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El presidente del PRSC, partido primario del reformismo dominicano introducido por Balaguer, ha propuesto un “diálogo nacional sobre la inmigración ilegal haitiana”. Este planteamiento se agrega a la propuesta contenida en la declaración del 1/7/14 cuando se comprometió a independizarse del PLD y a “criticar lo que no esté bien, mediante propuestas constructivas” dentro de un “proyecto de nación… a impulsar”.
Habiendo transcurrido seis meses sin que se note este “impulso”, es necesario que otra instancia retome la idea de un compromiso para relanzar la nación. No visualizamos otra vía que no sea mediante un pacto político multipartidario, no limitado a un diálogo, que aborde las principales urgencias nacionales y no solo la inmigración ilegal haitiana sobre lo cual el gobierno ha dotado mecanismos legales ponderables.
Sobre todo ante una serie de contingencias que amenazan la nación, siendo la principal la eventual restricción del financiamiento externo ante el persistente incremento del endeudamiento público que consume la mitad de la producción y recaudaciones fiscales; endeudamiento originado en un gasto corriente para cubrir cargas fijas que supera las recaudaciones y lleva al Gobierno a endeudarse para poder efectuar las inversiones de capital que requiere la economía y el mejoramiento de nuestras condiciones de vida, e incluso para poder amortizar el principal de la deuda, enganchándose con deuda nueva para honrar la vieja.
De esta contingencia se derivan otras: imposibilidad de interrumpir la economía especulativa que sacrifica la productiva generadora de empleos por la preferencia de inversionistas y bancos de financiar déficits fiscales atraídos por altas tasas de interés, aumento de déficit en balanza de pagos, de insatisfacciones sociales, repercusiones en la delincuencia, secuelas en inseguridad ciudadana, exposición a detonaciones sociales provocadas por incapacidad gubernamental de satisfacer exigencias en servicios esenciales como salud, transporte, energía y educación.
A todo eso se añade al peligro migratorio que pende sobre nuestra nación, para cuyo tratamiento hemos recibido enormes presiones de naciones que entienden debemos asumir el pesado fardo haitiano y ante cuya resistencia nos hacemos susceptibles de confrontaciones con aquellas que tradicionalmente nos suplen recursos pero que apoyan la idea de una isla “única e indivisible”. Y se añade también la desorganización, falta de orden e inseguridad, jurídica incluida; agravantes de la ingobernabilidad y estimulando el tráfico de ilegalidades.
Este cuadro crítico debería inspirar una agenda que rija la concertación de un pacto político multipartidario que solo puede ser convocado, en las presentes circunstancias, por el Presidente de la República que cuenta para ello con una enorme popularidad y careciendo de una oposición que traduce a los partidos de la adecuada vocación para participar en su concertación.
http://hoy.com.do/pacto-politico-multipartidario/
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