me hacen sentir feliz”; y en tercer lugar, fue reconocida la propuesta de Marcelina Antonia Vargas, del Centro Educativo Enrique San Belén, distrito 05, regional 11, con el proyecto “Reciclar troncos tirados en el patio de la escuela”.
Los premios se anunciaron este jueves durante un seminario sobre buenas prácticas realizado como parte de las iniciativa Línea de Primera Infancia y Educación Infantil de la OEI, en el marco de las Metas Educativas 2021.
http://www.7dias.com.do/destacada/2015/05/15/i188469_proyecto-premia-maestras-inicial-por-sus-buenas-practicas-docentes.html#.VVZBkbl_NHw
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