domingo, 26 de abril de 2015

A los dos / Por Guido Gómez Mazara

Por GUIDO GÓMEZ MAZARA 
24 abril, 2015 2:00 am
Por esas ironías del destino, la convención del PRM está pautada a cincuenta años de distancia de un acontecimiento histórico: la revolución de abril de 1965. Aunque los niveles de deterioro del sistema de partidos no parece afanado en rendirle tributo al esfuerzo de los hombres y mujeres que dieron lo mejor por el país, resulta necesario que los actores esenciales de la vida nacional no olviden esas cuotas de sacrificios.
El PRD es, ha sido y será una organización emblemática. Y ahora que una parte fundamental de la militancia partidaria tiene un nuevo hogar como resultado de la instauración de la intolerancia, torpeza y posturas antidemocráticas establecidas en la casa matriz. En esencia, el desafío del proceso para seleccionar el candidato presidencial del PRM reside en que los traumas, excesos y violación a la voluntad de las bases no se produzcan en ese intento por hacer las cosas diferentes. He decidido quedarme, pero sería un acto de deshonestidad no reconocer la importancia de un evento convencional civilizado para la estructuración de una verdadera plataforma opositora. Tanto Hipólito Mejía como Luis Abinader deben tener plena conciencia de que resultados sin cuestionamientos abren las compuertas de verdaderas posibilidades en el 2016, siempre y cuando, el que no resulte ganador, no transite el camino de la conspiración indecente que caracterizó el comportamiento de Miguel Vargas en las elecciones del 2012.
Me preocupan los intentos de un sector del PRD en participar en la convención del PRM, haciéndolo con la malicia de producir resultados internos que conduzcan a reacciones poco civilizadas. Y en ese orden, ambientar líneas claramente orientadas al caos y crear las condiciones que validen la naturaleza autoritaria de un partido blanco que, en un excesivo apelativo al orden, no termina de entender que esa postura es impropia de una organización democrática.
A Miguel Vargas le interesa un desorden en el PRM para justificarse. Por eso, quiero dejar constancia de que las bases de la organización nueva, surgida como respuesta a la insatisfacción con el PRD, corre el riesgo de convencer a uno de los sectores que compiten por la candidatura presidencial de lo factible de recibir ayuda, y así facilitar resultados, sin tener en cuenta que la raíz de los perremeístas es su odio estructural a todo lo que se asocie al presidente del partido blanco. Pactar tácticamente con el miguelismo es una locura, porque si se detecta esa acción, los resultados serán catastróficos para sus promotores.
Mantengo una excelente relación con Luis Abinader e Hipólito Mejía. No voy a intervenir en el proceso convencional del PRM, ni saldré del país el día en que se celebra su evento fundamental. A mis familiares, amigos, relacionados y dirigentes del PRM que me consultan les he dicho que voten por la opción que consideren mejor para articular un gran frente opositor.
Quiero dejar constancia para futuros eventos, porque la política transita el rumbo del descrédito ante la desvergüenza de un alto porcentaje de sus actores que, con bastante frecuencia, creen posible que todo se vale. Hipólito y Luis saben perfectamente que si se vinculan, entienden o pactan con el presidente del PRD no pueden contar conmigo. Y es muy sencillo: el que se asocia a Miguel valida sus inconductas.
http://hoy.com.do/a-los-dos/

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