El dilema político dominicano frente al caso Odebrecht
A pesar de lo negativo que ha resultado Lava Jato para nuestro continente, es particularmente paradójico que para la sociedad dominicana Odebrecht se haya convertido en una luz, al permitir sacar de la oscuridad otros grandes escándalos de corrupción como Los Tres Brazos, CEA, CORDE, OISOE, Tucanos, Bahía de la Águilas, entre otros no menos relevantes.
El mega escándalo de corrupción de Odebrech posibilitó a la sociedad dominicana percatarse de la estructura de corrupción más sofisticada y abrumadora de toda nuestra historia republicana, con un esquema de soborno-chantaje que no descuidó sus buenas relaciones con las élites económicas tradicionales, las que han disfrutado de una buena tajada del pastel.
Los sobornos pagados por Odebrech no fueron un sacrificio para la transnacional brasilera, ya que las sobrevaluaciones de las obras que le eran otorgadas les generaban beneficios hasta de un 800% de lo pagado en comisiones ilegales, situación conocida por los miembros del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana según lo confesado por Felucho Jiménez, connotado miembro de la cúpula morada.
Pero, como decía, esto es solo parte de un esquema instalado con premeditación y alevosía, definiendo una situación de corrupción generalizada cuyo marco de posibilidad y de estabilidad resulta del control que el PLD ejerce sobre el Congreso, el sistema judicial y sobre todas las instituciones estatales, así como por la armonización con las élites económicas tradicionales. No es casualidad que la familia Vicini forme parte del proyecto de construcción de las plantas de Punta Catalina y que la familia Corripio haya sido integrada por el presidente Danilo Medina a la comisión que “investiga” la licitación de las plantas a carbón.“La salida a la situación pasa por un cambio estructural del sistema político dominicano”
El dilema del momento consiste en que las respuestas a la trama de la corrupción y la impunidad develada a los ojos del mundo a partir de la explosión del caso Lava Jato en Brasil vienen de una sociedad civil movilizada pero con demandas restringidas al marco institucional, lo cual impide alterar o modificar en lo más mínimo la estructura de poder del Comité Político del PLD que le posibilita usar al Estado como mecanismo de blindaje judicial.
Mientras que por otro lado los partidos políticos de oposición se encuentran atrapados en discursos y acciones que no le quitan el sueño a quienes se encuentran atrincherados en el Estado y sus instituciones.
En el contexto que se nos presenta el tiempo corre veloz y la estabilidad macroeconómica se ve amenazada por las turbulencias de Punta Catalina, a la vez que la demanda de la clase trabajadora por incremento salarial cobra volumen y los servicios públicos pasan a un estado de emergencia.
La salida a la situación definitivamente pasa por un cambio estructural del sistema político dominicano, lo que por más vuelta que se le dé implica desalojar al PLD del poder, para lo cual la sociedad civil organizada también se ve en el dilema de seguir amarrada a la gobernanza peledeísta o romper sus ataduras derivadas de acuerdos y convenios que acorchan la relación oficialismo y ciudadanía.
El dilema del momento político dominicano se dibuja entonces como encrucijada tanto para la sociedad civil organizada como para los partidos políticos de oposición. Las opciones se presentan como cuestión de decisión política: seguir en la lógica de la dominación y la hegemonía del Comité Político o romper las amarras y echar por la borda la institucionalidad peledeísta pasando a acciones directas de desobediencia civil que tengan en su centro la ilegitimidad y la ilegalidad de la reelección del gobierno de Danilo Medina y el PLD.
http://nuestrotiempo.com.do/2017/03/16/el-dilema-politico-dominicano-frente-al-caso-odebrecht/
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