Editorial La Infornación:
Crítica pesimista del Arzobispo
ACTUALIZADO 04.04.2017
El Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, Mons. Ozoria, ha declarado a la prensa que no cree que vaya a pasar nada en el caso de Odebrecht con la justicia dominicana. Para el pueblo “nada va a pasar” y para él “No hay ni pensamos que va haber nadie encarcelado por esa corrupción y es lo lamentable de nuestro país y del sistema judicial”.
Esas expresiones se pueden interpretar como una crítica a la falta de justicia y de aplicación de la Ley que reina en el país, y como tal se ven como un ataque directo a un sistema político que ha secuestrado la Justicia de modo que le impide que esta funcione para hacer valer la Ley y el estado de derecho. En ese aspecto Ozoria concuerda con la mayoría de la población que está consciente de esa realidad que se ha construido en el país y que se ha agravado en esta fase de predominio de la “partidocracia clientelar”, sustentada por una categoría de gente proveniente de los estratos medios y bajos, los cuales han emergido como la nueva clase gobernante motivada por aprovechar los recursos del Estado para alcanzar posiciones sociales y políticas, que le permitan mantenerse en el poder siguiendo la cultura de la dominación oligárquica tradicional.
Aunque en sus declaraciones, Mons. Ozoria no devela esos aspectos estructurales causales, porque prefiere quedarse en la descripción de algunos de sus efectos como es la falta de fe en la Justicia, su planteamiento resulta medio crítico, y por eso deja traslucir un sentimiento de “pesimismo” al aceptar resignado que aquí “no pasará nada con la corrupción”, cuando el pueblo se ha comenzado a movilizar como hace tiempo no lo hacía, movilización que marca un camino hacia la recuperación de la institucionalidad democrática y de un estado de derecho fundamentado en el respeto a la Ley y la buena Justicia.
Tomemos esa media crítica del Arzobispo del lado positivo y como la expresión de una Iglesia Católica que, como el pueblo, anhela que en el país venga el reino de la Justicia, que le ponga fin a la impunidad y a la corrupción que tanto daño han causado. Pero para ello la movilización da esperanza, porque vence la resignación.
¡Qué así sea!
Aunque son excepcionales los jueces que tienen la valentía y la seriedad de impartir buena justicia, sobre todo contra los poderosos que cometen crímenes y delitos, en los últimos tiempos se han dado algunos ejemplos esperanzadores: El juez que rechazó el Pacto Gobierno-Odebrecht y ahora la decisión de un tribunal que envía a juicio de fondo el caso del homicidio del exrector de la UASD. Esa decisión fue precedida por la disposición valiente de la Fiscal del Distrito Nacional, de no descansar hasta ver condenado a los autores de ese conmovedor crimen que segó la vida de un dominicano útil y noble, caído por la barbarie que impone la partidocracia clientelar y salvaje, que se empecina en contaminar todo con la corrupción y la criminalidad.
¡Qué avance la buena Justicia!
Aunque en sus declaraciones, Mons. Ozoria no devela esos aspectos estructurales causales, porque prefiere quedarse en la descripción de algunos de sus efectos como es la falta de fe en la Justicia, su planteamiento resulta medio crítico, y por eso deja traslucir un sentimiento de “pesimismo” al aceptar resignado que aquí “no pasará nada con la corrupción”, cuando el pueblo se ha comenzado a movilizar como hace tiempo no lo hacía, movilización que marca un camino hacia la recuperación de la institucionalidad democrática y de un estado de derecho fundamentado en el respeto a la Ley y la buena Justicia.
Tomemos esa media crítica del Arzobispo del lado positivo y como la expresión de una Iglesia Católica que, como el pueblo, anhela que en el país venga el reino de la Justicia, que le ponga fin a la impunidad y a la corrupción que tanto daño han causado. Pero para ello la movilización da esperanza, porque vence la resignación.
¡Qué así sea!
Señales de Justicia
Aunque son excepcionales los jueces que tienen la valentía y la seriedad de impartir buena justicia, sobre todo contra los poderosos que cometen crímenes y delitos, en los últimos tiempos se han dado algunos ejemplos esperanzadores: El juez que rechazó el Pacto Gobierno-Odebrecht y ahora la decisión de un tribunal que envía a juicio de fondo el caso del homicidio del exrector de la UASD. Esa decisión fue precedida por la disposición valiente de la Fiscal del Distrito Nacional, de no descansar hasta ver condenado a los autores de ese conmovedor crimen que segó la vida de un dominicano útil y noble, caído por la barbarie que impone la partidocracia clientelar y salvaje, que se empecina en contaminar todo con la corrupción y la criminalidad.
¡Qué avance la buena Justicia!
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