viernes, 15 de mayo de 2015

Mi advertencia 2/2 - Por GUIDO GÓMEZ MAZARA

GUIDO GÓMEZ MAZARA   -2 de 2-
La candidatura de Luis Abinader crea un marco interesante en la conformación de fuerzas sociales, grupos emergentes y partidos llamados a establecer, tanto en la coyuntura electoral y posteriormente, una gran alianza de los sectores democráticos del país.
Saltar obstáculos, entender los egos envueltos y abrazar perfiles propios del siglo 21 representa un gran desafío. Siento que se debe deslindar con exactitud el criterio de que los modelos efectivos de concertación deben hacer mayor énfasis en las propuestas que en sus líderes.
El que pasa revista de las experiencias de 1974 y 1994 no debería olvidar que el contexto y la realidad social de hoy, dista bastante del país que dejamos atrás hace varias décadas. Por eso, el afán de calcar pura y simplemente las experiencias del Acuerdo de Santiago y de Santo Domingo podrían establecer las bases de equivocadas interpretaciones.
En ambos procesos, la presencia de José Francisco Pena Gómez, en primera fase como líder y después de candidato presidencial generaba un nivel de consistencia capaz de darle equilibrio a las disparidades propias de un variopinto de organizaciones que, sin importar las distancias ideológicas, reconocían en el orquestador de la coalición una ascendencia singular en la sociedad.
Una realidad electoral pautada para mayo del 2016 tiene la obligación de actuar con la suficiente inteligencia y avanzar en sumatorias donde la recuperación de las ideas liberales represente el eje esencial ante un mercado conservador ocupado por el PLD, desde 1996.
Por eso, debemos tener bastante cuidado creyéndonos que toda adhesión es igual a incremento del caudal de electores, porque la ciudadanía anhela opciones que no pretendan recuperar modelos de entendimiento político para validar exponentes, literalmente asfixiados y ansiosos de un oxígeno que podría transformarse en letal, tanto para la potencial coalición como en el orden de adecentar la vida pública.
Los modelos de concertación en Chile, Venezuela y Brasil deslindaron los campos con efectividad. De un lado, los agentes del cambio y del otro, expresiones del viejo y degradado orden.
Realidades diferentes al país, pero material de estudio interesante. Cuando la diversidad de fuerzas derrotaba al general Augusto Pinochet se inauguraban modalidades diferenciadoras, los venezolanos apostaron a Hugo Chávez y enterraron el pacto de Punto Fijo que desde 1958 validaba el clásico orden político y para que el Partido de los Trabajadores y Lula Da Silva ascendieran al poder en Brasil, ese liderazgo social con largos periodos en la cárcel, perseguido y asesinado se comprometió a cerrarle el paso a los agentes que corroían su potencial victoria.
Conseguir el triunfo electoral obliga a tomar las precauciones de lugar y cerrarle el grifo a la posibilidad de que los anhelos de cambio no terminen aniquilados por exponentes de la fauna partidaria adictos a las conductas que tanto daño han provocado. No es purismo ni ciencia ficción política.
Afortunadamente, aquí tenemos bastante fresco en la memoria procesos electorales donde se atentaba contra la expresión de cambio por vía de préstamos en el Banco de Reservas. Mañana, que nadie reaccione ni se lamente cuando la esencia pérfida vuelva por sus fueros. El que traiciona una vez, traiciona siempre.
De nuevo, es una simple advertencia. http://hoy.com.do/mi-advertencia-2/autor/hoy/

Por GUIDO GÓMEZ MAZARA 08 mayo, 2015   - 1 de 2-

No hay comentarios.:

Publicar un comentario