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Si el exfiscal y actual juez del Tribunal Superior Electoral José Manuel Hernández Peguero cree que le ha hecho un favor al expresidente Leonel Fernández al revelar que este le ordenó no investigar a Hipólito Mejía, señalado por oficiales militares como protector del narcotraficante Quirino Ernesto Paulino Castillo, por tratarse de un expresidente de la República, pudiera estar equivocado, pues no quedó muy claro cuál es el mensaje que ha querido transmitir al traer a este escenario aquel episodio. ¿Que a Leonel Fernández hay que dejarlo tranquilo, sean o no ciertos sus vínculos con Quirino, por ser un expresidente de la República? ¿Que un Presidente puede hacer y deshacer a su antojo amparado en la impunidad que le garantiza su condición de “ex”? ¿Que como ambos cometieron el mismo pecado merecen igual tratamiento? Hernández Peguero sabe muy bien, aunque parezca olvidarlo, que un expresidente si bien merece ser tratado con respeto no es un Dios caído del cielo que está por encima de la ley. Por eso creo que no ayuda a la causa del expresidente Fernández que se recuerde que impidió que el Ministerio Público investigara un asunto tan serio como la protección que recibió un narcotraficante al que la justicia de Estados Unidos acusó de introducir 33 toneladas de cocaína a su territorio, mucho menos que justifique esa decisión con una excusa tan cuestionable. ¿A quién protegía Leonel? ¿A un expresidente en aprietos por aquello de hoy por ti y mañana por mi? ¿Al narcotráfico? ¿A sí mismo? El Nacional recordó ayer, en su página dos, que el expresidente Fernández dio esa orden luego de que Mejía declaró estar dispuesto a ir a donde el fiscal, pero que antes haría importantes revelaciones al país a través de una cadena de radio y televisión, alocución que nunca se produjo porque no fue necesaria. ¿Coincidencia o causa y efecto? Eso nunca lo sabremos. Lo que sí parece evidente es que el tiro de Hernández Peguero salió por la culata.
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